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Nuevo panorama en primer día de clases para el auténtico fiel al arte, amante de la luna llena, quizás un comportamiento un tanto irrealista, cuando el optimismo transforma la desgracia en fortuna inexistente, y la suerte es el paraíso. Es de suponer que se adapta fácilmente, que es prudente, gracioso y agradable; aunque dentro de esa armonía hay un joven de 16 años, que pese a su autosuficiencia, sigue siendo vulnerable a un enamoramiento platónico, sí, de los que en su mayoría no se cumplen y son simples jugueteos del corazón; Alan Palacios es un ejemplo clásico, y peligrosamente es demasiado formal en su anhelo por el amor, tanto que si lo llegase a encontrar, haría lo imposible para no perderlo.
Cuando concluyeron sus clases, Alan, caminando rumbo a su casa por un enorme puente, se encuentra con su profesor de literatura: Fabián Canon, de 21 años, un novelista cuya descripción física es difícil hacer: pero en una palabra un Adonis. Ellos se conocían poco, y nunca imaginaron cruzar palabra alguna fuera de clases, pero al caérsele una hoja de papel escrita al profesor Canon, y el viento suspicazmente llevarla hacia Alan, las letras comenzaron a introducirse en la escena, y como campanas retumbantes traspasaron la intimidad de las almas sobre el centro de la conmoción. Palabras que por capricho solo ellos saben, intimidad de una hermosa conexión casual.

Alan es guitarrista y vocalista de Constelación, una banda de música alternativa, además de él, los otros tres integrantes: Raúl, Carlos y Damián, son la vida de Alan, porque junto a ellos arma un verdadero canon musical y son amigos entrañables (sólo que a Damián lo estima como a un hermano). Por razones de incrementar su repertorio instrumental buscan a otro excelente guitarrista, Constelación tiene cuatro meses dando conciertos, su estilo sumamente particular los ha estado llevando a la cuna del éxito: la disquera Red Sky los contrato hace unos días, y ya planea para ellos una serie de conciertos en la zona metropolitana de Jalisco, principalmente en Guadalajara, reciente capital de México, a ellos les conviene realmente encontrar a alguien sucesivo y serio que prolongue el proyecto de sus vidas.
–Chicos estoy nervioso –entabla Raúl conversación durante el ensayo–. Espero que el concierto sea fenomenal, no suelo equivocarme, y temo hacerlo mañana.
–No te preocupes –contesta Alan–. Todo saldrá perfecto, además, ¿cuándo nos hemos arrepentido de los errores de la banda? Todo lo que hemos hecho nos ha servido para aprender y mejorar.
Al terminar el ensayo, Alan invita a Damián a una cafetería, y cuando llegan, la charla se torna interesante.
–Estoy rotundamente loco por tu prima Violeta... – le confiesa Damián a Alan.
–Yo –interrumpe Alan exhaustivamente con un suspiro tenue que contrasta su estado de ánimo– estoy profundamente enamorado de Fabián Canon, un novelista, pero...
–Hermano, lucha por tu futuro exponle tus intenciones al novelista, aún cuando no sepas las de él.
Noche del esperado concierto, nadie imaginó que sería perfecto, desafortunadamente hasta que Violeta apareciera, pero no como parte de la audiencia: Violeta con una regia postura, naturalmente la de una joven que está al tanto de su implorante belleza exterior, comienza a llamar la atención tomando el micrófono de Carlos.
–Queridos espectadores, aunque no míos, quisiera felicitarlos por venir a presenciar el debut oficial de Constelación, la banda que impondrá moda, y darles un cordial saludo antes de decirle a Damián, el baterista de la banda, que me complace su admiración, pero que no necesito de halagos de idiotas, y si vine aquí, fue para no perderme del inicio de mi primo Alan como vocalista, ¡démosle un merecedor aplauso y continuemos con este vivo evento!
El concierto tuvo que continuar forzadamente por los artistas, y al terminar, Alan acude ferozmente con Violeta.
–¡¿Cómo te atreves?! –Alan la interviene–, no apreciaba que fueras tan cruel, eres una basura.
Alan no la dejo decirle una sola palabra, y ni ella trato insistirle, porque el argumento de Alan fue tan claro, que Violeta sabía que él estaba señalando un inacabable distanciamiento entre ambos primos.

Alan ha llegado a un estado de incertidumbre, ha conseguido los números telefónicos, el domicilio y el correo electrónico del profesor Canon, y su “problema” es que no sabe que hará para comunicarse con él. Los ensayos de Constelación son diarios, haciendo excepción, Alan ha conseguido por este día un descanso. Por la mañana, Alan, al encender el televisor, cambiándole de un canal a otro, encuentra una entrevista en vivo desde el exterior de la casa del novelista Fabián Canon.
–Esta novela “Viento de pasión” ¿hacia qué público va dirigida? –pregunta una reportera al novelista.
–Pues como la mayoría de mis novelas, va encarrilada hacia chicas jóvenes y adolescentes.
–Entonces, ¿cree que es exclusivo para señoritas?
–No, obviamente va dirigido hacia ellas, porque es un público puramente soñador, pero mis relatos no le caerían mal a cualquier apasionado del culto, a cualquier persona que guste de soñar –responde dando un gesto tratando de concluir.
–Por último, ¿cuál es su situación amorosa?
–Me tengo que ir –responde–, no pienso contestar a preguntas personales, sólo sé que no hay chica que ande rondando por mis pasillos, ¡hasta pronto!
Al escuchar la última respuesta de Canon, Alan suspiró como nunca lo había hecho en su vida, en ese instante salió de su casa directo a la del novelista, encontrándola con la ausencia del susodicho, ausencia que fue derrochante para Alan, tal fue el desánimo que repercutió en la cama del hospital por un desmayo.
–¿Cómo te sientes? –pregunta el novelista Canon.
–¿Estoy soñando?, ¿qué pasa? –le cuestiona Alan asombrado.
–Te encontré fuera de mi casa inconsciente –responde el profesor.
–Me encanta su manera de escribir, el mundo que usted describe es dramático, pero me ha demostrado que el amor siempre triunfa.
–Yo lo he pensado bastante, y sí, el amor es lo más grande.
–Profesor, usted se ha convertido en más que un maestro de literatura o un escritor...
–Calla –interrumpe el novelista inmediatamente dándole un beso en la boca, beso que no duro más de un segundo, pero que comunico el inicio del futuro esperado por Alan; sin decir más, dejándolo congelado, se retira el profesor.
Aproximadamente media hora después, llega una enfermera acompañada de Carlos y Damián.
–¡Hola muchachos! –saluda Alan y observa dos expresiones en sus amigos que nunca había visto durante el tiempo que llevaba de conocerlos, una angustia infinita.
–Niño –dice la enfermera con un tono triste–, tus amigos vienen por ti, ya estás dado de alta.
Alan no entendía lo que veía, esto era fatal, nada simple, el camino se vio roto, la ropa de ambos amigos simbolizaba luto de vida eterna, si a esa se le puede llamar vida.
–Lo sentimos –dice Carlos con un estado árido–, perdimos a...
–No, no lo digas –se opone Damián con despecho–, él estará aquí por siempre.
–¡Dios mío!, ¡Dios mío! –una lágrima llena de impresiones rodó por el rostro de Alan, no pudo caminar por un instante, su ánimo bajo de inmediato. Esa noche fue de llanto, el fiel amigo Raúl, había sido asesinado de la forma más cruel que pudiese existir y el optimismo por primera vez no se vio compensado.

Las huellas del pasado no se han borrado, la banda ya encontró al guitarrista que buscaba: Fernando Suárez, pero nunca habrá sustituto para Raúl, la batalla continua y con ello la inseguridad.
–No puedo superar lo que pasó –le dice Carlos a Fernando y a Alan.
–Compañero, no han pasado años –responde Fernando (teniendo conocimiento del pasado)–, no te rindas, enfoquémonos en el futuro, tenemos familias y miles de planes por delante.
–A mi también me ha costado mucho –dice Alan–, pero como dice Fernando veamos por el futuro.
–¡Hola muchachos! –saluda Fabián Canon acompañado de Adriana Rocha (de 37 años, educadora de niños y antiguamente de Alan)–, Carlos, Damián, les presento a Adriana Rocha una buena amiga.
–¡Hola chicos!, ¡mucho gusto! –dice Adriana Rocha.
–¡Hola! –responden todos.
–Alan venimos porque nos tienes que acompañar a un lugar –dice Canon.
–¿A dónde? –cuestiona Alan.
–Vamos Amor, por favor, no preguntes.
–Está bien.
–Adriana –dice Fabián Canon– comienza por favor, después de los tres haberse subido a un coche.
–Sí, Alan, cuando yo era educadora de Raúl, Violeta y tuya – comienza a relatar un suceso –, un día que no asististe al jardín de niños, Raúl y Violeta jugaban el típico juego de niños, imitación de sus padre, cuando yo llegue vi algo inadecuado, Raúl estaba tocando a Violeta de una manera brutal, haciéndola sufrir, lógicamente Violeta se sintió agredida, esto hizo que detestara a los hombres imponiéndose una amargura en su vida y odiando a Raúl hasta la muerte.
–Alan nos dirigimos a la casa de Violeta –dice Canon– toma mi computadora portátil, abre tu Messenger y sabes lo que tienes que hacer.
–¡Violeta!, ¿por qué? –escribe un mensaje instantáneo Alan a la antedicha.
–Sé lo que tratan de hacer –responde Violeta después de unos minutos–. Son unos idiotas, sí, yo lo mate, lo invite a tener relaciones sexuales en casa de la tía de él y lo torture atrozmente, ¿qué me harán?, ¡nada!, no pueden hacer nada y mis próximo blanco es Damián.
–Te odio, maldita.
–¡Vete al infierno idiota!
En cuanto Violeta escribió esto, toma algunas cosas de importancia para fugarse, pero demasiado tarde, Alan llaga a la casa de la susodicha con una pistola de no sé dónde, Alan disparó, el balazo fue directo al corazón de Violeta, Adriana y yo nos hicimos cómplices de Alan, que se convirtió en un asesino, pero a mí no me importa, aunque sepa que Alan cometió tal delito, yo lo he perdonado, y claro que me ha costado, Alan nunca hubiera sido capaz de matar a alguien, pero si yo hubiese estado en su lugar hubiese hecho lo mismo, yo no justifico nada, pero el amor no se justifica.

Constelación ha llenado expectativas y me ha vuelto amante de la luna llena, sublimes días han firmado ser los mejores para la banda, para Alan, para mí, aunque la vida no es siempre como esperas, los problemas siguen y las diferencias los respaldan.
Sé lo que gente de mi pasado ha luchado por la estabilidad del mundo mucho tiempo, pero aún así resulta difícil formarse una personalidad y sustentarse filosóficamente, la mente es un enredo, yo siempre he sabido mis preferencias, pero el intelecto científico nunca me ayudo a afrontar esta vida, ni a comprender mi existencia. Alan me ha apoyado y con él he aprendido a no odiar el mundo, sino al contrario, con el aprendo a amar la vida. Es terrible no poder encarnar la vida propia, y dime a mí, que lloré, juzgué, odie a un mundo entero y tuve ganas de morir, pero todo en este estrecho camino es superable, excepto la última opción; me falta aprender, pero, ¿cómo surgir como el sabio sin pecado sin antes no haber pecado?, y repito, Fabián Canon no justifica nada, pero el amor no se justifica.
¿La cama?, no importa, todo terminó pasando en el sofá, sus besos llenaron mi existencia, y el protagónico de la historia lo resulte acabando yo, una historia que comenzó siendo de Alan Palacios, concluyó siendo fruto de mi acentuada realidad, porque yo describo el aire que tocaba nuestra piel desnuda, el calor intercalado de las almas que en producto son una sola, dos corazones palpitando al mismo ritmo, nuestras manos tocando el barroco cielo sobre la tierra, cada caricia en las nubes recorriendo mi cuerpo sensación placentera y cada beso recorriendo su cuerpo mi deleite derramando miel…
Hoy la vida continúa y el placer condenó por completo mi presente, porque al lado de mi amado el entorno es un encanto, aunque… ¡basta ya de romanticismo!, el mundo sigue siendo mundo y la carne ajena huele, deleita, y convierte éstos, los finales clásicos en mierda.

Texto agregado el 14-10-2007, y leído por 193 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
05-05-2016 Te devolví la gentileza de comentar. Mira, me resulta un tanto confusa la lectura desde el primer párrafo. Para mí armas oraciones más extensas de lo que me parece adecuado para la claridad del relato. Además la estructura del inicio me resulta desordenada. En otro momento retomaré la lectura. No te di estrellas por ahora. Sin embargo hay algo que me gusta de este texto, me da una sensación muy vaga e intuitiva, aunque agradable. Saludos! jef
 
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