Un día bajó desde un arco-iris un anciano. Tenía un gran sombrero de ala puntiagudo, maltratado, que le cubría la mitad del rostro; se apoyaba en un alto bastón de madera. Debajo del ala del sombrero caía majestuosa una larga barba blanca. Parecía ser un ávido caminante, a pesar de su avanzada edad.
–Vengo a anunciar que dentro de 20 días se acaba el mundo, la tierra explotará y no hay nada que hacer al respecto –dijo. Y luego se marchó por dónde vino.
La gente se alarmó con el mensaje y se reunió a un selecto grupo de especialistas, para que hablaran al respecto y tomaran una decisión. Todo esto tomó justamente 20 días.
El portavoz de los especialistas se disponía a decir su discurso. Lo último que se alcanzó a escuchar antes de la gran explosión de la tierra, fue un: «Concluimos que es técnicamente imposible» del vocero de los especializas.