Todo el ritmo va acorde al decaimiento y desfiguración de lo tranquilo, lo apacible. Ahora hay que tener más agallas y ser más doble que original.

Todo puede cambiar. Mañana, en dos años, nunca. Pero puede cambiar.

Yo no estoy de acuerdo con tomar mi ropa y cambiarla por atuendos que no me corresponden. Igual me tuve que poner algunas prendas para disimular en este mundo, para no verme tan evidente, tan diferente.

La esperanza se está convirtiendo en el tiempo que lloramos. En el desespero de esperar y en la angustia de saber que no hay nada, sino únicamente la resignación a lo que no dominamos.

Sigo creyendo que aún nosotros decidimos todo. Que afortunadamente por la gracia de la bendición no hemos sido forzados y violentados. Pero estamos casi vendidos a todo esto. Sigo creyendo que tenemos que masturbarnos mentalmente para que algún día podamos ver hecha realidad a tanta dicha que anhelamos. Tenemos que seguir poniéndonos videos en la mente que nos alejen del sufrimiento propio, que nos hagan soñar con algo que no tenemos. La soledad igual será siempre compañera en esos videos. La ausencia, la distancia.

Por eso ahora lo entiendo aún más. Puede ser mañana. El destino, la suerte, el tiempo y lo que está escrito para ser. Todo en uno. O por separado.

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