TU COMUNIDAD DE CUENTOS EN INTERNET
Noticias Foro Mesa Azul

Inicio / Cuenteros Locales / csilko / AMARGOS RECUERDOS

[C:316479]

Amargos recuerdos

El humo matizaba los años acumulados en el rasgado rostro pero esos ojos de color indefinido proyectaban el carácter y la fortaleza de vivir.
Ese anciano que rayaba con ocho décadas de existencia meditaba cansinamente mirando el fuego, mientras que en su mano se erguía el imponente Cabernet que era el legado de sus raíces europeas, levantó la vista al verme acercar y una vaga sonrisa se dibujó en la apergaminada cara y en un profundo mutismo me invitó a aquel círculo pétreo que parecía un Stonehenge, alrededor de un labrado círculo central de ladrillos carcomidos por el olvido y el paso del tiempo y sobre la cual se consumía la hoguera. Durante un momento fijé la vista en el fuego que ardía con pasión desbordante hasta que me tocaron el hombro y una copa se dejó deslizar por mi mano mientras el fruto de las vides reposaba en su interior. El se sentó a mi lado con un oxidado movimiento; desde que yo llegué el hombre no había pronunciado palabra y decidí no romper el encanto mientras las estrellas se quedaban mudas de expectativa.

-Yo llegué a Colombia hacia el año de 1936, cuando apenas tenía nueve años, mis padres habían sufrido el horror de la Gran Primera Guerra y decidieron salir cuando antes de esa bomba que era Europa-. Dijo con un acento conocido pero que seguía siendo extraño, era ese acento danés que suena como astillas de hielo.-Llegamos a Ciudad Bolívar, un pueblo que como bien sabes queda a unas pocas horas de Medellín. Lo veía todo tan diferente, tan extraño y tan maravilloso, pero todo opacado por la sombra de mi padre, que fue un hombre demasiado recto en sus cosas pero con una mentalidad muy fría, ni yo, ni mis hermanos pudimos disfrutar bien de la calidez de la tierra que nos había adoptado, no entendía que éramos niños y siempre quería nos comportáramos como unos señores…-
Ese fue el comienzo de una historia que probablemente no iba a ser corta, y algo en mi interior me dijo que contar eso era algo necesario para el anciano, pero a pesar de mis apreciaciones tengo que confesar que el comienzo me tomó por sorpresa, aún así sentí una energía diferente. Aquel anciano de casi 80 años; temía por su pasado, pero no por lo que aconteció sino porque ya se veía como uno de esos tantos recuerdos que pasaban a formar parte del cuaderno del tiempo como una hoja arrugada y tirada al olvido.
-…Fue cuando acaba de cumplir 17 años que me harté del régimen que me oprimía, él quería que vistiéramos siempre como adultos, odiaba nuestra ropa sucia y nuestra sonrisa rayada de tierra, al igual que nuestras rodillas las cuales hacían callo por vivir todo el día y parte de la noche tirados jugando canicas. Cuidaba mas su imagen ante el ignorante pueblo que la alegría contenida en nuestro interior, mientras que mamá con rostro enjuto por la crudeza del matrimonio se limitaba a responder con una leve inclinación de cabeza o con un no en su danés tenebroso, ahogado por la presión en su garganta. Pero una noche saqué mis cosas y me fui con un carretillero rumbo a la ciudad, dejando solo una carta sobre la mesa y una estela de amargura. Arribé a Medellín con un pie en el vacío y otro en la ignorancia. Era la primera vez que llegaba a ese prototipo de ciudad así que comencé a buscar trabajo en las casas de juego, tal y como me había dicho el carretillero, pero no era tan fácil como pensaba, pasé por 27 de estos establecimientos ilícitos, mientras unas caras agrias de hombres con barba de resaca y mujeres con restos de labial que esclarecía la noche fugaz tumbaban de un portazo mis ilusiones, hasta que una de tantas mujeres con una cara tan agria que parecía podrida me escupió un escueto “si” mientras ponía en mis manos una escoba y un trapeador dejando en claro que no habrían preguntas.
El trabajo fue muy duro, con jornadas larguísimas y pocas horas de descanso hasta que transcurridos dos años, con las manos callosas y poca plata en los bolsillos, pensé sensatamente por primera vez desde que había llegado a esa injusta ciudad-.
Se detuvo intempestivamente y dejó relucir la llaga que significaba esa página abierta de la memoria que día tras día se echaba a perder más por las polillas mientras que escuchábamos “Mi viejo” de Piero y no encontré una canción mas propia.
El silencio seguía igual de denso, pero el fuego crepitó con furia haciéndonos caer en cuenta de su precario estado, por lo que me levanté con espasmódico movimiento a alimentar la lumbre primitiva, vi la luna a medio camino y comprendí, al volverme, que el anciano no terminaría, solo diría el porqué sufre, pero ese relato ya prehistórico seguiría guardado en el recóndito lugar de la memoria.
Meditaba y una fuerza se desprendía de él como una luz cegadora, el fuego ardía con mas ahínco y yo miraba, captaba, aprendía, y sentía. Algo dejó entrever el dolor que lo apuñalaba cada vez que abría ese empolvado cuaderno que se mantenía escondido en lo mas profundo de esa existencia dolorosa pero fructífera aportando enseñanzas y experiencias al conglomerado que forma la historia. Con voz potente luego de meditar mas de una hora continuó pero sacando la espina después de entender que contar y recapitular el pasado solo sirve para ponerle un alto a la progreso del ser:
- Sentí mucha ira tener que regresar, odiaría esa expresión de triunfo en la boca torcida de mi padre, pero me agradaría ver el alivio en los ojos de mamá, sabía que no habrían palabras mayores pero su corazón gritaría de alegría. Cuando volví me di cuenta de que la casa estaba deshabitada y al preguntar supe que debía dar media vuelta y regresar porque sin previo aviso se habían mudado a esa ciudad. Busqué mucho tiempo el lugar donde vivían, tardé varios años en hallarlos, hasta que una tarde con el sol herido de muerte y bañando de sangre y oro las nubes, una mujer canosa me abrió la puerta de la modesta casa y sin caer en cuenta me estaba abrazando con toda la fuerza que proporciona el amor de una madre cegada por el dolor y el sufrimiento. Pasé mientras ella ponía un té, durante un momento me quedé solo en la sala cuando unos pasos me hicieron girar la cabeza, un silencio denso se formó alrededor de los hombres que me miraban con extrañeza, mis hermanos habían crecido tanto y habían cambiado tanto que eran casi irreconocibles, un abrazo inquieto nos hizo recuperar nuestra amistad y hermandad perdida entre las dunas anuales. Pregunté por mi papá y me dijeron que los siguiera.
Al entrar en una habitación con aire enrarecido me desplomé por dentro y casi por fuera, un anciano con el pelo blanco ambarino y con la cara seca desvió la mirada que antes estaba fija en la nada, me observó largo rato y proyectó de nuevo esos profundos ojos azules pero sin brillo a la interesante pared y siguió mudo. No me reconoció. Supe que se deterioró después de mi escapada.
Esa fue la última vez que los vi, años después supe que había muerto de forma natural mientras dormía y meses mas tarde mamá lo siguió. Se habían ido los seres que me habían creado y criado y los cuales no supe apreciar verdaderamente. Ahora me arrepiento todos los días de mi actitud soberbia y orgullosa, la conciencia me martilla-.
Tragó saliva sonoramente mientras que poco a poco sus ojos se inundaban, pero llegó el momento en el que no pudo más y reventó silenciosamente saboreando la sal de sus lágrimas, la sal de sus penas.
Calladamente sirvió más Cabernet y se puso a contemplar las llamas que lamían la madera sabiendo que algún día no muy lejano esas llamas lo devorarían a él. Pasamos mucho tiempo en silencio, el fuego ya estaba decayendo y ninguno se levantó para socorrerlo, solo dejamos correr el tiempo hasta que el amanecer despuntó la montaña recordándonos que todo tiene un principio y un final. Noté que su peso se había aligerado, la presencia y la comprensión lo habían puesto de nuevo sobre la tierra, pero aún mantenía las quemaduras recibidas en el infierno oculto en lo mas recóndito de aquel lugar donde se alojan los sentimientos y con un último resoplido el fuego se extinguió abandonándonos a nuestra suerte cansado ya de tanto alumbrar y calentar.

Texto agregado el 15-10-2007, y leído por 101 visitantes. (0 votos)


Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login


[ Privacidad | Términos y Condiciones | Reglamento | Contacto | Equipo | Preguntas Frecuentes | Haz tu aporte! ]