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¡Qué bonito era respirar el aire allí arriba! Desde que había tomado la decisión de ser como se le apetecía y hacer lo que se le antojaba le parecía que hasta respiraba mejor. Cuando quería comer, comía, apreciando los sabores puros: lo dulce, lo amargo… también apreciaba la temperatura de las cosas, lo caliente como la sopa lo comía bien caliente y los fríos helados (de chocolate, preferentemente) los comía absolutamente helados, haciendo honor a su nombre.
Cuando quería dormir, lo hacía, pero disfrutando del sueño, regocijándose en él, dejándose abrazar por él. De ese modo, descansaba de verdad.
Si quería pasear, dejaba que uno de sus pies se adelantara y obligaba al otro a seguirlo…un, dos, un, dos… los tenía bien aleccionados… en realidad, no sabía quién caminaba si ella por su propia voluntad usando sus pies para ello o sus pies por voluntad propia y acto seguido, el resto de su cuerpo los acompañaba. Sea como fuere, cuando paseaba se sentía parte del entorno, casi diría que escuchaba en el susurrar creado por el viento que jugueteaba entre las hojas de los árboles, sus propias voces, que, alegremente, la acompañaban en su caminar.
Cuando olía, lo hacía abriendo todo lo posible las fosas nasales; dejaba que el aroma penetrase, lo sentía pasar por su interior, invadirlo todo para volver a salir. Olía las flores y también grababa en su memoria olfativa los olores a los que asociaba con sus personas más queridas.
La gente la llamaba loca, desquiciada, rara… estos y otros eran los apelativos con que los otros, los que no eran ella, los del otro lado, la calificaban; lo cierto es que muy poco le importaban, ella sabía que era especial, distinta si bien no a todos, sí a la inmensa mayoría y eso, en absoluto la entristecía. Sabía que había más como ella, los presentía. En ocasiones, cuando estaba en una tienda comprando cartuchos para su pluma, sentía algo, una pequeña vibración, un pequeño escalofrío y cando se giraba descubría a otra persona que con ojos comprensivos y sabedores de que otra realidad es posible la miraban con calma. Esos otros eran altos o bajos, rubios, morenos, castaños o pelirrojos y como ella, estaban en el mundo, en éste, por y para algo. Algunos lo descubrían pero nunca lo llevaban a cabo, otros jamás llegaban a ser conscientes de ello y poquito a poco se apagaban, se normalizaban y esquematizaban y los pocos que quedaban, acababan siendo seres excepcionales que hacían a la gente feliz con pequeñas cosas y dibujaban con un pincel una sonrisa en los rostros de quienes se atrevían a creer en ellos y en el mundo de las pequeñas cosas.
Escribía con pluma como se podrá deducir de lo dicho anteriormente. Si algo le gustaba de las plumas era que pese a ser un mero objeto inanimado, con el tiempo, ese pequeño objeto tomaba algo de su posesor, su ritmo, su forma y se hacía parte de él como si de un miembro más de su cuerpo se tratase. A su pluma y a sus cariocas era a los dos únicos objetos materiales a los que tenía afecto. En su fuero interno pensaba que un día, mientras bailaba las cariocas bajo el sol de primavera en su azotea, saldría volando y podría, por fin, ver el mundo desde lo alto que era uno de sus sueños.
Aparte de estos dos objetos que guardaba en una pequeña mochila que se echaba a la espalda, a esta niña siempre la acompañaba algo más, su sonrisa, una sonrisa para nada tensa, libre de toda maldad, sarcasmo o dobles intenciones, una sonrisa sana cuya intención no era más que reproducirse en la cara de quienes con ella se cruzaban.
No sabía si ese era el mundo que de veras le correspondía, tampoco quería preguntárselo, sólo deseaba vivir, disfrutar, sentir, soñar, percibir y conseguir que quienes la rodeaban hicieran lo propio.

Texto agregado el 06-04-2004, y leído por 451 visitantes. (15 votos)


Lectores Opinan
31-05-2007 Mágico... La verdad es que es una gran filosofía de vida, aunque difícil de sobrellevar. Le das a las cariocas?? xung0
02-09-2006 Me gustó mucho tu cuento, me has dado un buen viaje...quedé atrapado.. antonios
19-03-2006 ¡Qué lindos ideales! Lastima que la mayoría de las veces el mundo transversal termina destruyendo todo lo hermoso; espero que no alcance a destruir tus relatos ;) saludos! Sandi
19-02-2006 Esos pensamientos tan lindos...esas ganas de oler el aroma de las flores hasta la médula...evocar las sensaciones, sonreír así, regalarse toda en su belleza que pasa por ese dar también, es lo que piensa, siente, ama, la mujer que sueño. ahora pienso que estoy tan loco, tan normalizado quizá, tan esquemático, o algiuenes más aman como yo? es irreal este texto. es de otro mundo. Nicolas_Nunca
06-01-2006 Sólo SER Gracias.. Estulticia
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