(de un yo amargo para un yo depresivo... para aclarar)


Por qué.
Sí, por qué.
Sí, porque quieres saberlo. Porque quieres llegar de una vez por todas al final. Porque quieres saber de una vez por todas en qué termina esto.
Sí, cómo no.
Pero lo sabes, lo tienes claro. Sabes que la vida no es un libro, sabes que no habrá un clímax, sabes que no tendrá un final, ni mucho menos que el que tú quieras.
Porque la vida es más que eso. Y menos.
Mucho menos.
Porque es menos de lo que quieres. Y por tu culpa. Siempre.

No culpes a nadie más, por favor.
No le pidas al resto que haga cosas que no deben hacer, porque no lo merecen. Porque si tú no puedes hacerlo no pidas ayuda. De todas formas sabes que te es casi imposible. Siempre lo ha sido, siempre lo será. Ya es muy tarde para cambiar, aunque muchos digan lo contrario.
No aceptes, no aceptas la ayuda que te ofrecen porque sabes que lo hacen sin entender. No sirve. Podrías usarla para reír. Para nada más.

Cada cual tiene sus problemas, guárdate los tuyos. A nadie le interesan.
O no, mejor, dilos, enumera todo lo que ocurre en tu horrible vida:
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-
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- ...

Nada.
No tienes nada qué decir, sólo lágrimas que derramar.
Por nadie.
Por ti.

Crees que encontrarás la maldita pieza. Te repito que no es un cuento, te repito que no es una historia con un final feliz.

En realidad no formas parte de ningún lugar en específico. Paseas por todos lados, estás en todos lados sin estar ahí de verdad.
Y a pesar de que el pozo se levanta, a pesar de que se acerca y se acerca a la superficie, tú no, tú ya no puedes subir más, por tu culpa, porque tú no quieres.
Porque prefieres quedarte abajo, bajo tierra, en el fondo, entre el barro.
Porque la brisa es demasiado para ti.

Porque sabes que ese ser irreal es la pieza que te hace falta, que no logras encontrar. Porque tan dependiente eres que ya tiene forma dentro de tu mente.
Y una voz. Hermosa, clara.
Pero que no te dice nada.
Porque sólo eres tú. Porque las trenzas rojas y las alas multicolores no existen aquí. Ni si quiera tus ojos son fríos.
Porque no tienes nada más que tu mente, y lo que ella te da.
Pero no te da nada.


Porqué.
Porque sí, esa es la única respuesta.
Ayúdame.... ¿A quien le hablas? Nunca has podido decir eso, ni nunca podrás.
Nunca serás quién quieres ser, pero eso no te importa.
Sólo quieres encontrar la asquerosa pieza del asqueroso rompecabezas.
Encuéntrala de una vez.

Ah, lo siento. Había olvidado que no existe tal pieza. Ni siquiera existes tú.

¿Es mentira?
Sí, claro.
Tú creas tus verdades.

Lo olvidaba.


De todas formas, cuando la encuentres, será demasiado tarde.