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2-DESPEDIDA

Luego de comunicarle mi decisión al doctor Bag éste se emocionó de sobremanera y me pidió que firmara una serie de documentos, eran tantos y con letras tan pequeñas que no pude ni leer un documento completo; cuando le intenté el doctor me aseguró que no decían nada demasiado importante, que solo eran cuestiones burocráticas que les avían impuesto, como decir que ellos eran responsables si moríamos por causas no naturales, y que a la vez, la responsabilidad judicial caería sobre nosotros por ser voluntarios, y cosas así, que de alguna manera yo ya me suponía.
Al día siguiente llamaron a mi madre, a mis dos hermanas, y a un tío que no había visto desde que era un niño. También llegaron mi novia (¿o exnovia?) Magda acompañada de su hermano Jesús, y un par de viejos amigos que parecían muy confundidos con todo el asunto. Mi madre lloraba ríos, mi hermana Lisa estaba terriblemente enojada conmigo y mi otra hermana Regina, parecía un fantasma, paseaba de un lado a otro de la sala, pálida y sin decir una sola palabra. En cuanto a Magda, solamente se conformaba con mirarme con esos terribles ojos de furia y tristeza que solía poner cuando discutíamos, pero permanecía junto a su hermano, quién luego de un rato, se acercó, me dio un abrazo y me deseó buena suerte. Mis dos amigos a quienes conozco de mis tiempos de estudiante, me confesaron que no habían entendido ni un comino del asunto, pero que esperaban que todo saliera bien. Cuando le expliqué que tenía cáncer y me congelarían para que en el fututo me curaran, parece que entendieron el asunto y me miraron como si creyeran que habían visto un espejismo.
Casi al final del asunto, cuando me dejaron un poco más tranquilo, me acerqué a Magda y nos quedamos mirando un largo rato, hablando sin palabras, luego ella dijo «buena suerte» y le contesté lo mismo. Luego de eso entró el doctor Bag a la sala y fue bombardeado por una seria de preguntas de mi llorosa madre y de mi hermana Lisa, quién luego se me acercó, me plató una bofetada, para después soltarse a llorar y abrazarme con fuerza.
Cuando ya todos se habían marchado subí a mi habitación y traté de dormir, pero fue toda una tortura. Toda la noche tuve una serie de pesadillas con Magda, y con el hielo, con unos enormes paisaje congelados que no podía evitar conectar con mi viaje a la Antártica unos cinco años atrás.
Allí había conocido a Magda. Ella había llegado ahí por su hermano, quién trabajaba para empresa que buscaba nuevos combustibles y habían encontrado una especie de combustible sólido de gran eficiencia allí. Ella lo acompañaba con su cámara fotográfica, Magda es fotógrafa. Yo había llegado hasta allí por accidente. Había planeado un viaje al sur de Chile, ya que necesitaba un poco de frío y hielo para continuar escribiendo, pero por una serie de confusiones terminé en la base de Mac Murdo y decidí quedarme y recorrer la ruta de Amundsen, dónde seguro que no faltaría hielo y frío.
Cuando fui a conseguir un guía terminé en un grupo junto con Magda y su hermano, más un cocinero colombiano, un aventurero gringo y un maestro de yoga colombiano. Yo llevaba un PDA para tomar mis apuntes, pero fue una mala idea ya que se negaba a funcionar a tan bajas temperaturas, fue entonces cuando Magda me ofreció una libreta de papel, cosa que me sorprendi´, ya que no había visto una de esas desde mi niñez, y con ese intercambio (ya que yo le regalé una caja de chocolates belgas a cambio) comenzó todo lo que parecía haber terminado en el momento en que Magda se había enterado de mi decisión de congelarme.
Ella no había estado de acuerdo cuando le llamé para contarle del mensaje que había recibido de FPL. Pero al fin de cuentas, ella no tiene cáncer. Hay un sentimiento de culpa por eso, pero también espero que en algún momento me llegue a perdonar mi decisión. Es algo que está ahora muy presente, creo que no podría estar feliz si no sé que me llegó a perdonar en algún momento.
En el momento en que escribo estas lineas sobre la libreta se está preparando ya mi campana de congelación. Tengo un miedo terrible, pero también estoy ansioso; no puedo soportar ya el dolor en los pulmones, ni las noches de insomnio, ni las pesadillas, ni el recuerdo de Magda torturándome de formas terribles. Los medicamentos que recibo por el cáncer me están destrozando, pero por lo menos tengo cabello. Ya quiero que todo esto se detenga.
No sé que más escribir, quizá ésta sea la última entrada, por lo menos, antes de la congelación. Dejaré éste registro en una caja con algunas pertenecías menores que puedo almacenar y me serán entregadas al ser descongelado. Espero que el papel resista el tiempo, al menos sé que lo hará más que un registro digital, y bueno, también éste papel será mi forma de seguir conectado de alguna manera con Magda, con sus objetos antiguos pero útiles.
Au Revoir!

Texto agregado el 11-12-2007, y leído por 183 visitantes. (0 votos)


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