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Oscurecía aquella tarde de Mayo del año de 1988, Víctor Antonio Sánchez reclinado en su mullido sillón giratorio, tenía motivos para sentirse feliz aún no llegaba a los 30 años, un futuro muy prometedor; propietario de una pequeña empresa dedicada a la venta de equipos de oficina, una respetable cartera de clientes y un prestigio bien ganado en la década de los 90.
Debido a la pacificación lograda por el presidente de origen Nipón, el terrorismo, así como los atentados y sanguinarios crímenes se perdían en la nebulosa del tiempo.
Años atrás recordaba que todas las tardes siempre salía a buscar un paquete de velas, noches románticas a la luz de las velas, con uno u otro estruendo que a lo lejos anunciaba muerte.
Quince meses había pasado desde que Andrea, su amor adolescente se había alejado, así como las llamadas e intentos de salvar la relación, estos hace mucho habían dejado de oírse. Andrea, valiente y bella como lo enarbola su nombre pero también muy impaciente, había elegido a Víctor, para acompañarla bajo la bendición del sagrado sacramento, le habían echado el lazo y el nudo ajustaba más y más, pasando de la presión a la extorsión.
Víctor recordaba con nostalgia sus primeras salidas a principios de los ochenta, eran de bajo presupuesto; con un par se soles hacia milagros, llegaba al Campo de Marte a revolcarse una horas intercambiando bacterias, amparados por los hierbajos que se elevaban por casi medio metro. Unas horas que podían ser minutos sí eran pescados por algún poli verde y no por el uniforme precisamente, o algún guarda parque municipal. Hasta alcanzaba para un helado que compartía diligentemente.

Así transcurrió una década, siendo ella testigo de sus primeros pasos en el plano amoroso, profesional y laboral, disfrutando de un fenómeno irrepetible; la consagración del Rock en Español, que logro destronar al Rock anglosajón; Charly García, Hombres G, Soda Estereo y muchos más pusieron el ritmo a sus agitadas hormonas.

“Estoy verde, no me dejan salir.
No puedo largar, no puedo salir
Tengo que volverte a ver.”

Charly simbolizaba con esta canción el sentir de los puber de los ochentas, que los padres restringían la salida a las calles porque eran muy inseguras, ríos de sangre ,muerte y dolor a causa del terrorismo, ya no causaban asombro.
Victor sintió derrepente una atracción irresistible por los libros y se volvió asiduo a la biblioteca, todas las tardes la cita era en la biblioteca parroquial, para estudiar, hacer las tareas y mas para ponerle la puntería a las chicas del barrio, junto a “Bigote”, su compañero de andanzas, se la pasaba chequeando el material literario y otro que no podía leerse pero si era motivo de obsesivo anhelo por su parte.
Una de esas tarde conocío a la que sería su firme, conocer es mucho decir, la vío en otra mesa acompañada de su hermana menor que la aventajaba un par de cm en estatura y tenía el cabello algo más largo y si era cierto , “El tamaño, si importa”, en verdad Victor sólo tenía ojos para Daniela la hermana menor, a la que paso horas observando por encima del libro de Historia ,ella ni se percato pero si Andrea con las consecuencias posteriores, al día siguiente jalado en historia, el sábado siguiente coincidieron en una disco con Andrea, ella llegaba cuando ya casí se retiraba Victor acopañado del inseparable “Bigote” luego de una jornada infructuosa a la caza de alguna nena, nada raro ya que la norma era regresar con las redes vacias. ¿Sería el destino?,¿ la discoteca vacía? o ¿mutua soledad? pero ahí se conocieron oficialmente . Luego de la primera cita inicio la década al lado de Andrea, la firme.
Claro que ser la firme no es excusa para dejar de adornar a nuestras pareja y vaya que a Victor siempre le quedo la duda si fue pagado con la misma moneda pero por Dignidad él siempre lo nego tajantemente
Por lo demás la formación academica en el terreno sexual, no podía quedar en manos inexpertas; por ese lado las profesionales del sexo fueron los cursos de especializacion que complementaron sus primeras batallas.
En estos dias pensar en ir a la guerra sin Casco es suicidio pero por aquel entonces las cuatro letras malditas asi como las escalofriante estadisticas no existían, así que el soldado iba a lo macho, cabeza rapada a vencer o morir, total todas las veneras tenían cura y nadie moría por disfrutar del amor.
Las vacaciones escolares para Victor tenían siempre un atractivo: el viaje anua,l al caluroso norte o a la fría serranía a visitar a los parientes.
El ser citadino te ponia un plus ,había que sacarle partido, rápidamente uno se convertía aunque fuese por dias en centro de atención.
Al igual que a todos los chicos la mayor preocupación de Victor era su debut en el terreno sexual, algo conocía de esto, al menos teoricamente ya que varias veces saco provecho a sus tardes de biblioteca para ilustrarse en la materia.
El verano del 82, fue memorable ya que por fin de alguna manera Victor cristalizaba el anhelo de perder su inocencia y hacerse hombre.

- !Vengan por aquí! No nos encontrarán - vociferaba Victor, Julia la simpática chiquilla , de ondulantes caderas, provocativos senos, tez blaca y ensortijados cabellos lo siguió acompañada de Elena su pequeña hermana, Julia debido a su estatura aparentaba algunos años más que los 13 que había cumplido recientemente.
No era la primera vez que Victor jugaba a las escondidas pero hasta esa fecha nunca había estado tan emocionado. Habia conocido a Julia hace un par de semanas, y sus miradas eran correspondidas coquetamente.

-!Al granero, al granero! – gritó Julia, ingrensando por la parte posterior a una vieja casona
La chacra de maíz quedó atrás, se encerraron en una pequeña y oscura habitación, llena de sacos con los granos ya secos.

Victor sudaba a chorros y no por la emoción del juego precisamente,la cercanía de ese cuerpo virginal lo perturbaba, estrujaba su cuerpo contra el de Julia, lo que al parecer no le incomodaba ya que ella lucía muy serena, pese a sentir la monstruosidad del sexo enardecido de Victor que una y otra vez buscaba su cuerpo.

- Elenita anda ve a mirar si ya encontraron a los demás, luego nos esperas en el baño, saldremos por la puerta delantera.- dijó Julia, su diligente hermana partió a la carrera.
Julia volteó y se encontró con los ansiosos brazos de Victor que la estrujaron fuertemente.
Ella correspondía los embates del desenfrenado mozuelo, no hubo area del cuerpo que Victor no recorriera, cual margarita la fue despojando una a una de sus prendas, pese la la poca luz, algunos resquicios permitieron comtemplar la belleza virginal de sus firmes y tungentes senos, Idiotizado Victor observaba los pequeños pezones de un rosado inmaculado, tardo varios segundos para timidamente llevarlos a la boca, perdió la timidez al ver la satisfacción del rostro de Julia y los gemidos placenteros que emitía. Institivamente las manos de Victor trataron de hacer descender el pantaloncillo femenino que lo privaba del completo placer. Una delicada mano lo sujeto con firmeza.

-De acá para aca todo - Explico Julia delimitando su bello cuerpo con las manos, el torso desnudo se exhibía desafiante pero era territorio ya conquistado.

-Pero no me bajes el pantalón- Julia trató de mostrar firmeza

-No tengas miedo, no pasará nada que no quieras - Victor con más impetú se lanzó a saborear las mieles del placer, el instinto lo guiaba ya que con sus amiguitas nunca había pasado de inocentes besos.
Su lengua desesperada recorría el blanco cuello en toda su extensión, la lengua se perdía en los interiores de las delicadas orejas , los pequeños pezones eran mordidos inmisericordes ,las respiraciones alteradas no podían diferenciarse.
Luego de algunos minutos primero los dedos y luego las manos se posicionaron del hermoso trasero de Julia.
Victor desesperado la volteo contra la ruma de sacos de maíz, y se sumergió en el mágico territorio donde la espalda pierde su nombre.
Para aquellos momentos la lengua había cobrado una experiencia acelerada e ingresaba a los interiores de ese culito perfecto, los grititos de Julia enardecían y casí provocaban que el sexo salvaje de Victor destroze sus pantalones.

-Sigue, sigue no te detengas ....- casi imperceptible se dejaba escuchar la agonizante voz de Julia.

-Si mi amor, muevete...mamita..que rica estas – repetía entrecortadamente Victor.
La poca resistencia de Victor fue vencida en esos momentos que casí arranco la cremallera para bajar sus pantalones, su sexo totalmente lubricado, en minutos habia llorado a mares, salío impulsado con una fuerza incontenible para ir a dar al blanco trasero buscando desesperado cualquier resquicio que pudiese apagar el fuego que lo consumia
El agigantado miembro de Victor se posicionó en medio de la frontera que seccionaba por la mitad el trasero de Julia, subia y bajaba con violencia,intento con firmeza ir a l frente pero la inocencia de Julia se lo impedía.

- !Muevete, muevete...muevete ! gritaba desesperado Victor.
Una imparable ola de calor invadio a Victor, descendiendo de su cabeza y erupcionando violentamente en su sexo,años de espera llegaron a su fin en ese espeso mar de liquido coloidal con olor a producto de limpieza.

-¿Que hiciste? Te dijé que no lo hicieras , eres un bruto – Julia gritaba aterrada. Salio presurosa al baño.

Por suerte ese encuentro no trajo compliciones a Julia ni a Victor, que a los pocos días volvió a la capital, Encontró a Julia años despues, nada volvió a ocurrir entre ellos.

-Ring ..Ring...Rinnnggg - El estridente aparato telefónico lo sacó de sus vagos recuerdos.

- Buenas noches, Veronica si salgo en este momento un cliente me retuvo, si en 10 minutos estoy contigo – Al otro lado de la línea una disgustada mujer no escondia su fastidio.
Verónica Linares era una bella mujer de 35 años de edad, administradora,profesión que ejercia al frente de su Boutique. Fisicamente era agraciada, tenía un magnetismo irresistible y cuidaba mucho de si. Sus maratonicas jornadas en el Gimnasio le permitían exhibir un cuerpo que era la envidia de muchas jovencitas.
Hace 2 años se había divorciado no tenía niños y creía estar lista para formar familia.
Victor llegó presuroso al Restaurant “Paracas” ubicado en los arcos de Pza. San Martin este poseía una amplia variedad de comida criolla y se ufanaba de tener el mejor Ceviche del país, mucho mejor que esos gigantescos restaurants que poblaban la costa verde a donde Victor asistía solo por invitación, ya que siempre comentaba: “con el consumo de una cena, pago el salario a un par de trabajadores”.

-Ya estoy aqui, mil disculpas...la noche es jóven – Victor se sento en el apartado pidiendo un Pisco Sour para calmar su agitación.

- ¿Imagino que lo habrás meditado bien? Mi familia se incomoda por nuestra relación y yo ya no estoy para juegos- pese a su independencia economica, Veronica vivia con sus padres y estos ejercian sobre ella una poderosa influencia.

- Pero no eres una niña, además debo concretar el viaje que te mencioné es determinante para le futuro de la empresa, quiero algo más de tiempo – No era la primera vez que Victor pasaba por esto, pero sus argumentos eran debiles como siempre.

- !Nunca cambiaras! !Eres un veleta! – gritó Verónica, poniendosé abruptamente de pie, la sonrisa entre confiada y nerviosa de Victor la termino de desesperar, la misma que se borró de su rostro al ser refrescado por la rebosante copa de Pisco sour, acto seguido salío presurosa por la puerta.
Victor no sentía la sensación de perdida, por el contrario parecía que al lavarse el rostro en los servicios le invadia una euforica sensación de libertad.
Retorno a su mismo lugar y pidió la carta

- Tacu Tacu con Bisteck Montado, bastante cebolla como siempre – Un pequeño incidente no tendría porque arruinarle la Cena, ni impedir degustar su platillo favorito.
Una Frenética Toada brasileña se dejaba escuchar y esto despertaba el hambre de Victor, hambre de sexo , esa noche iba ser bastante larga.

Texto agregado el 01-02-2008, y leído por 96 visitantes. (0 votos)


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