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ADVERTENCIA: Este ensayo puede contener algunas palabrotas que ofendan a los oidos más castos de los lectores, se recomienda discresión.


«Viva el harapo señor
y la mesa sin mantel,
viva el que huela a callejuela
a palabrota y taller».

Canción en Harapos
Silvio Rodríguez



Tras buscar una serie de leperadas, exabruptos, dobles sentidos, piropos de uso actual (un poco más «agresivos» que en sus inicios) y maledicencias, me hecho un clavado entre la colección para revelarles, mis queridos lectores, de dónde vienen todas estas palabrotas.

Según sé, la verdad es que las maldiciones, insultos, piropos contemporáneos y demás que encontré, tienen un mismo origen: el tabú lingüístico, que no es más que la autoprohibición del uso de ciertas palabras, para no alterar los oídos más castos o para no pronunciar lo que culturalmente puede resultar repugnante, escatológico, procaz, carnal y aberrante.

Desde tiempos inmemorables, las leperadas surgieron de la necesidad de expresar ciertas emociones y se han ido transformado con el tiempo. No es posible desligar la cuestión cultural con la lingüística; por ello, una palabra como «güey» puede cambiar su uso y dejar de parecer ofensiva (como en un inicio lo fue).

Pero no todo lo innombrable pasa de moda: los insultos, maldiciones, y piropos con los que me topé, muestran que lo escatológico, lascivo y humillante siguen influyendo en el uso de las palabrotas.

La intención del insulto (aunque en algunas ocasiones resulta gracioso) es menospreciar, sobajar y lastimar al destinatario. Y, aunque parezca lo contrario, los piropos contemporáneos tienen la misma intención, ya que, a pesar de que se les están «echando flores» a las damas, cuando se emplean vulgaridades (como es lo más común actualmente) el objetivo no es otro que someter a la fuerza verbal a aquella mujer que parece guapa. Pero no crea, mi querido lector, que esos cumplidos son de uso exclusivo de los hombres, pues también se dan casos en que las señoritas sueltan la lengua.

Además, es importante señalar que las groserías tienen una carga semántica única que no obtendríamos si la reemplazáramos con alguna otra expresión. Por ejemplo, no es lo mismo decirle «¡pendejo!» al conductor de un auto que se nos cerró, que «¡Es usted una persona con muy poca precaución para manejar!». Y tampoco es lo mismo decirle a alguien que nos está ofendiendo y que uno desea que se valla muy lejos: «Por favor, te suplico que me dejes en paz y te retires a molestar a tu progenitora», que «¡Ve a chingar a tu madre!». Sin duda, el sentido, la descarga emocional y el placer radican en el exabrupto, pues las groserías también representan una válvula de escape para liberar la tensión. Al insultar alguien, descargamos nuestro enojo, nuestra impotencia o nuestro dolor. ¿Quién puede negar que siente alivio cuando suelta eso que está pensando sobre aquél que le robó una cámara digital o le pisó el pie y ni siquiera se percató de esto? El insulto y la maldición sirven de catarsis.

La aplicación que le damos alas palabrotas y la manera en que insultamos están determinadas siempre por nuestra particular forma de ver la vida y nuestra carga de prejuicios. Así, aquel que está prejuiciado por el estatus económico, tiende a manifestar insultos vinculados con el dinero; para quién su prejuicio inicial es el capital intelectual, los insultos estarán normalmente relacionados con la ignorancia, etc.

La tendencia a comparar al insultado con animales, limitaciones físicas, aspectos sexuales, desechos corporales y demás escoria, proviene de la intención de sentirse superior*, de considerar que se tiene la razón o de que se es capaz de conquistar a cuanta chica se deje.

Para muestra, basta con una pequeña selección de una serie de palabrotas encontradas a lo largo de una semana en varios medios y bocas. Una selección de las más divertidas, descaradas e ingeniosas (a mi parecer). Por supuesto que hay muchas más, unas peores que otras, algunas con contenido más sutil, otras hasta chistosas; pero, todas, con un significado único, por fáciles de usar y por todos conocidos.

* Margarita Espinosa Meneses, «Algo sobre la historia de las palabrotas», en Razón y Palabra, revista electrónica Latinoamericana especializada en comunicación. (www.razonypalabra.org.mx)

Y por fin les presento la selección:

MALDICIONES

«¡Putísima... ya se casó de blanco!»

«¡Que me cojan de lado!»

«¡Puta la madre, puta la hija, puta la sabana que las cobija!»

«¡Mi abuela!»

«¡Hijo de moza de dudosa moral!»

«¡Muerto el Sol, a chingar a su madre los planetas!»

«¡Me reca... rgo en la pared!»

«Después de un trozón es de sabios cambiar el calzón»

«¡Ah, qué huevos tan azules!»

«¡Se va a cagar pa'dentro»

«¡Me lleva el payaso!»

«¡Me carga la mandarina!»

«¡Me rechinga la reputísima madre de la mierda!»

«¡Me cago en la tapa del órgano y me revuelco encima!»

PIROPOS

«Si se juntan los mares con los ríos, ¿por que no juntar tus pelos con los míos.»

«Quisiera ser pirata, no por el oro ni por la plata, si no por el tesoro que guardas entre pata y pata.»

«Si una de tus piernas fuera Navidad y la otra Año Nuevo, me gustaría visitarte entre fiestas.»

«Con ese culito has de cagar bombones.»

«Bailemos de tamal -con carnita dentro.»

«¡Mamacita!... ¿Qué nalgotras veces no te había yo visto?»

«Bombón, chocolatito, bizcocho, algodón de azúcar... es lo que debes dejar de comer pinche gorda.»

«¡Güera!, ¡güera!: si me muero, ¿quién te encuera, te calienta la heladera y te mete la manguera en tu rica coladera?»

«Con ese par de tortas y una Fanta, hasta mi pajarito canta.»

«Quisiera que fueses sartén calientita para estrellarte los huevos»

«¡Mi reina!, si así está la cola, como estarán las tortillas?»

«Señorita: con esas nalgas puede usted venir a cagar a mi casa cuando guste.»

«Yo, en esa cola, si me formo.»

«¡Chamaquita!, Como hacen los bisteces... -"tzzzzz".»

«Si así está Sonora, ¿Cómo estará Yucatán?»

«Vamos a hacer barbacoa, mi reina. Tú pones el hoyo y yo en animal.»

INSULTOS

«¡Eres un aprendiz de pendejo!»

«¡Nalgapronta!»

«Caraeculo.»

«Genio y figura, ¡hasta la hendidura!»

«Cara de ano.»

«Si participaras en un concurso de pendejos, te descalificarían por ventajoso.»

«¡Animal!»

«Cachagargajos.»

«Más puta que las gallinas»

«Me cago en la concha de tu putísima madre»

«Tu madre tiene un pene»

«¡Jódete y aprieta el culo!»

«Pedazo de pelotudo»

Texto agregado el 26-09-2007, y leído por 817 visitantes. (0 votos)


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