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Inicio / Cuenteros Locales / Soli / UN DESPERTAR DEL ENVASE ROMÁN

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El sol salió por entre las torres en un momento de sueño inesperado, en una interrupción golpeando la cara de Román con sus rayos de tan aquí. El despertar debe ser tan lento como un aterrizaje, porque si no se corre el error de sentirse tan atrapado aquí, y lo seres, los seres que acompañan este otro estado de cosas al que llamamos sueño, si no despertamos bien se pueden ir, porque dentro de nososotros están.

Si te digo son como un líquido, un haz de energía de cualquier color. Sayonara. Y suelen remontarse hacia dentro de la tierra en los espacios cuadrados en donde restan las raíces de los árboles de la ciudad, y, si uno espera y ve cómo la tierra se los bebe, oye linda, no tardan pronto en asomarse en figuras en las ramas y hojas de los árboles, se muestran y sonríen. Y entonces Román se levanta, pestañea y sabe que todo está bien, que aún tiene trabajo, tanto por hacer, tanto por continuar haciendo.

Mientras tanto busca cualquer camión de la armada de salvación para comer. Come y con la mugre entre sus cabellos espera. El sol le lleva ondas de sonido que le otorgan todo lo que le pudiera faltar. Las nubes, cuando las mira, forman rostros y sonrisas, las manchas en las paredes se mueven sigilosamente y toman algunos de los cuerpos de los paseantes del lugar. Una invasión, una invasión extra-terrestre sólo de Román; y por allá, cuando hay algún otro, Román lo explota en blanco cargándolo de blanca electricidad. En algún momento, siempre, los pies se le cambian de textura de piel y Román entero pasa a cuentos del desierto de alguna lejana época atrás, pero retrotrayéndose a su presente circunstancial de un ahora que es un lugar dentro de sí, ahora, Román trae consigo todos los vientos y seres de ese desierto de atrás y los empuja a jugar a su alrededor en plena ciudad y los empuja a este otro viento hasta que todo se mezcla en las nubes y comienza a ventear fuertemente y poco a poco comienza a relampaguear y pronto a llover lluvia que cae hasta la tierra bebedora y sabihonda haciendo nacer de entre las ramas de los árboles de la ciudad nuevas figuras y rostros de tanta sabiduría de atrás que arrancan auras y blancas fuerzas eléctricas de vida de los seres que se pasean en la ciudad sin hacerles ningún daño real y todo eso va al suelo y no tarda mucho en brotar.

Sucio, no es que no era inteligente, pero tenía un muy poderoso sentido de concentración y de responsabilidad que lo obligaba a abandonar y en ser ahí - en un tesoso custodiado por los duendes en agún lugar dentro de sí - obedeciendo a algún pacto concertado en algún lugar del espacio, del tiempo o del universo que sólo le interesaba cumplir mas no recordar.


Texto agregado el 06-01-2008, y leído por 73 visitantes. (0 votos)


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