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La espera
Llegó con la prisa entallando el marco de la puerta
Apenas un beso fugaz a la madre que se secaba las manos en eterno paño de cocina, y la respuesta a : ¿qué tal el trabajo? Se quedó colgando en el largo pasillo que conducía al baño
Una vez allí, Marga aporreó la puerta tras la que se escuchaba el grifo de un lavabo- ¡déjame entrar, que llego tarde, tardísimo, mira que aun tengo que arreglarme, y Andrés me espera a las ocho y media ,y .....
Las protestas se interrumpieron, al igual que el sonido del agua corriendo a través del grifo, y la puerta abierta dejó paso a la hermana de Marga con los ojos en blanco mirando al techo, derrumbó su cuerpo en la esquina del pasillo, y meneando la cabeza a uno y otro lado le dirigió a Marga una sonrisa sin acabar acompañada de un pequeño suspiro, apenas un susurro.
-Pero Marga por dios, otra vez las prisas del viernes por la tarde, ¿a que apresurarte a un lugar donde ya nadie te espera?, pasaron tres meses. Y no te das cuenta que lo tuyo con Andrés acabó para siempre, que aunque llegues a tiempo, o endemoniadamente tarde, Andrés no irá a la cita. Se acabó Marga, se acabó
- Deja de decir “perogrulladas”. ¿sabes Carmela?, me encanta esa palabra, quiere decir algo así como memez,. sandez, o tontería. Se la escuché esta mañana a un señor que discutía con su señora mientras esperaba que le cobrara la cajera Nª 4 : Martinita, ¿conoces a Martinita Carmela?,te he contado ya que entró a trabajar el mes pasado y ......
El torrente de palabras, salía por la boca de Marga mientras se quitaba el uniforme del trabajo, manchado del sudor del pequeño supermercado donde trabajaba. Marga cantaba bajo el agua de la ducha, y relataba historias de barrio, mezcladas con la prisa de las ocho de la tarde
- ¡ media hora, Carmela¡ ¡ me queda media hora, y otro viernes más, llegaré tarde. Aún tengo que ponerme el vestido de gasa azul, ese con flores rosadas que tanto le gusta. Cuando bailamos en las verbenas del pueblo, la falda se voltea como si fuera un músico más de la orquesta, Y Andrés ríe, y me dice que el carmín que me regaló me hace juego con las flores del vestido, y me agarra de la cintura mientras me gira en el aire, y Andrés también gira, ...gira Carmela, ¡gira¡
-
La voz de Marga resuena como un cristal en toda la casa, inunda las estancias de promesas y alegrías imposibles. Va recorriendo el pasillo hasta llegar a la cocina, donde la madre no deja que las lágrimas corran a su antojo por un rostro surcados de arrugas de muchos años de pelear duro con los puños apretados, y los ojos alertas ante cualquier destello de debilidad-
- ¡Quedaos ahí puñeteras¡ en el fondo de estos ojos que por ver demasiado, ya no se van a asombrar de ningún chismorreo que me avente la tristeza,
Pero la madre. Apretando entre las manos su paño de cocina, se hunde en el hombro de Carmela, su hija mayor, mientras esta le acaricia sus canas incontables, y le vierte al oído un susurro sereno
- - Algún día pasará, no te preocupes madre. Seguro que un viernes perdido llegará del trabajo y nos dirá que no tiene prisa, que Andrés ya no la espera,. Quizás sustituirá las prisas del novio que ya no tiene, por la de la amiga de nuestro antiguo barrio, o la compañera nueva del trabajo, o ¡que se yo madre¡, quizás por un nuevo novio. Pero te aseguro que algún día dejará esta espera sin sentido
Ahora pasa Marga junto a ellas, los volantes de la falda amenazan con llenar la cocina de flores rosadas, y se despide de las dos con un beso de carmín “regalo de Andrés”, y cierra la puerta con un “hasta luego”, mientras la madre y la hermana se preguntan “¿hasta cuando?”

Consiguió llegar a tiempo : las ocho y veinticinco¡
Se sienta sobre el césped a esperar, apoyada en el tronco del árbol de todos los viernes, y pendiente de los ruidos de la carretera que serpentea tras su espalda. Por allí asomará la moto de Andrés, con el ruido conocido que la hace correr, como todos los viernes, a las ocho y media de la tarde
Sabe que hace tres meses que no acude a ninguna de las citas, que cuando llegan las nueve, tiene que marcharse a casa derrotada por las preguntas que nadie le responde, y respondiéndose a si misma con un montón de excusas confiadas al próximo viernes.
- ¡volverá,. Se que volverá¡, recorrerá las calles montado en su moto, y con los bolsillos llenos de las explicaciones que aún no me ha dado. Se quitará su abrigo negro, ese que le queda un par de tallas más grande. Y me lo pondrá sobre los hombros para apagar el frió de la espera, me dirá que siente no haber podido acudir a las últimas citas, y que no me enfade. Que llevo puesto el vestido que tanto le gusta, y el carmín que hace juego con las rosas de mi falda. A pesar de todo, sé que volverá.....
Pero Andrés no llega, son las nueve y las escasas motos que recorren al carretera pasan de largo al igual que las esperanzas de que este viernes sea la tarde en que regrese a decirle porqué ya no llega a las citas
Suena un trueno lejano, un anuncio de esas tormentas que no para mucho rato en el pueblo, pero que dejan las calles y los parques llenos de barro y con hambre de más lluvias. Y con ese trueno, Marga despierta, se levanta del césped apoyándose en el árbol de los viernes, limpiando con el dorso de su mano el rostro donde se conjugan la lluvia y el adiós, quedando huellas de pintura de ojos verdes, hasta arrastrar el carmín como un reguero se sangre que grita un “hasta nunca” en el silencio
Se oyen pasos corriendo por el césped, la hermana de Marga presintiendo las tormentas, llega para acompañarla en el regreso, como todos los viernes, a las nueve, hora en que sabe que Marga deja de esperar para marchar de nuevo colgada de su brazo con la ilusión a cuestas pendiente de la próxima semana
- No Carmela, hoy es distinto, nos vamos juntas pero para no volver, dejaré de preguntarme porque no viene, y lo dejaré estar donde quiera que se haya ido. Estoy harta de ponerme un vestido que ya no gira en las verbenas de la plaza, y de esperar que me abrigue con su abrigo grande. Si me dejó sin darme explicaciones, no seré yo la que espere que regrese. El próximo viernes quedaré con Martina, La que trabaja de cajera junto a mi, iremos al parque, quizás la cine. ¿Te conté que Martina, Martinita, entró a trabajar el mes pasado?...

Ya pasó la tormenta, dejó charcos incontables y se llevó el aire allá donde quiera que otras calles lo estuvieran esperando
Sin embargo, una ráfaga fugaz que no debería estar allí, se enredó en las cabezas de las hermanas, no movió una sola brizna de hierba, pero alborotó los cabellos sorprendidos, y secó las lágrimas de Marga encendiendo nuevas pinturas en su rostro
Fueron las dos, las que escucharon la voz calmada venida más allá de la tormenta, las que sintieron el abrazo invisible que se posó en ellas con la suavidad de un beso
- No Marga, no me llores, que yo estoy aquí todos los viernes, antes incluso de que llegues. Me gusta mirarte mientras juegas con la hierba mirando la carretera, esperando el sonido de mi moto, esperando excusas que no tengo porque darte, porque jamás falté a una sola cita durante estos tres meses. Anda, vuelve a casa, pero quiero verte reír, porque estas muy guapa con el vestido de gasa azul, y el carmín que te regalé te hace juego con las flores de la falda
- ¡ te lo dije Carmela, te dije que algún día volvería, y ahora sé que no necesita volver, porque siempre estuvo aquí¡
Ante la mirada de Carmela, que rezaba al retorno de la lluvia y la tormenta, para que su hermana no la viera temblar, Marga volvió corriendo frente al tronco del árbol, y arrodillada en el césped del cementerio, dejó una marca de carmín en una lápida adornada por la fotografía de un chico vestido con un abrigo negro, que le quedaba un par de tallas grandes. Y ese beso, ahora sabía a música de verbena en la plaza del pueblo, porque con él le prometió a Andrés su visita el próximo viernes... a las ocho y media de la tarde



Texto agregado el 27-09-2007, y leído por 239 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
21-06-2008 Vaya, triste y sensible texto... Por momentos se me hizo un nudo en la garganta. Realmente me gustó, es original y está muy bien contado... Muy bien ambientado. Mis estrellas y saludos nayru
24-11-2007 Bien bien. Joscript
12-10-2007 Me gustó el relato, triste pero bien narrado. andrula
02-10-2007 que bueno esta el cuento¡¡¡¡ un final muy inesperado pero emocionante =) mis 5***** andreas_tr
02-10-2007 Meláncolico relato que me ha encantado: es romántico y con su parte dramática. Me fui deslizando en la amenidad de su lectura y el tiempo pasó zaz de volada. Muy bueno, ese final es fuerte. Jazzista
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