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Dentro de unos instantes desbordarás pasión entre las sábanas. Yo sentiré tu cuerpo junto al mío y el amor ocupará esta cama prestada. Porque sólo en camas prestadas podemos hacer el amor, gozar de ese placer robado al tiempo con ficha de entrada y de salida, tú y yo mientras ella piensa que estoy trabajando, enfrascado en una de esas interminables reuniones que otra vez me harán llegar tarde a casa, cansado y somnoliento.

Te quitarás la blusa muy despacio mirándome a los ojos para ver una vez más mi deseo ante tus pechos desnudos, hermosos, excelsos; y dejarás caer tu falda sobre la alfombra mientras yo te miro embelesado y paseo mis dedos por tu cuerpo lentamente, sin prisa. Y te atraeré hacia mí , y te deslizarás entre la ropa adelantándome el inminente goce mientras desabotono mi camisa y abotono mi deseo. Y me acercaré a ti, a tu cuerpo expectante tratando de saciar a la vez mi deseo y mis miedos. Mi necesidad de ti que eres mucho más que un cuerpo en el que saciar mi ansia de juventud perdida, de aventura nunca vivida, que representas esa segunda oportunidad que a veces nos regala la vida; mi miedo al pensar en ella que vendrá hacia mí sonriente cuando oiga la llave en la puerta para recoger mi maletín y mi cansancio, e intentará resarcirme por esas horas ingratas de reuniones aburridas, y mandará a los niños a la cama y acariciará mi pelo sin preguntar que tal me ha ido, esperando a que le cuente lo que es un imposible, porque no podré decirle lo que ahora me mantiene vivo.

Y mis manos recorrerán tu cuerpo, y el mío arderá al roce de tu piel, y sentiré como me haces renacer entre tus dedos, entre tus muslos que me rodean mientras mi boca roza el cielo con tus besos. Y acariciaré tus caderas, y dejaré que el tiempo pase lentamente perdido entre los pliegues de tu cuerpo antes de tomarte, de hacerte vibrar, gemir de placer. Pero en tus gemidos también escucharé el grito del miedo que puebla nuestras horas, miedo a no encontrarnos en las noches en que otros cuerpos comparten nuestras camas, miedo en que el sueño acabe y tú hayas sido sólo un espejismo. Y mientras siento como el placer me inunda creo entrever en tus ojos esa pregunta, “¿hasta dónde llega esto?, ¿habrá algo más allá de una habitación prestada?” Y te cubro de besos. Y te penetraré con furia, con la pasión que despierta en mí tu cuerpo imperfecto y la fiereza del puñal atravesando el tiempo que amenaza amargura sobre tu pelo negro.

Y finalmente, extenuados en la cama prestada miraré como estás desmadejada, tumbada boca abajo, disfrutando relajada después de amar buscando encontrarte con mis ojos que antes te deseaban y ahora sólo te aman. Y desearemos que pase lentamente el tiempo que nos resta, hasta que de repente tengas que ponerte deprisa la blusa abotonando el placer en que tornó el deseo mientras yo entro en el baño prestado donde me coloco la camisa y la corbata, tú te arreglas, como siempre con los dedos el pelo a la vez que me pongo la chaqueta.

“Tenemos que marcharnos” te diré bajito, tristemente. Y saldremos a la calle, y tras montar en el coche, te acercaré hasta la esquina próxima a tu casa, esa escondida detrás del parque donde nos besaremos por última vez, con las prisas del miedo, no vaya a ser que nos vean juntos. Y mientras bajas del coche sentirás un largo segundo de tristeza hasta ver mi sonrisa también triste que te regala un “hasta luego”.

Y al abrir la puerta de mi casa oiré las risas de los niños, y ella vendrá sonriente a recoger mi maletín y mi cansancio, y tendré que convertir esas horas prestadas en la mentira de una reunión inacabable que ella escuchará atentamente antes de acostar a los niños y sentarse junto a mí, buscar en la tele mi programa favorito y acariciar mi cabeza recostada en el sofá, una mentira hipócrita que a mí me hará seguir viviendo. Y tú seguirás metida en mi cabeza y en mi alma hasta que otra vez pueda marcar tu teléfono, y las ansias de vernos, de vivirnos me lleven a otras horas felices, otra reunión urgente y otra casa prestada y tú vuelvas a mí sabiendo que a pesar de todos nuestros miedos te quiero.

Texto agregado el 01-10-2007, y leído por 110 visitantes. (0 votos)


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