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Truco I

-Pero dale... Siempre tardás tanto en poner una carta. Nos vamos a morir todos de aburrimiento.
Al que hablaba le decían Cabezón pero creo que una vez se había llamado Carlos o Cacho o algo parecido. A este tremendo forro le gustaba hablar demasiado. No podía ni mear sin hablarle al inodoro. Era cosa de otro mundo.
-¡Ui...! ¿Todavía? Vamos, pedazo de nabo. Y no lo mirés a el pa’ que te pase la seña. Nada más tenés que poner algo.
Sin apuro ninguno, agarré mi vaso y tomé un gran trago de la cerveza que me había comprado Cabezón, mirándolo siempre, viendo los nervios pasarle por la cara como las mismas luces de los coches que pasaban afuera. Los otros, el Yanqui (que estaba conmigo) y Marcelo (que jugaba con Cabezón), se quedaban afuera de estos intercambios, preferiendo perderse en las cartas, en las mujeres que entraban o en la música que ponía Carolina. Al bajar mi vaso y después de otro largo momento de silencio y miradas, dije:
-Truco.
La mirada de Cabezón no cambió ni por un segundo. Sus ojos permanecían fijos y ninguna parte de su cara o su cuerpo se movía. Era como un viento imperceptible que le movía los pelitos de la cabeza lo cual me decía todo lo que necesitaba saber. Y después él también lo dijo:
-Quiero.
Al oír esto Marcelo dejó salir un suspiro. Yo bajé la carta con la cual había estado jugando: el once de basto.
La mirada de Cabezón no cambió pero ese viento tuvo que haber cambiado porque casí le empezaba a venir una sonrisa. Él ya había jugado el tres de oro y el once no le ganaba. Para la primera, todo iba a depender del Yanqui...
Marcelo tiró el siete de basto y puso sus manos en la mesa encima de las dos cartas que le quedaban, mirándolo al Yanqui que parecía estar tratando de decidirse entre dos cartas.
-Bueno..., y ahora éste también se va a tardar media hora en jugar una carta. Dale, Yanqui, poné.
Con una risita de medio borracho, el Yanqui tiró un cuatro de copa en la mesa y Cabezón lo miraba sin poder creerlo. El Yanqui tomó un trago de cerveza y al bajar el vaso extendió sus manos con las palmas para arriba hacia Cabezón como para decir:
-Listo... Tuya... Ganaste la primera.
Ahora la sonrisa de Cabezón no fue cosa de vientos y luces, ahora esa sonrisa se mostraba como el sol al mediodía. Parecía estar tan verdaderamente contento que por la primera vez ese día me entró un poquito de lástima.
-Y así no má’ nos viene la primera. Bueno... ¿y ahora?
Cabezón puso el doce de copa en la mesa y me quedó mirando, su sonrisa todavía visible pero ahora más como el sol al atardecer. Sin demorar tiré el tres de espada.
Marcelo, como siempre, se quedó callado, pero movió la cabeza de una forma que parecía indicar que se había contestado una pregunta interna. Cabezón empezó a decir algo (-Vamos, Marce...) pero antes de que pudo terminar Marcelo había jugado el diez de oro. La sonrisa de Cabezón desapareció. La sonrisa de medio-pedo salió brillando en la cara del Yanqui.
-¿Quién tiene el quiero? -preguntó el Yanqui.
-Pero callate, boludo. ¿Qué te pasa? El quiero lo tienen ellos -contesté con notable desagrado y el Yanqui se hizo el cachorrito herido.
-OK, sorry -y jugó un siete de copa-. En mesa.
El envido ya se había cantado y el trienta y uno del Yanqui (4 + 7 de copa + 20 = 31) lo había ganado facilmente. Acá estaba la muestra.
-Bueno, bueno, muy bien... -dijo Cabezón-. La segunda la ganastes vos, máquina. Poné...
-Ya que te gusta hablar tanto -le dije, tomando el último trago de mi vaso-, ¿porqué no nos pedís otra birra? Los que pierden la pagan. Yo tengo que hecharme un meo antes de explotar. Pero la mano la tengo yo, así que espérenme.
Obviamente enojado por tener que esperarme, Cabezón me siguió con su mirada hasta que desaparecí de su vista, subiendo las escaleras hacia el baño. Antes de cerrar la puerta escuché a Cabezón gritándole a Carolina para traerle otro litro de Quilmes. Nunca me había gustado la forma en que Cabezón le hablaba a Caro y cuando estaba nervioso era peor todavía. Juzgándole por el timbre de la voz, Cabezón estaba bastante nervioso. -Y, por una vez, tiene razón de estarlo -pensé al cruzar el baño-. Y no tiene nada que ver con el truco.
Continuará...........


Texto agregado el 23-03-2004, y leído por 117 visitantes. (0 votos)


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