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Román conocía a Hermes en persona. Román veía, aprendió a ver mediante el uso de drogas, accidentalmente y, cuando se dio cuenta que podía ejecutar el ver sin el uso de drogas simplemente las dejó no sin antes agradecerles eternamente (Román escribía en tales estados artificiales cartas a sí mismo para los momentos en los que estuviera normal, y mientras se escribía intentaba explicárselo todo a sí mismo. Lo que se explicaba era el funcionamiento de su estado perceptual e ideaba técnicas para lograr el mismo estado sin el uso de drogas. Así que Román no-drogado comenzó a estudiar las enseñanzas del Román drogado. Y aprendió). Román era un romántico. Comenzó a practicar el estar todo el día bajo un árbol y simplemente ponerse a ver los colores y las formas que contenían a los colores hasta que su cerebro hallaba todo un extraño código en todo ello - toda su concentración en ello. Otras veces cerraba los ojos y se ponía a "sentir" y sentía las miradas de quienes le veían como agujas que se le clavaban en todo su ser y no le importaba, no abría los ojos, así que empezó a sonreír ante el´especxtáculo que su indiferencia despertaba. También comenzó a usar el disfraz: unos días se vestía decididamente mal y lograba absorber todo el desagrado que producía y la afectación sobre su ánimo de lo que significa ser tan mal visto por los demás. Otros días se vestía bien y se comportaba decididamente de manera bien educada y no tardaba en sentir los cambios en la manera en la que los demás lo veían. Descubrió que la mirada de los demás ejerce una presión sobre todo su cuerpo energético. A partir de allí nunca dejó de usar el disfraz y, como vemos: halló el más inteligente sucedaneo de las drogas: aprendió a absorber energía y destruyó totalmente la imagen de sí mismo con un fin utilitario energético: Román aprendió a transmitir IMAGEN y a recibir de vuelta la respuesta. Es curioso: Román hallaba más vigorizante la energía del odio y del temor que la energía del amor o del reconoicimiento de su educación. No necesitó las drogas jamás.

Román conoció a Hermes, lo dije ya con anterioridad. El nivel de relajamiento que Román logró adquirir en cualquier circunstancia le permitió percibir el acercamiento de personas fuertes: los colores cambian, varían de un momento a otro según la presencia que irá a aparecer: Debemos tomar en cuenta que en el próximo segundo cualquier cosa puede ocurrir, sin embargo todo lo que ocurre obedece a un ritmo. Román aprendió a reconocer las interrupciones del ritmo natural de las cosas que ocurren y aprendió a reconocer las causas de tales interrupciones: usualmente personas con un altísimo nivel de energía. Tales personas alteran, ejercen un efecto profundo en las energías del entorno (repito que Román aprendió a descodificar el lenguaje de los colores y las formas que en todo momento dado se presentan ante la percepción, lograba mantener su mente en ese estado de absoluta atención y concentración hasta que se convirtió en un estado natural en él). Román se hallaba sentado a la entrada de un edificio una tarde de agosto del '96 y vio cambios profundos en todos los movimientos de lo que se hallaba a su alrededor, las camisas de los transeuntes comenzaron a mostrar inusuales cantidades de estampados de dioses de varias culturas, de la india, de la cultura maya, de cristos, etc. A pesar de que el cielo se hallaba nublado Román pudo ver el crecimiento de una abertura circular justo encima de donde él se hallaba - y nadie más se daba cuenta de estos detalles - en fin: todo se impregnó de señales de una cierta índole específica, esçxtrañísimos movimientos en las ramas los árboles, como si se debiesen más al propio respirar del árbol que al viento. Y Román percibió rostros formándose en el diseño de los troncos de los mismos árboles. En fin: todo estaba como respirando algo. Y de pronto un niño, pero no un niño, un individuo que sólo podía ser descrito como un niño se detuvo frente a Román, en plena acera, mostrándole a Román la espalda. Una espalda que era una fuente de energía poderosísima que pronto rodeó a Román y le impregnó y lo haló y lo cambió, de un segundo al otro para siempre. Esa fuente de energía que salía como de una jarra de la espalda del Hermes le golpeó tres veces a Román en una inolvidable frecuencia de hi-fi que hizo a Román vibrar como un insecto del más puro placer y que le sacó alas, en realidad arrancó a Román de Román, el primer Román sacado por la energía de Hermes era aquel que en sueños viaja por todo el Universo. Luego le arrancó otro Román: aquel que conoce el inframundo, aquel que pertenece a las oscuridades del planeta Tierra. El tercer Román que le sacó era aquel Román que podía salirse de su cuerpo y hacer que las cosas ocurriesen a la distancia. Luego de estos tres golpes de alta frecuencia la camisa blanca de Hermes adquirió la forma de un rostro que, abriendo la boca absorbió todas las energías del entorno y luego se las escupió mediante un poderosísimo soplo encima de Román. Los cuatro Román enloquecieron como locos como en un baile de san vito y la euforia incontrolable de un epiléptico. De un segundo al otro Román supo todo lo que tenía que saber: no morimos: circulamos entre mundos. Por supuesto: Hermes después se fue, sin haber mostrado su rostro. "Decididamente: yo seré tu amante" le susurró a Hermes Román.

El primer Román sacado por Hermes de Román regresó completamente a él durante la noche, me refiero al Román que durante los sueños viaja por todo el Universo, y regresó con una noticia muy particular: Somos estrellas.... Somos todos estrellas, Nuestra esencia, la de cada uno, es una estrella. Tú eres una estrella Román. El segundo Román, aquel que pertenece al inframundo retornó a Román en un segundo después del retorno del primer Román y esto fue lo que le dijo: "Todos somos estrellas Román, todos, pero estamos atados a la Tierra hasta el fin del mundo. En el momento de morir descendemos a su centro y allí permanecemos mientras la Tierra nos quita toda la información de cómo hemos sido, la guarda, la conserva y después volvemos a renacer Román... y así hasta el fin del mundo, Román" el tercer Román, aquel que es su cuerpo energético, el poder de la psique de Román, retornó a Román unas horas más tarde y le dijo: "No tenemos más remedio que seguir trabajando... y saluda a los amigos, Román" Éste último Román, después de su experiencia con Hermes halló una habilidad increíble: Avisaba a Román de la cercanía de quienes poseyeran al menos uno de los tres cuerpos activos, y se manifestaba como un temblor que sentía todo el ser de Román y luego una automática transisión de energía poderosa que vaciaba Román como una bolsa que se vacía, luego Román caía al inframundo para posteriormente elevarse por todo el terreno de la galaxia hasta retornar en sí lleno de un vibrar tan increíblemente placentero que nunca, jamás, ninguna droga podría sustituir.

Pero después Román descubrió el mundo de los insectos y en ello colocó toda su atención. El principio era este: podemos transformarnos en todos los seres de la naturaleza. Podemos modelar nuestra energía hasta el punto de abandonar el ámbito de lo humano e ingresar en otros terrenos y absorber sus dones. Fue a partir de allí que Román adquirió una vibración de placer tan absoluto y un abandono tan total de su ser como humano que la verdad es que producía asco a todos los demás. Román, como los insectos, comenzó a producir su propio veneno y mediante el tercero de sus cuerpos, aquel que activa a la distancia, comenzó a inyectar a los demás sueños tan increíblemente eróticos que, coño, que la verdad es que yo no sé.

Un millón de Hijas del Cielo lo observaban sin saber exactamente qué opinar... eran sólo un cuarto, eran sólo un cuartico... sólo un cuartico (Así pensaba Román).

Texto agregado el 20-01-2008, y leído por 99 visitantes. (0 votos)


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