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Recuerdo cuando mi abuelo me acompañaba, y más aun cuando yo lo acompañaba…nos íbamos de vacaciones los dos al campo. Tomábamos copas de helados gigantes a riesgo de que el bus nos dejaría en el camino, organizábamos excursiones de caza (a las aves de los vecinos) con escopeta al hombro y cinturón de charro, al rato, siempre llegaba alguna vecina a acusarnos por haber desplumado uno que otro de sus patos en su propio corral….

También teníamos excursiones frutales, eso consistía en apoderarse de la mayor cantidad de fruta de los árboles de los vecinos sin que ellos reclamasen, yo me encaramaba en el árbol y mi abuelo recibía las frutas con un saco, luego de eso, el repartía minúsculas “medias lunas” de melón, sandía o “cirellas”, así llamaba el a las ciruelas… hasta que alguien dijo; “¡Oiga gancho!, los higos que le dejé sacar eran unos cuantos para usted y su nieto, no para que me dejaran el árbol pelao”…han pasado tal vez mas de veinte años y todavía me río de eso.

Por otro lado también estaban las tardes de pesca, en donde mi misión consistía en preparar algún recipiente para recibir los peces, recolectar unas cuantas pobres lombrices y cuando se acababan, hacer bolitas con migas de pan como cebo, con todo eso partíamos a un riachuelo a unos metros de la casa, mi abuelo con una caña de coligue al hombro y un “cañón” en la otra mano, el bien llamado “cañón” no era otra cosa mas que un buen jarro de vino…luego de un rato en que hablábamos y me contaba un millón de historias bajo un sauce, ¡picaba el primero!, yo siempre presto a recibirlo ¡y contábamos uno!, en ese instante, mi abuelo decía… ¡ya, anda a dejar el pescado a la casa y trae otro cañón!, yo tomaba el pez triunfante en una mano y en la otra el jarro vacío y volvía tan rápido como podía con un cañón lleno….¡imaginen cuando la pesca era abundante!, varios impactos de cañón hacían que mi abuelo terminara durmiendo bajo el sauce y yo tratando de pescar algo…

También teníamos paseos a la playa, y es aquí donde aparecen “las sirenas”…un día le pregunté a mi abuelo por que el nunca se bañaba en el mar, y me contó, que en su juventud… el era el mas experto nadador, el mar temía cuando se acercaba a la orilla y las olas se arrepentían de romper para darle paso a sus brazadas, hasta que un día, nadó tanto hacia las profundidades que logró oír el canto de las sirenas...cada vez mas cerca e intenso, y logró captar que en su canto, esas hermosas criaturas decían…”Gabriel, Gabriel… (Ese era su nombre), que venga para bailar con el”, ante eso, ¡el se asustó de sobre manera!, pensando en que podía permanecer cautivo en las profundidades para la eternidad, así que decidió volver a la orilla y no entrar jamás al mar…obviamente yo creí todo y me sentía orgulloso de que mi abuelo hubiese podido estar cerca de tan hermosas criaturas…a pesar de eso, yo jamás tuve miedo del mar, al contrario, siempre buscaba ir mas y mas adentro, como en todo, siempre he tratado de ir mas allá, de bucear mas en el fondo, de jugar al todo o nada, tal vez, y creo que así es, para tener la suerte de escuchar también aquel canto misterioso y sugerente del que mi abuelo me habló…

Tal vez otro día, y si mis lagrimas me dejan, pueda hablar de las historias de “Vámpiros”, no de vampiros, sino que de “Vámpiros” como el los llamaba y de su peculiar forma de orinar tanto en una pileta, como en un tarro, o en el baño con la puerta abierta, o la de los gatos envenenados, o la de tus fotos (que aun existen) abrazado con pelé…sabes que yo no tendré hijos, ni mucho menos nietos a quien contarle estas historias, pero créeme que no fueron en vano…

Te envío un abrazo hacia el infinito, a ti, Gabriel Osvaldo Saavedra Leyton…por que se que estés donde estés, estarás contando tus historias….esas historias que a pesar de tantos años, todavía se viven…de la misma manera en que cuatro generaciones conservan la forma de tus costillas y orgulloso me siento, de ser el único en tener tu lunar en mi brazo, si, ese mismo que tu tenías en tu pierna, tal vez sea la marca que dejaron en ti las sirenas, las mismas que yo siempre he buscado, y solo tal vez, cuando escuche su canto, nos volvamos a reunir….

Texto agregado el 21-12-2007, y leído por 448 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
27-11-2008 Que liiiiindo...creo que todos de una u otra manera pudimos recordar parte de nuestra niñez. Te felicito amigo...hermoso y muy emotivo...sinif-snif nannypollette
10-10-2008 Marco un escrito maravilloso, mis saludos. sigrid
22-12-2007 es maravilloso, yo también algo me acuerdo de las sirenas y las cirellas, y espero que algun dia Tú puedas contar esas historias a mis hijos y a los tuyos, ya sabes eres mi ejemplo, mi orgullo y mi fuerza, siempre al igual que tu con mi abuelo estas por delante, siempre. Son muy lindas historias y espero que el canto de esas sirenas llegue en un futuro muuy lejano para que mis hijos y los tuyos puedan oirlas de tu boca porque solo asi perduraran en el tiempo y solo asi tendran el verdadero valor que se merecen..... DHAN
 
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