Te vi llegar extrañamente a mi puerta en ropa sumamente ajustada a tu piel morena...
no fui capaz de decir palabra y tampoco me dejaste pronunciarlas...
apagaste las luces, entraste en mi cama y sin mediar palabra me ahogaste en besos llenos de húmedas palabras de amor...
en segundos tu cuerpo era libre y mío... por completo...
como magia la ropa volaba por las paredes y las sillas, mientras yo te hacía el amor hasta el cansancio.

Mírame - Dijiste
no soy más que la aventura de tus sueños
y no volveré a ellos nunca más,
aprovéchame, porque al amanecer
no recordaré ni como te llamas.

Sobraban más palabras...
fue solo un instante pensar cómo hacer en tu cuerpo
una huella imborrable
para posar mi boca entre tus piernas complacientes y hacer hervir tu deseo hasta gritar: basta!

Pero no bastó...
entre mis labios corrieron tus gemidos y mis deseos
hasta que explotó tu placer y tu cuerpo tembló de gozo.

Tomé tus pechos e hice mío cada milímetro de ellos.
entre caricias, besos y mordiscos hice huella en tu placer de madre...
jugué con tu ombligo... amé tu cintura...
coroné en tus pezones mis mayores ansias y deseos
hasta llegar a saciar mi sed con mi lengua en tu boca
y tus uñas enterradas en mi espalda desaforando tus ganas de sentirme adentro.

Abrí tus piernas y tomé tu sexo con mis manos
hasta tener tu excitación a punto del orgasmo
y entré en tu cuerpo como animal salvaje
haciéndote mía en cada rincón de mi cuarto
y en las posiciones menos esperadas...

Llego la mañana y no hiciste más que despedirte con un beso.
en alguna parte estarás pensando en mi...
mientras yo me ilusiono con verte otra noche fugaz y eterna.