TU COMUNIDAD DE CUENTOS EN INTERNET
Noticias Foro Mesa Azul

Inicio / Cuenteros Locales / mariellazul / Fantasmas Inocuos

[C:310785]

Y es que hay días así, dónde me topo con su mirada llegando a la oficina y le saludo.

A veces creo que también hay un fantasma en mi habitación. Lee mis libros y los desordena, no sé si será mujer o simplemente le gusta la ropa que uso porque la deja desparramada sobre mi cama.

Un día mi perro y yo lo vimos soplando una pelusa para luego cubrirnos el rostro con las sábanas. En ese momento se va al rincón y comienza a llorar. Me corre un escalofrío en mi cuerpo y salgo corriendo de ahí.

Sé que vive conmigo y dormimos espalda con espalda en invierno, cuando necesitamos compañía.

Últimamente se sentaba cerca a mí en la hora de la cena cuando mi madre le colocaba un plato en la mesa, pretendía abrazarme, supongo que por pasar tanto tiempo conmigo me conoce, ahora no me huye, confronta mi mirada.

Lo acepto, tengo miedo a esa mirada que ya no se oculta en espejos y sabanas limpias. Sé que me busca cuando se sabe solo y yo misma me impresiono cuando me encuentro buscándolo en mi presente, como si su compañía fuese un supuesto.

Hace una semana jugaba con mi perro, creo que él también se ha acostumbrado, después de todo se parecen, miran en blanco y negro. Quería unirme a su juego, pero ambos se miraron cómplices y me apartaron de ellos, ahora dudo que se lo quiera comer, nadie come a sus amigos.
Pero a mí sí puede que me trague una noche.

Por eso a partir de ese día no dormía, sentía su respiración al lado y encendía el televisor para no escucharle. También las luces y comenzaba a escribir... tal vez así no me vea desprevenida, tal vez así no duerma, tal vez así huya al sentirse sin paz...

Hace tres días no pude más, un pestañeo y juas... una suave caricia me despertó, sentía su respiración cerca a mi rostro. Me acomodó el cabello.
Miré el reloj y me levanté perturbada de la cama para salir a la oficina.
Nunca antes había sentido su olor. Era a desayuno, leche, miel, pan recién horneado. Tal vez el hambre me despertó.
Pensando en eso, subí al taxi. Ya se me había hecho tarde.

Saludé como todos los días al fantasma de la avenida camino al trabajo, esta vez traté de acercarme más a él para saber si era cierto lo que sentí esa misma mañana en mi cama.
Éste, olía a charcos de lluvia de madrugada.
Y entonces me descubrí con los ojos inundados, caminé más rápido, dicen que la tristeza es más que contagiosa.

Miré hacia atrás porque creo que a veces mi fantasma me acompaña e intenta abrazarme con cuidado (para que no me de cuenta con miedo a mi reacción). Sé que está ahí por su agradable aroma debería agradecerle su compañía, lo sé, porque ya no huyo a su mirada y le cuento, en las noches, lo que me pasa.

Tal vez deba confiar en él, puedo ver que no me quiere hacer daño, que ya no es el mismo, nos hemos domesticado.


Ayer me dejó una nota en la lámpara...
Y pude reconocer su letra, era él...
Me confesaba que no se probaba mi ropa, sino que buscaba mi aroma y que en mis libros intentaba encontrar mi alma.

Y me volqué a escribir de nuevo para que mi mundo no pierda sentido otra vez... para continuar y crear mis historias y vivir en este mundo frágil, pensado y construido improvisadamente.
Me muevo sin control dentro de mi cuerpo, sin licencia para conducirme.
En este momento me estrello y doy mil vueltas de campana.
Despierto, aún sigo viva o solo soy un espectro más.
Me tomó la mano y me sacó de tanta bulla, sonidos de un naufragio desenfrenado.
Cerré los ojos, pues no me gusta ver en contraste de grises.
Olor a desayuno, cuello olor a flores, brazos tibieza de sábanas... labios con un conocido sabor.

Y me doy cuenta que no importaría morir así. Crema de leche. No importaría dejar de respirar aquí. Suave algodón.

De pronto, desperté entre miradas ajenas y solo sonreí al reconocer a mi perro lamiéndome la mano. Busqué en la habitación a mi fantasma.

No estaba, pero aún lo espero.

Sé que estos días lluviosos lo traen y su pensamiento está conmigo.

Sabe que forma parte del collage de rostros que armé la noche anterior, y fue evidente que su presencia pesa tanto como su invisibilidad. Ese día pude ver a través de su mirada que el momento del adiós llegaría, cuando tomó mi mano y escribió el final de mi historia.

Lo encontré entre mis garabatos como un personaje secundario, con una breve participación de mi vida y de la vida, con una despedida ideal. Que prefería mantenerse así, siempre de lejos, siempre conmigo, en cierta medida su presencia para no doler, para que no llegue lo inevitable.

Recordé la noche que conversamos en silencio y le besé la frente al saber sobre nuestra imposibilidad. Ambos buscamos ideales, ambos buscábamos un final perfecto, pero ¿por qué un final?
Cuando escribió ese final me lo susurró, murió para estar por siempre conmigo.

Supongo que esta noche volveré a escribir para estar más cerca de ti y de mí. Esta noche con olor a ciudad mojada y habitación tristemente ordenada.

Texto agregado el 07-09-2007, y leído por 112 visitantes. (0 votos)


Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login


[ Privacidad | Términos y Condiciones | Reglamento | Contacto | Equipo | Preguntas Frecuentes | Haz tu aporte! ]