Primera parte, libro sin nombre

El humo fantasmal emergía del barril de la mágnum calibre 45, elevándose al cielo formando crudas imágenes mortíferas, y los ojos brillantes delataban el vicio incomparable que intentaba satisfacer el hambre insaciable de su ego. Desde chico sonó con este momento, tener la vida de alguien en las manos, y un gatillo que la separara del mundo terrenal, al portal de la muerte. La simplicidad del momento lo endiosaba, pasaba días encerrado en su cuarto, inventando falsas tareas de aritmética y proyectos de biología, para no levantar sospechas de sus padres. Dos vidas dividían su propia vida, una era el niño amistoso que todos querían, y que hacía los quehaceres de la casa con una simplicidad rutinaria, impecable. El otro era todo un estratega sicoanalista capaz de definir a una persona con el simple hecho de saludarle, uno que escribía horas y horas, movimientos de cada persona, contactos cercanos, lugares cotidianos, todo para poder ser como un fantasma, no intervenir en ese camino, por que el día que eso pasaría, seria el único día que eso seria. Era verano y su madre como todos los veranos lo mandaba con su abuela en las afueras de la ciudad, el brillo del sol rebotaba en los vidrios polarizados del mustang 69 clásico de papa. Desplazándose con el viento y tornándolo azul con sus destellos. La calle era eterna y desierta, y las dunas de arena cada vez se hacían más y más casuales. Ninguna palabra se intercambio en el transcurso, y el olor de la piel de los asientos cada vez se hacia mas y mas fuerte, hasta que decidió abrir las ventanas y dejar ventilar un poco el interior. Led zeppelín se escuchaba en el radio, highway to heaven, casset que su papa lo tenia en 8 track todavía con el estero original. Las ondas de sonido electrificante hipnotizaban a aquel chico, nota tras nota, palabra tras palabra, trasportándolo, creando cuestiones, sobre la vida después de la vida. Todo indicaba que este viaje tendría contenidos grandes enmarcándole esta obra que estaba en proceso.


Pt. 1