El secretario de defensa, de pie ante el micrófono, explicaba que bajo la premisa de que la mejor defensa es el ataque, se había decidido destruir esa población acabando con todos sus habitantes y arrasando toda la infraestructura existente. Tras unos segundos de silencio, uno de los reporteros, saliendo momentáneamente de su asombro, preguntó si habían considerado que no todos los habitantes del lugar eran antagónicos a este gobierno, que eran varios millones y que muchos de ellos eran mujeres, ancianos y niños.
La respuesta fue clara y determinante, tras aclararse la garganta, el secretario dijo que sí, que se habían considerado todos los factores, todas las posibilidades y que finalmente se había determinado que los pequeños niños seguramente habrían sido educados en el futuro para ser nuestros enemigos, que las mujeres procrearían, lo que resultaría peligroso y que los viejos envenenaban las mentes de los más jóvenes con ideas peligrosas, en relación con los hombres adultos consideró que no era necesario emitir opinión.
Acerca de la infraestructura, indicó, que eran muchos los gastos para mantenerla habilitada y que en todo caso se corría el riesgo de que fuese usada por algún otro grupo contrario a nuestros intereses.
Sonriendo, mientras mostraba una extrema satisfacción dijo, no más preguntas.