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Inicio / Cuenteros Locales / nomade / El día en que se termino la electricidad

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Fue una mañana en que no sonó mi despertador eléctrico con ese zumbido tan molestoso y necesario, y tampoco se encendió la radio. Bueno, pensé – seguro que otra vez se vino al suelo el transformador que alimenta nuestra población, que es como un pequeño condominio.

Arrastrando mi cuerpo como una medusa trasnochada, me dirigí al baño y clic, riéndome me dije: - pajarón si no hay corriente en toda la casa. Diantre me dije el baño no tiene ventanas solo un tragaluz en el techo y son las seis de la mañana de un día que aún no comienza.

Encendí el calefón por suerte que es a gas licuado dirigiéndome al baño para darme la ducha matutina y llego otro problema. Mier..Estamos en Julio en pleno invierno, tendré que darme la bendita ducha a puerta abierta y con el frío que tengo. Bueno habrá que hacerlo.

A todo esto de la ducha al dormitorio, parecía uno de esos sonámbulos o muerto viviente que se ven en las películas para no chocar con las murallas; lo bueno es que ya me había habituado a la ceguera.

Me vestí y con una vela prendida en la mano y quemándome por la cera caliente llegue a la cocina. Y ahí empezaron otros problemas.
Por comodidad había desechado el hervidor de agua que yo ponía en el gas de la cocina por uno eléctrico, que era más rápido y funcional.
Di vuelta todos los anaqueles y nada y me llegó el pensamiento como un tiro de escopeta.
Mi vecina con esa vocecita me había dicho: ¿Vecinito no le sobra una tetera por ahí? que no tengo como calentar agüita. Me llegaron en tropel todos los demonios, que me empujaban y me decían: Agárrala y dile que la tienes al fondo de tu dormitorio.
Ya ya, dije en voz alta. Ella me dijo: ¿Esta enojadito? Perdone vecina tartamudee, no era con usted y pare en seco. Como le iba a decir que había chuteado a la pandilla que me estaba molestando, y le regale la famosa tetera.

Salí enrabiado de la casa pensado: Esta vez me desquito con el transantiago. El chofer va a pagar el pato. Llegue a la esquina y sorpresa mayúscula; el gentío era inmenso y los famosos buses, esos articulados que los habíamos bautizado como orugas, estaban todos detenidos y no solamente esos vehículos sino también autos, camiones carros de bomberos, ambulancias, cortadoras de pasto; cuanto vehículo tuviera que ver con la electricidad.

En la esquina y boquiabierto no entendía lo que estaba pasando. Toda esa gente miraba extrañada, como pensando: ¿Y ahora que? Y solo por costumbre errática eche a andar las 120 cuadras hasta mi trabajo.
Divise a lo lejos un carretón tirado por dos caballos de esos que sirven para llevar muy temprano las verduras a los puestos de venta. Venía con un gran cartel que decía: A $ 500 hasta el centro (algo así como un dólar). y me subí al carretón imaginando que era un gran zapallo, listo para la venta. No iba solo habían 10 cariacontecidos más con cara de diferentes verduras.

La empresa donde trabajo esta el piso 13, pensado hoy es el día de los sufrimientos y eche a andar las escaleras ya que los ascensores nada.
Llegue al piso y todos estaban en la puerta, desde el jefe hasta el mozo del aseo, mirándome me preguntaron en tropel ¿Traes la llave? Pero..pero les dije si tiene cerradura eléctrica. Nos sentamos todos en el suelo.

Nada funcionaba. La bolsa de valores, los bancos, las radios, los cines, el metro y era mundial. No solo en mi país; y a propósito el Morse tampoco funcionaba y menos los trenes, ni los barcos a motor, ni el agua potable. Yo me imagine el río Mapocho y todos bebiendo de esas aguas. Aggg si son de albañal.

Comenzamos a civilizarnos hacia atrás; aparecieron los vivos que con carteles que decían: cambio gallinas por jabón. Con el tiempo aparecieron autos tirados por caballos. Por primera vez después de tantos años volvía ese animal a ser el mejor amigo del hombre. De la moneda ni hablar, desapareció.
La plata y el oro más el acero, eran la moneda habitual.

Aparecieron los señores feudales y Santiago mi ciudad se convirtió en Gettos cerrados por murallas y con arqueros y con cotonas de cuero y mallas de acero.
El señor de la guerra más poderoso vivía en el cerro San Cristóbal el más alto, El cerro Santa Lucía era el bastión del segundo señor de la guerra, mientras las bandas de guerreros araucanos atacaban la ciudad con gritos de “Es nuestra es nuestra”.

¿Y yo? Convertido en un “Anacoreta” escribo estas memorias para él que si por casualidad pasa por la cueva donde habito, las haga suyas y de comienzo a escribir la nueva historia de la tierra. A mi ya me quedan pocos lápices de pasta y hojas de papel.

Dicen algunos que fue un cometa que nos pasó rozando y se llevo consigo el campo eléctrico de la tierra.
Y nosotros sonamos ya que pasamos de ser la especie dominante en la pirámide evolucionaría, a ser la presa preferida de las fieras de la comarca.

Bueno, apagare el fuego y me comeré esa rica rata que he atrapado.

Nomade… puede suceder, no se rían tanto..Ahh se me olvidaba, tengo a varias escritoras conmigo para perpetuar la especie..jajaja

Texto agregado el 10-02-2008, y leído por 2933 visitantes. (7 votos)


Lectores Opinan
10-02-2008 Muy original, creativa, divertida y atrapante narrativa. Me encantó. Sofiama
10-02-2008 Me alegra leerte en narración,te superas.Impecable. Retrocedí en el tiempo con ese apagón mundial.Me alegro de que el desierto se genera solo,allá voy caminando sin rumbo por las arenas porque mi ciudad se quedó sin nada que intercambiar tampoco.Cambio poemas por narraciones. australi-a
10-02-2008 Divertida historia, inimaginable lo que sería Santiago sin energía eléctrica, desde los hogares hasta La Moneda misma, me has hecho reír, hasta que recordé que los ministros anuncian para éste invierno racionamiento y baja de voltaje en el suministro eléctrico, ¿ qué pasará con la calefacción, el horno de la cocina, los eléctrodómésticos tan promocionados por la continua propaganda ? ( luego de la " gran campaña de eliminar el gas licuado en los departamentos y condominios, por la Superintendencia y además los problemas del Metrogas y sus cortes frecuentes ? ) Es para la risa y es para llorar, quizás terminemos volviendo a los braseros, a las cocinas a leña, a los guateros, a las teteras enlozadas, a las heladeras ( esas que con una barra de hielo se mantenían los alimentos a baja temperatura, a los candelabros y las velas, y lo peor, vover a la máquina de escribir y a las señales de humo. El avance de la tecnología, que cuando se corta la luz, nos deja de brazos cruzados, mirando como los gorriones posados en un cable, mirando de un lado al otro. Buenísima tu historia, ¿ premonitoria ?, es de esperar que no. Me divertí mucho con tu cuento y todos los desastres que imaginé, mil estrellas. Ignacia
10-02-2008 muy buena involución 3143km
10-02-2008 Es una mezcla de humor muy fino con la percepción de que el futuro ha traído el atraso. Lo sorprendente es que lo que cuentas, en mi país es lo cotidiano. Te felicito. peco
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