La noche se derrama
entre los callejones
de tu cuerpo
y las caricias abiertas
de mis manos

Su piel lunar
otorga brillo
a la forma perfecta
de tus senos;

No puedo dejar de mirarte.

Sigo la estela
que van dejando tus gemidos,
perdiendome en el espacio interno
de tus piernas,

rozando labio a labio
una oscuridad
que parecìa impenetrable
y que hoy me devora.

Mi lengua va atrapando minutos.

Siento en mi espalda
la pausa de tus uñas traviesas;
no detengo mi camino
y descubro en ti nuevas constelaciones . . .

Te beso,
te rozo
y te tomo de nuevo.

Sudor despuès . . .

me rindo ante la magnitud
de tu humedad y calor;

en un descuido de mis labios
un te amo se me escapa . . .

nos llega la oscuridad.
Terminan nuestros cuerpos
en un eclipce perfecto.

La noche e nos va,
nos abandona,
llevándose sin prisa
mis sueños y temores

. . . en la piel de mi alma
no existe la nostalgia:

Estoy dispuesto
a abandonar en tu vientre
las mejores horas de mi cuerpo,
siempre y cuando no olvides
mi nombre entre los renglones de tus días.