Disuelta la tormenta de espasmos
y besos
mi cuerpo reposa
buscando la quietud original
mientras te desvaneces rauda
entre las sábanas.
La mirada íntegra sigue obediente
el camino que marca mi dedo errante
sobre tu piel.
Te contemplo silenciosamente
y derramo mis vanos pensamientos
sobre tu cobriza cabellera.
Eres parte de mi esencia,
y aunque no busco comprenderte,
quiero descifrar ese rumor íntimo
que me devuelve cada noche
para respirar tu fragancia a madera y nuez.
Tal vez sea el temor de saber
que no hay en todo el universo
un instante mas fugaz y mas eterno
que tus fértiles caricias
sobre la aridez de mi frente amplia.
Me distraigo en el contorno de tus senos
mientras tus ojos se entreabren,
sonríes ajena a mis cuestiones y me invitas,
urgente,
a los juegos del amor...