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4-SEGUNDO DESPERTAR

Luego de haber quedado inconsciente en el cuarto aquel, recuerdo que comencé a tener una especie de recuerdos de lo que sucedía mientras estaba congelado.
Mientras más tiempo transcurre mayor es la calidad de los recuerdos que tengo, es cómo al revés de cuando uno sueña, dónde al despertar uno recuerda con claridad el sueño, pero a las pocas horas el sueño se pudo haber esfumado de la memoria o haber perdido fidelidad o claridad. Pues, aquí, cada vez tengo mayor claridad en los recuerdos, aunque, no puedo asegurar que gane fidelidad, ya que quizá agrego información al recuerdo cada vez que pienso en él.
Como quiera que sea, en un inicio solo recordaba algunos paisajes abstractos, ovejas, los recuerdos de una novia que tuve siendo jove, y una serie de conversaciones con mis seres conocidos pero envejecidos y sin cuerpo visible; algo así como hablar mediante mensajes electrónicos o por teléfono. Recordaba también el rojo, unos enormes cubos rojos suspendidos en el aire y el cielo igualmente rojo, o azul.
Luego de tener esta serie de «recuerdos-alucinantes» desperté con aún con el dolor de cabeza, pero ésta vez mucho menos intenso. Abrí lentamente los ojos, temeroso de lo que pudiera ver. Pero lo único que había ante mi era la superficie de un escritorio de cristal esmerilado y una serie de diversos objetos que no reconocía.
Me incorporé, buscando a mi rededor la tela plástica que me había servido de vestido y la hallé con la mirada del otro lado del escritorio. Me estiré para alcanzarla, peor al tirar de ella estaba atorada a algo, así que me asomé y vi a Phillip, o lo que quedaba de él agazapado en posición fetal sobre la tela. Me le acerque y lo sacudí pero no despertó. Tenía los ojos abiertos vacíos, pero aún respiraba. Traté de hacer que reaccionara pero no lo logré. Así que me puse de pié, entonces vi el otro pedazo de tela plástica, casi en el otro extremo de la habitación. Me lo até como si fuera una toga y salí de la habitación con cuidado, tratando de asegurarme que no hubieran personas con llamas verdes aún.
La luz había vuelto, y la señal de alarma continuaba encendida. Había ahora más destrucción de la que había visto tras mi primer despertar. Había varios cuerpos quemados y las campanas de congelación casi habían desaparecido, solo quedaban algunos metales y unos cráteres dónde antes estuvieran los cilindros. Salí caminando con paso torpe, sentía las piernas como fideos, y el piso seguía atestado de partículas de cristal y la substancia resbalosa que por fortuna ya no tenía yo encima.
Busque con la mirada algo, no tenía idea de que. No sabía que podía hacer en una situación como la mía. – Tal vez buscar ayuda – pensé, pero luego la idea pareció bastante estúpida. Pues no tenía ni la menor idea de en que año estaba ni, que era lo que había sucedido, solamente tenía miles de ideas en mente. Tal vez había una guerra o quizá los doctores habían enloquecido ¿como iba a enterarme? No tenía ni la más mínima idea de lo que sucedía en el mundo. Entonces pensé que debía encontrar a alguien no agresivo, o algún periódico o algo que pudiera darme algo. Y luego me sentí estúpido. Quizá lo mejor sería buscar algún otro sobreviviente y tratar de salir de allí, pues no parecía un sitio muy seguro.
Cómo no se me ocurría nada más, enrollé mis pies en algo que parecían ser cintas magnéticas o de filmación analógica y con eso improvisé calzado para buscar entre los cuerpos.
La mayoría de ellos aún tenía vida, pero era un pequeño suspiro de vida. Apenas un minúsculo germen de pulso casi imperceptible y una respiración que solo con un espejo podría ver. Definitivamente no sería una tarea sencilla volverlos a la vida.
Busqué también hacer reaccionar a Phillip, pero resultó imposible. El hombre parecía totalmente ausente, era como si lo hubiesen hipnotizado. Y una vez desesperado por la apatía de mis compañeros de viaje caminé hacia la que parecía ser la puerta de salida. Me detuve en el umbral y miré hacia afuera. Había un pasillo obscuro y largo, solo se iluminaba por momentos gracias a una luz roja de alarma. Atoré la puerta para que la luz que había dentro del cuarto de congelación iluminara un poco salí sigilosamente al pasillo.
Las cintas que tenía envueltas en los pies hacían un ruido como hojas secas crujiendo a cada paso que daba. Lentamente llegué hasta el final del pasillo, dónde éste daba una vuelta y luego llevaba hasta más puertas y un tubo de cristal que yo me suponía era un ascensor.
Caminé hasta la primera puerta y la empujé con cuidado. Dentro había luz blanca. Era otra de los cuartos de congelación, y también parecía haber sido destruido.
Entré cerrando la puerta tras de mi. Y caminé hasta donde estaban los cuerpos. Igualmente todos parecían estar apenas vivos, otros definitivamente no habían resistido. Había un hombre que tenía una extraña expresión en la cara. Quizás había sufrido el mismo destino que Phillip.
Vi entonces el cuerpo de una mujer joven que por alguna razón me recordó a Magda. Tal fue mi reacción, que en verdad creí que podía ser ella. Así que corrí hacia dónde estaba . Tenía los brazos cruzados sobre el rostro, como si se estuviera cubriendo de la luz, su cabello estaba impregnado con aquella substancia y tenía varias cortadas que aún sangraban. Tomé el cuerpo de la joven y entonces escuché algo tras de mi. Entonces se heló mi sangre y sentí cómo pasaba un rayo a través de mi espalda. Volteé hacia la fuente del sonido pero solamente vi una especie de tubo blanco girando en el piso. Alguien lo había movido.
Dejé el cuerpo de mi supuesta Magda y me pe incorporé para poder estar atento. Agudicé el oído y la vista pero no podía ver muy nítidamente. Mi corazón latía cómo si fuese a explotar, podía escucharlo claramente bombear la sangre. La adrenalina corría por las venas y mi piel se erizaba.
Di unos pasos y pateé un pedazo grande de vidrio hacia dónde estaba el tubo. Nada sucedió. Así que me acerqué a la pared más cercana y me agazapé allí. Mi fui acercando hacia una de las puertas, dónde quizá había entrado mi espía. Estaba ya a un par de pasos cuando alguien salió corriendo de la puerta con una especie de palo en la mano, cruzó la habitación en lo que me pareció una fracción de segundo.
Quedé atónito ante la velocidad de este «individuo» y quedé paralizado. Mirando hacia el rincón en el que había desaparecido la figura del hombre (o la mujer). Y entonces pensé que estando en el futuro (o más bien mi nuevo presente) podía ver muchas cosas a las que no estaba acostumbrado, cómo aquella muestra de increíble velocidad.
Aún después de pensar todo esto seguía pegado a la pared, con los hombros casi asfixiándome. Poco a poco me relajé y decidí moverme sin perder de vista el rincón obscuro. Avanzaba pegado a la pared, dando zancadas para tratar de llegar hasta la puerta de entrada; de alguna manera sabía que debía evitar el contacto con esa persona.
Tropecé con lo que me suponía yo, era un tubo. y fui a dar hasta el piso. Me levanté lo más rápido que pude pero me quedé sin aliento y casi puedo afirmar que el corazón se me había detenido cuando vi frente a mi un enorme ojo negro con un punto rojo de luz que me miraba a unos centímetros de distancia. Retrocedí de nuevo hasta la pared y me quedé mirando horrorizado al monstruo de metal que tenía frente a mi. Tenía unos dos metros de altura a pesar de estar agazapado mirándome. Tenía algo cómo una tenaza o brazo que era igualmente enorme en su lado derecho. Y entonces me percaté que ésa cosa era lo que había visto salir corriendo de la habitación. Pero ahora al tenerlo frente a mi, nada le encontraba de parecido a un humano. Parecía más bien una mezcla entre un insecto y un calamar gigante. Apoyado en una especia de cuerpo serpentino que a su vez tenía varias patas o tentáculos que ondeaban a unos centímetros del piso.
Además de estos tentáculos no había ningún otro movimiento en el monstruo, ni una respiración ni nada. Estaba quieto, examinándome cuidadosamente con su enorme ojo. Había un sonido como un silbido que salía de su interior.
Sus tentáculos cambiaron el movimiento ondulante por una rigidez atemorizante, parecían enorme aguijones. Pero luego se enroscaron, el monstruo retrocedió sobre si mismo, y se irguió a unos cuatro metros del piso. Coronado con el punto rojo que había al centro de su ojo. Se mostró majestuoso y enorme ante mí. Nunca había sentido tanto miedo en mi vida, era un ser enorme, horrible, bello e hipnotizante, era como una enorme serpiente de metal negro.
Comenzó a encogerse de alguna manera y los tentáculos se apoyaron al piso. En unos pocos segundos tenía un androide frente a mi. En dónde debería haber un brazo izquierdo había un montón de cables colgando.
Noté entonces que tenía la boca abierta y la mandíbula extremadamente tensa. Traté de cerrar la boca pero me dolió, entonces el androide rápidamente me pinchó con un dedo en mi sien y pude cerrar la boca. Sin dejarle de mirar sorprendido dije lo primero que me vino a la mente –¿Hola?– Al androide se le cayó un pedazo de mandíbula al piso, luego se escuchó desde su interior la voz suave de una mujer que decía mi nombre, un numero y luego algunos datos sobre mi persona. – Estado civil antes de la congelación: soltero; ocupación: músico compositor; último estado de salud reportado: estable...- decía la voz de la máquina.
–Disculpe, ¿Usted entiende mis palabras? – le interrumpí. Detuvo su discurso y se quedó mirándome con un par de ojos más humanos que el enorme ojo que antes poseía, ahora eran dos ojos de color azul. –Le entiendo perfectamente señor –dijo, haciendo que unas piezas se movieran dónde antes estaba la articulación de la quijada que ahora estaba en el piso. –¿Y tu me puedes decir que está pasando aquí? – El androide giró la cabeza y recorrió el cuarto de congelación, con los cuerpos desparramados en el piso y los cráteres que antes eran las campanas. – Hubo un ataque al edificio – Dijo. – ¿Y quién nos atacó? ¿por qué lo hizo? – me respondió que no tenía esa información. Luego se le cayó otra pieza que tenía pegada a lo que sería su pierna.
–¿Qué o quién eres y por que te estás desarmando?– Soy un guardan y asistente, mi nombre es «Rhathyleb» (o algo así entendí) y fui agredido por los atacantes. Solo funcionaré por poco tiempo indefinido; sufrí grandes daños – dijo. – ¿Y siendo tan grande no podías defenderte?- No podía, se me dio la orden de no agredirlos, así que únicamente traté de protegerme y asustarlos. – Entonces pensé que lo misma había intentado conmigo –¿Quién te dio esa orden? – No puedo responder a esa pregunta – Dijo. – Bueno, ¿y que se supone que sebo hacer yo ahora? -le pregunté. – No poseo esa información precisa para su caso y en ésta circunstancia, pero debería esperar a que lleguen las autoridades y entregarse – ¿entregarme? ¿para qué? ¿por que? – Entregarse para que le den sentencia, por que usted ahora es un delincuente, a pesar de seguir siendo nuestro cliente no podemos hacer nada por usted – me contestó. Y pensé que era una locura. Pero cómo lo había pensado ya, tenía que aceptar que cualquier cosa fuese posible. Decidí ahorrarme la explicación de mi delito y le pregunté si podía tener acceso a mis cosas y si podía salir del edificio. Me dijo que me guiaría a las bodegas para entregarme mis cosas, pero que salir del edificio quebraría más leyes, que lo podía hacer bajo mi propia voluntad, perdiendo entonces el respaldo de los laboratorios que me protegían lo más posible en ese momento. Y me pareció que realmente no era mucha la protección que me habían brindado hasta entonces. Así que decidí que luego de sacar mis cosas me iría de allí antes de que las mencionadas autoridades llegaran a arrestarme.
Rhathyleb me condujo fuera del cuarto y me llevó hasta dónde estaba lo que parecía ser el ascensor de cristal. Lo miró y me dijo que ya no funcionaba. Así que me llevó hasta una puerta de metal que había cerca de allí, la abrió, dentro estaba aún más obscuro que en el pasillo, pero Rhathyleb tenía una lámpara saliendo de su cabeza. Era una habitación muy pequeña, de no más de nueve metros cuadrados. Y en el centro había un hoyo en el techo y otro en el piso, por éstos pasaba un cable. Me asomé hacia abajo, no se veía nada, obscuridad y el cable que bajaba. El androide me tomó por la cintura, yo traté de resistirme pero no pude hacer mucho, tenía una fuerza terrible.
En un instante estábamos bajando por el agujero, según sentía yo, a mayor velocidad que la caída libre. Solo veía como ráfagas y ráfagas de habitaciones similares a la que estábamos antes. Luego bajó la velocidad de la caída y nos detuvimos en una habitación igual, pero iluminada de alguna manera, no me explico aún cual, pues, no había fuente de luz, solo estaba todo ahí, muy claramente iluminado, casi sin sombra alguna.
Miré a Rhathyleb, que había dejado de tener forma humana, ahora parecía una gran copa. Dejó en el piso y luego cambió de nuevo a la forma humana mientras una gran pieza caía por el hoyo.
Poniéndose de pie junto a mi, noté que le faltaba un trozo de la espalda.
Dio unos pasos inseguros y luego una de sus piernas se desbarató. Pero un par de lo que en un inicio habían sido tentáculos evitó su caída. Y prosiguió la marcha hacia afuera de la habitación.
Yo lo seguía de cerca, salimos a un pasillo muy parecido al anterior, pero éste estaba iluminado de la misma forma que la habitación que habíamos dejado. Caminamos por el pasillo hasta el fondo y al dar la vuelta llegamos a una extraña pared. Parecía como un enorme hielo en medio del pasillo, incluso se sentía frío.
Mi guía lo atravesó como si no hubiera nada frente a él. Yo me quedé ahí mirando incrédulo cómo había desaparecido el robot. Que luego de unos segundos regresó y me dijo que lo siguiera. Con las manos estiradas comencé a entrar en la pared de hielo, en efecto se sentía frío y húmedo, y más aún que yo solo llevaba mi túnica improvisada y mi calzado de cintas magnéticas. Todo se miraba blanquiazul, distorsionado. Sentía que no estaba avanzando mucho, y luego fue como si la gravedad desapareciera o jugara con nosotros. Caminaba de lado o de cabeza, luego flotaba. Por fin, sentí mis pies firmes y me encontré en una sala redonda, con un montón de cubos blancos que parecían de cristal en vez de paredes.
El androide se acercó cojeando a un cubo, lo sacó. Era solo un cubo blanco cristalino. Lo puso frente a mi. – Usted debe sacar sus pertenencias – dijo, indicándome con su mano el cubo. Lo iba yo a tomar cuando mis manos lo atravesaron al igual que la pared anterior. Dentro había algo. Lo tomé, era como un bulto. Lo extraje del cubo. Era, en efecto, un bulto de tela plástica rojo con negro, que tenía un escudo de algo como agua –¿Qué es esto? – le pregunté a Rhathyleb – es una mochila, dentro están sus pertenencias y una computadora, además de su identificación. La computadora le explicará algunas cosas que debe usted saber. – En efecto, encontré una especie de asa en el bulo, la jalé y ya tenía una lujosa mochila colgando de mis hombros.
Salimos de la habitación. Al pasillo, atravesando una vez más la extraña pared. Y le pedí a Rhathyleb que me mostrara la salida del edificio, pero se negó. Dijo que llamaría a un guía para que me llevara, pero luego dijo que había errores en la comunicación.
Caminamos por el pasillo y luego sonó un pitido en el interior de Rhathyleb, quién me indicó que estaba por apagarse y en un instante se desplomó en el piso, regando piezas hacia todas direcciones, como si se hubiese despedazado con el impacto en el suelo. Solo quedó un montón de escombros metálicos y plásticos que no estaban unidos entre si.
Me quedé mirando todas las piezas que habían sido mi compañero y no pude evitar sentirme triste, incluso más que cuando encontré el cuerpo inmóvil de Phillip, a pesar de que éste si era un humano.

Texto agregado el 27-12-2007, y leído por 163 visitantes. (0 votos)


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