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Cuando era mas joven, me veía asombrado por el conocimiento de un mentor al que admiraba demasiado para ese entonces.
Lo admiraba por su forma de ver el mundo, por su desdichada forma de hablar acerca de la delicada línea de la vida y la muerte.
A el aunque no quiera admitirlo, le debo el gusto por la escritura, le debo la forma correcta de poder escuchar lo que calla mi corazón, le debo como fue que me abrió los ojos a mi propia forma de ver el mundo.

¿Qué será de él?

Aun seguirá buscando talento donde no hay como lo hizo conmigo.
Seguirá entre las pequeñas promesas de virtud en esa escuela donde la fantasía se veía reducida por un sistema al cual los niños despreciaban.
En esa escuela donde lo conocí ala edad de 13 años. Ya ha pasado mucho tiempo desde aquel momento. Ya ha pasado lo suficiente como para que yo lo recuerde.

Pero
Ahora estoy aquí recordándolo.

Regreso en el tiempo y me veo entusiasmado por el regreso a clases de entonces.
Recuerdo la emoción que sentía al ver a mis amigos después de las vacaciones, ver a las pequeñas mujeres que me inspiraban alegría, desconfianza y amor.

Creo que fue en la primera clase cuando se presento ese maestro.
Aquel maestro que en esos instantes despertó en mi algo muy extraño que aun no puedo describir ahora.
Comenzó su clase, describiendo su forma de estudio acerca de la literatura, de la geografía y la historia.
Yo pensé que era demasiado conocimiento para él, pues yo creía que un maestro solo sabia una materia y no tres como lo estaba destinado el.

He escuchado que la primera impresión siempre es la más importante.

Y digamos que en ese tiempo fue más que impresionante para mí.

Al comienzo de aquel año de estudio, no me llamada mucho la atención. Pues claro el trabajo de un niño es divertirse, aun en la escuela entre los difíciles exámenes, entre los regaños y felicitaciones; uno como joven necesitaba un poco de diversión.
A veces nos sentíamos aprisionados por el saco y la corbata que llevábamos como supuesta regla de vestimenta.

Ya de regreso en este tiempo, me causa un poco de alegría saber que el sigue declarando su vida ante sus letras.
Muy bello recuerdo fue el que me dejo él.

Cinco años, son los que han pasado.
Cinco años donde vi mis señales tan brillantes como ahora, esas señales que me ayudo apercibir hasta el más mínimo detalle, aquel maestro nunca tuvo gran interés en lo que hacia con mi inmaduro sentido de escribir, pero aun así su imagen de mentor sigue despierta en mi mente.

Al acabar la secundaria, vi que mi vida seguía un curso diferente, un curso difícil que trataría de nublar mi verdadero propósito.
Nuevos amigos, nuevos horarios y materias se veían en mi entrada hacia el bachillerato.

Durante un tiempo deje el placer de la escritura y la lectura, para poder centrarme en la carrera que elegirá.
Mi propio plan de vida como diría el.

Me vuelve ala mente los acontecimientos que pasaron en ese tiempo, primer semestre de bachillerato.

Todos se presentaron, las mujeres, los hombres y el maestro.

Las primeras clases siempre son interesantes, pues claro nadie se acuerda de absolutamente nada, la presión que causa esto simplemente es divertida.
No es una presión normal, es calida y en ves de poner tus nervios al máximo; te emociona, te hace mas feliz… te divierte.

Conocí a algunos amigos los cuales unos se fueron al poco tiempo de estudio en esa escuela, otros se quedaron para seguir en la lucha contra lo “bueno y lo malo”.

En esos tiempos el sentido de la escritura que tenia era bueno, lo mantenía dormido como un cachorro para que no despertara en ningún momento, esto logro hacer mi carácter callado y alegre; feliz y triste. Aun no conocía lo que yo llamo
vanidad del corazón, lo he llamado así para no decirle el “licor del amor”.

Un nombre un tanto cursi pero encierra varios significados.

Como el que uno se puede perder en su propio corazón, escucharlo a diario, beber de sus palabras, comer de sus pensamientos, acostarse junto a él para despertar virtuoso al día siguiente.


Aquella vanidad de la cual hablo ahora, surgió cuando en un muy desdichado momento de espera para un transporte, vi que a mi lado se encontraba alguien muy simpático y lindo; una mujer, digamos hermosa que había asistido a la misma escuela que yo, claro un año y algunos meses mas grande, pero aun así me sorprendí del aura, de su calida compañía, de su voz y sus ojos; bella en pocas palabras bella. Después viví un periodo de fantasías e ilusiones que me eran difíciles de distinguir, creo que era fácil pero no quería salir de aquel sueño despierto que me conmovía a tal grado que no hay momento en que no recuerde eso.

Paso el tiempo y me distancie de ella, surgieron mas musas, mas palabras, mas ideas, mas sueños, mas vanidad, mas belleza, mas tristeza, mas felicidad, mas ilusiones. Pero aun así faltaba algo en ese gran círculo, esa figura incompleta que estaba dentro del ciclo de la vanidad de mi corazón.

Le pedía como amigo, le exigía como dueño, lo trataba de convencer como todo, pero no me respondía, mi corazón había cesado de su constante platica hermosa y deleitosa a la cual me tenia acostumbrado cada mañana, cada tarde, y cada noche.

El corazón es algo difícil de comprender en algunas ocasiones y fácil en otras, pues claro que es una parte de ti, y sin que te des cuenta, lo que a veces no puedes decir tú, lo hace él con una facilidad impresionante, es hermoso, frágil e impetuoso, orgulloso, frió y calido, tibio cuando esta de buen humor. Te enseña cosas que ni el tiempo puede hacer, te hace sentir, vivir, pensar, experimentar, sufrir y sobre todas las cosas, su regalo más hermoso te lo da cuando eres capaz de amar.

O… el amor.
Ese fatídico y ala vez tan sincero sentimiento.

¿Que se puede decir de el?
Absolutamente todo.
Lloras cuando lo posees
ríes cuando posees
sientes cuando lo posees
sufres cuando lo posees.

Pero cuando eso que te lo da, se calla y no habla?

En esos tiempos callados, era donde me encontraba, mis labios solo se abrían en ciertas ocasiones, solo eran para las mujeres que veía casi a diario como un pasatiempo un mal pasatiempo del que todavía no me logro librar.

Buscando entre tantas algo que me lo devolviera.
Mi gran amigo habla como siempre, pero no me quiere decir cual es la correcta.
Se niega al dar el criterio que tanto espero.

Seguiré creciendo, seguiré amando, pero solo hay una cosa que no se si aun siga.
No se si aun siga…
Esto solo es una pequeña historia.
Una historia que ha venido a mí desde lo más recóndito de mi mente.
Tan solo es una pequeña historia de mi verdad.

Me causa risa admitirlo pero estoy creciendo de una forma que aquel maestro tan sabio no quería que lo hiciera, una forma en la cual lo sobrepasare algún día.

Texto agregado el 10-02-2008, y leído por 91 visitantes. (0 votos)


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