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La palidez excesiva del rostro que la profunda limpieza del lienzo sacaba a la luz parecía ser natural, mérito del artista en su intento de reflejar la realidad tal como era, no un producto del maquillaje o la imaginación, o la moda…

(¿sería una enfermedad?)

Sorprendente, pensaba Isabel, habituada a tropezar con “máscaras” burdamente falseadas para satisfacción del cliente, que probablemente pensaba en algún tipo de transacción, económica o política al hacer el encargo de un retrato de estas características.

Y sorprendente era también que pensara en ello.

Que la persona, la joven retratada, adquiriera alma y vida, gracias también a un pintor que quiso ser especialmente delicado en su trabajo, como si no se tratara del consabido encargo, que era la situación habitual, sino de un retrato hecho… ¿con amor?

(…)

Todavía no habían alcanzado su conciencia despierta estos pensamientos, irregulares en ella, ensimismada como siempre en realizar su tarea con la precisión requerida.

(…)

Cada delicada pasada de algodón hacía aflorar un poco más aquella luz de otros siglos.

(A la par que una historia perdida se iba ordenando en su subconsciente…)

Como siempre, con entusiasmo enfermizo, Isabel pasaba, despacio y suave, el punzón con punta de algodón, librando al cuadro de la patina que lo oscureció, casi lo ocultó, sobre cada especial zona de la tela.

A la vista, paralela al cuadro, la placa de rayos equis obtenida previamente, guiaba la dirección, y la presión del algodón y las pinzas.

La paciencia y la atención son imprescindibles en esta labor.

Si consideras que el resultado obtenido es no sólo valioso sino interiormente gratificante, las horas de dedicación absoluta son un bajo precio; Isabel siempre lo consideró así.

Sólo que, generalmente, llegaba a desinteresarse de las figuras, las representaciones o detalles del conjunto, al profundizar en las propias pinceladas del autor, de su textura, su volumen y su dirección.

En ese sentido, le solía interesar más la técnica, la coloración abstracta del detalle, que el resultado final.

De hecho, aunque no era del todo consciente de ello, era capaz de diferenciar un pintor de otro por su pulso, su forma de enfrentarse a la resolución del tema a través de detalles de sabiduría técnica, ganados con la experiencia; casi podía ver y describir la mano misma que sostuvo el pincel o la paleta, o algún artilugio o truco especial que formaba parte de su secreto profesional.

Incluso podría hablar de su estado de ánimo en determinado día, a través de la información que las pinceladas aportaban…

No era del todo consciente porque para ella, a esas alturas de su profesión, era casi automático.

De que en un breve vistazo podía, con una seguridad casi absoluta, reconocer al autor por su forma de hacer, distinguirlo de algún discípulo que usara sus mismas técnicas y, lógicamente, detectar en muy poco tiempo la falsificación mejor realizada.

Ya conocía (no personalmente, sino por sus obras) algunos muy buenos falsificadores: Los que llegaban a su apreciación experta después de haber superado las pruebas de otros analistas menos hábiles.

Realizaba esta labor con tal naturalidad, que no se percataba de que en ocasiones estaba siendo subrepticiamente consultada por expertos, que fiaban en su experiencia.

Para ella era una molestia, que resolvía con la prisa de quien desea que lo dejen en paz con su trabajo.

Y su exactitud era proverbial.

Para aquellos presuntos expertos, ella era su arma secreta, la base de sus sesudos estudios críticos y sus dictámenes infalibles, publicados a bombo y platillo.

Pero como realmente Isabel vivía alejada del mundo artístico en ese aspecto, del comercial, del arte cara al público, -en realidad casi desinteresada del mundo en general- no se percataba de esa situación irregular, ni tenía acceso directo, ni indirecto, a las certeras informaciones que ella misma generaba.

Era desconocida en esta faceta, y conocida en cambio por su carácter arisco y poco sociable, con lo que el secreto alcanzaba tan sólo a quienes abusaban con descaro de sus cualidades.

(…)

Sin embargo, excepcionalmente, y aunque ella aún no lo había interiorizado, este trabajo era especial.

La estaba absorbiendo de una manera que ella misma empezaba a encontrar extraña.

No solamente por que su dedicación era total –esto ya lo había vivido otras veces- sino porque, por primera vez, empezaba a apreciar la obra como un conjunto.

Y se le aparecían los alrededores, los personajes que rodeaban al cuadro,…

Eran como flashes, como estallidos, como escenas vivas de una película.

(…)


-¿Qué es, exactamente, un déjà vu …?

-… ¿eh?... ¿un qué?.

- Déjà, vu…

- ¡Ah! Sí. Creo que sé de qué hablas. Es cuando, mientras estás viviendo una situación, un momento, tienes la sensación de que eso ya lo has vivido antes,… a la vez que tienes conciencia de que eso no es posible. ¿Por qué? ¿Te ha pasado? Dicen que es síntoma de cansancio…

-No, no era exactamente eso.

-Pues no sería raro. Trabajas demasiado estos días…

(…)

Texto agregado el 28-11-2007, y leído por 231 visitantes. (7 votos)


Lectores Opinan
02-12-2007 Caray!...que interesante, tanto que decir, creo que esto que te digo, es "Un déja vú" jajaja, no!, me gustó mucho y te dejo las estrellas, y si quisieras la luna tambien, pero esa...soy yo jajajaja no te creas, abrazote! gfdsa_elisa
29-11-2007 Tus cuentos casi todos son algo herméticos, difíciles, a veces, de comprender del todo, pero no éste. Porque este relato tiene, además de misterio, claridad. Me gustó mucho. margarita-zamudio
28-11-2007 Mi querido Sereira,un texto tuyo me alegra el día. Un texto de cualquier persona bien escrito, que me roba interés por leerlo como al tuyo ,merece darle las gracias. Un déja vú, perdona la inclinación del tilde, mi computador no tiene los correctos,es un tema interesante de duplicación de la conciencia. Me encanta el tema.¿Quién no lo ha tenido alguna vez? Y no siempre es malo.Pero nunca producido por cansancio.Quizás, no sé. Me gusta tener algunos producidos a voluntad...a medida que vas mas allá y mas allá en tu mente suelen producirse. No sé si es propio de los poetas pero te aseguro que es propio de una mente saludable. Bueno, me encanta el tema. Saludos.Ketti ketti
28-11-2007 Muy bueno, con muchos hilos de los que tirar. Podría hacerte mil comentarios. m_a_g_d_a2000
28-11-2007 Me gustò tu relato, es bueno. Me has dejado pensando un poco, y eso , creo que es bueno. Saludo. Jazzista
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