La ilusión envuelve la habitación, te llenas de deseos y metáforas
Inventadas de aquella historia no vivida.
Deseos que se desgarran en la cobardía por no vivir tu propia vida.
Esperanzas que se fundan en el simple recuerdo de mi olor
Y que se coartan con tus miedos pueriles y clementes.

Y es que si entras en mi alma, ya no podrás salir
Si bebes de mi sangre, te envenenaras con mi recuerdo
Y cada día proliferará la duda
Y cada mañana evocaras ese amanecer

Sabes que no puedes contenerme,
Y que te me haces tan vulnerable
que tu orgullo enredado en prejuicios
no soporta depender una vez más, de quien más te conoce.

Certero era, que no llegarías al encuentro
Y que todo el día, especularías de la aventura desquiciada
Que tú mismo propusiste, huyendo irresoluto,
ante la evidencia de la confirmación.

Y es que en esa mesa pondríamos más que palabras
Y corazones desnudos despojándose de la farsa
Incluiríamos por primera vez la certeza de que un
sueño se puede concretar,
al mismo tiempo que destruye otras vidas.

Al intuir tu propuesta, supe desde un principio,
que no cristalizarías los deseos
Y tu posterior silencio, solo evidenció,
miedos mezclados con sueños
Ni siquiera hay decepción por la ausencia,
o rabia por la cobardía
Porque como siempre,
eres tu quien más pierde y tu quien más ama.