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Inicio / Cuenteros Locales / anita_hot / Mar y café.

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Javier se había marchado antes de que amaneciera. Su equipaje pesaba más que nunca. Se llevaba con él recuerdos de dos meses intensos y felices, aunque siempre marcados por la triste certeza de que los días volaban como los suspiros. Su marcha dejaba espacios vacíos, el molde de su cuerpo en el lado izquierdo de la cama, una taza sin café en el banco de la cocina, una partida de ajedrez sin vencedores ni vencidos.

No había querido despertarla por miedo a no poderse contener las lágrimas y a que ella se aferrase a su cuello y le preguntase temblando, por qué se iba. Por mucho que se lo explicase aún no lo entendería.

Lea se sentó en el borde de la cama. Tenía que estar serena, pero no podía. Sentía que se ahogaba. Quería salir corriendo tras él. Una vez más se alejaba como una sombra de su lado. Le parecía oír que la puerta se abría y que los pasos de Javier acariciaban el piso. Toda la habitación olía a él. Olor de mar y café.
Le tembló el pulso al tratar de hacer la cama. No pudo. Se tumbó bocabajo en el lado de él y se estremeció al pensar en las noches solitarias que le aguardaban. Cenar acurrucada en el sofá, viendo películas de las que hacen llorar, con la única luz de una lámpara cuya bombilla amenazaba con rendirse en una huelga perpetua. Pendiente de una llamada que si se retrasaba, le encogía el alma. El momento de bajar las persianas, cerrar la puerta, poner la alarma del despertador y acostarse en una cama desierta y ahora desconocida; de sábanas frías, era el peor. Soñar con él, despertarse a mitad noche y buscar su espalda sin hallarla. Desvelarse y reírse, por no llorar, de su inseparable amiga soledad.

Entró corriendo en la habitación. Su pelo corto y castaño claro revuelto. Los ojos medio cerrados del sueño, se abrieron como canicas de color miel al ver que faltaba algo. Trepó por la cama y la despertó. Lea esbozó una sonrisa, y le acarició la espalda con cariño mientras le daba besos en las mejillas. La niña preguntó dónde estaba papá. No hizo falta responder; se echó a llorar como si le hubiesen contado un cuento de miedo. Lea abrazó a su niña y lloró con ella. Se acordó de los ojos negros de Javier; de su largo beso de despedida; de su “os enviaré un mensaje en una botella”. Le dijo que papá se había ido a la mar con su barco; que pronto volvería; en cuatro meses. Intentó distraerla preguntándole si quería jugar con las muñecas, pero no la tranquilizó. Así que le dijo lo mismo de cada dos meses, cuando Javier se iba: “hoy dormiremos las dos juntitas”.

( Para el silencio más destacado de Ficticia...)
"And you've been so busy lately
that you haven't found the time
To open up your mind
And watch the world spinning gently out of time"

Texto agregado el 23-09-2007, y leído por 63 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
24-09-2007 me encanto ojala algun dia pueda agregar cuentos mios en este foro pero no tengo el valor .Te felicito nani_sol
23-09-2007 Buena escritura. Me gustó arqui
23-09-2007 Buen ritmo. Es cuento y, si se quiere, muy sosegado. Te felicito. peco
 
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