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Mar de nieve petrificado, quieto, olas encrespadas de espuma que nunca estallarán. Cordillera blanca. Amor blanco. Los Andes.

A vista de pájaro de hierro, de niño boquiabierto. Los Andes impresionan desde diez mil metros de altura.

Pasada la Cordillera el pájaro baja buscando reposo después de las cumbres nevadas.

Aeropuerto de Santiago, me llaman la atención los uniformes de la policía, oferta de taxis. Buscamos a nuestra amiga. Allá viene, petisa, sonriente, haciendo rodar su maleta como niña que sale de la escuela y ve a sus papis. Abrazos. Oímos por primera vez en vivo el gorjeo de la voz de Anémona (Mª Isabel).

Una camioneta roja será nuestro transporte, Ane conducirá por la ciudad y yo por la ruta, acordado.

Intercambio de regalos en el Hotel y nuestras bocas siempre sonrientes, contar las pequeñas anécdotas del viaje sirve para comenzar a conocernos en directo, sin el puente de las palabras escritas, de un monitor. Ahora hablan los ojos, las bocas, los gestos, el tono de voz. Nos sentimos a gusto, serenos, felices de encontrarnos.

¡Qué hermosa vista desde la ventana panorámica semicircular de la habitación del hotel!

Y Valentina dando clase. No atiende al celular. Cuándo la conoceremos. Mañana, por fin, vendrá al hotel.

Nuestra mana se informó bien antes de nuestra llegada de algún que otro restaurante interesante. El primer día nos llevó a uno cuyas paredes blancas estaban llenas de graffitis de los comensales en tono de humor. Comida típica chilena, rica, rica y animada conversación.

Barrio de casas de una planta y pintadas con colores atractivos, barrio bohemio.

“Ocean Pacific” Un restaurante diferente, acogedor y con su interior decorado muy marinero para que puedan soñar sus comensales mientras disfrutan de una buena compañía.

Ha querido venir a cenar con nosotros aunque tenga que trabajar mañana.La veo venir por el pasillo seguida de un camarero. Nos vemos y nos damos un gran abrazo.

Vacarey, nuestra Valen, primer encuentro. Abrazos de partirse y muestreo de risas con dientes separados. “¡Ah, pues tú los tienes más separados que yo!” ¡JAJAJA!

Las figuras talladas en madera, dios sabe por qué lobo de mar en momentos de nostalgia, nos miran con sus pipas a punto de encenderse. Un pez nos observa desde la pared de enfrente. Su cabeza de gran perímetro sobresale del muro y nos ve con el único ojo que le deja su posición. Bajo el cristal de la mesa todo tipo de caracolas y caballitos de mar. Estanterías llenas de maquetas de barcos de todas clases: veleros bergantines, barcas pesqueras…

Mariscada y ensaladas acompañaron nuestros diálogos en los que pretendíamos meter baza todos y hablar de todo lo que nos identifica con los otros tres. Viveza emocional de 18 años en cuerpos de mayores. Preguntas profundas urgidas de respuestas iguales. El tacto de las manos queriendo convencer a los ojos de que el encuentro es real, físico. Emoción y alegría en octavas altas.
Unos acordes de guitarra por el pasillo que da al comedor y un cantante muy profesional nos adorna la cena con su música y su voz. Le pedimos alguna canción que hable de la amistad y nos brindó un tango y unas cuecas.

Viajamos a Valparaíso al día siguiente. Nuestra Ane esperaba en el auto a la hora fijada. Puntualidad exquisita. El sol iluminó el trayecto hasta poco antes de llegar a la ciudad envuelta en bruma.
El puerto gris y frío nos mostró su tristeza en las barcas de pesca amarradas.
Llamadas telefónicas. Oigo la voz de Gino, el marido de Maria Isabel. Intercambiamos algunas frases de agradecimiento por dejar que esté ella con nosotros esos cuatro días en lugar de estar con su familia. Él se siente feliz de poder prestárnosla.

La niebla cubre los cerros de Valparaíso, no podemos admirar desde abajo su belleza. Aprovechamos para visitar a un cuentero que no podía dejar su negocio por estar recién inaugurado, así que nos acercamos a su lugar de trabajo y allí nos saludamos y comentamos de la Página, nos fotografiamos juntos y filmamos. Juan Jara, poeta. Nos obsequió con su amistad y unos libros antiguos y un CD de música romántica.

El sol deshilaba la niebla a media mañana.

¡Para subir al cielo de Valparaíso hay ascensores públicos!

Ascensores añejos como las portezuelas rotativas por donde es permitido acceder a ellos, de paso estrecho para que no se cuelen los listillos que quieran viajar gratis a las alturas, pero si tu perímetro de caderamen supera el paso, lo que es muy fácil, has de subir por otros medios.

Ya estamos arriba. Desde el primer mirador nos regalamos los ojos con la vista del puerto y la ciudad deshaciéndose de brumas algodonosas.

Empedradas calles suben y bajan en constante marejada de casas variopintas. La orografía del terreno obligó a los constructores a emplear toda su creatividad para encontrar equilibrio en sus construcciones. Todas las casas con grandes ventanales al mar. Todas pintadas con colores vivos y junto a árboles grandes y hermosos.

Visitamos los tres una exposición de cuadros y artesanía.

Restaurante “Vinilo”, muy aconsejable. Dentro de su sencillez, una cocina bien trabajada, cocina chilena auténtica: Sopa de calabaza con Cilantro, pechuga de pollo con semillas y una salsa de color guinda que quitaba el sentío, puré de garbanzos… exquisito y suculentos postres. Todo adobado con buen tinto de la tierra.
Música de vinilo de fondo, un dibujo mural en blanco y negro que representaba al dibujante bajo el mar, dibujando todo lo que veía. Una atención personal de lujo.

De allí fuimos a visitar la casa del acuarelista y dibujante chileno “Lukas”, un verdadero maestro. Poco antes de salir del local, un temblor de tierra hizo que el empleado se refugiase bajo el dintel de la puerta, yo pensé que nos iba a mostrar algo. Él estaba acostumbrado e hizo lo normal en estos casos.

Visita a la casa de Pablo Neruda: “La Sebastiana”. Preciosas vistas las que invitan a mirar sus ventanales. Lectura en voz alta de uno de sus poemas, del que habla de la casa que sueña para su mujer. El lugar transmite sensibilidad y poesía. Precioso.

Lapislázuli, ágata y otras piedras semipreciosas eran encastradas por un artesano junto a uno de los miradores. Me sentí atraído a regalarles una a cada una de las tres mujeres: Neus, Mª Isabel y Valentina, aunque esta no estaba en ese momento con nosotros. Creo que refuerza su autenticidad, la de las tres.

Por un percance sin importancia entre vehículos perdemos dos horas en Valparaíso, lo que nos hizo llegar apurados a cenar en casa de Arianna y Sergio.

Bajamos de la camioneta y un frío cordillerano más helado que ningún día antes se clavaba en la cabeza y nos hacía echar borbotones de vapor blanco al hablar. Sergio no parece acusar el frío. Nos da un abrazo y pasamos con Ane a la casa, donde nos esperan Bosque de Laureles (Loreto) y Kamel (Alejandro), Arianna (Olgy) sale a saludar pero debe seguir en la cocina.

Una rica cena con un buen vino y la buena compañía de quienes compartimos Página. Intercambio de regalos. Risas y anécdotas, hablar de poesía, explicaciones sobre cambios de nick, profesiones, originalidades y más risas.
Momentos inolvidables cuando se leyeron algunos poemas. Sensibilidad a flor de mirada y gesto. Una cena que quedó grabada en el alma.

“El cajón del Maipo”, el valle frondoso y bello rodeado de cumbres nevadas. Allí nos llevó Mª Isabel. Llegamos al pueblecito soleado y nos quedamos en la plaza y parque con fuente, gente de todas las edades y perros que nos acompañaron durante el almuerzo de sándwiches que llevamos. Perros de mil razas sin collares ni amos con los que compartimos alimento.

Por la tarde nos reunimos con Valentina y Ane en la habitación del Hotel. Charla de amigos a corazón abierto. Dulzura, ternura y franqueza, cigarrillos quemados, refrescos vacíos. Grabando imágenes en la mente para no olvidar nunca y apuestas sobre el viaje de las dos a España.

Mientras esperaban Ane y Neus al resto de invitados a cenar en casa de Valen, frente al hotel, ésta y yo fuimos de compras al super. Ella se empeñó en no dejarme pagar el vino, a cambio compré helado.

Cuando volvemos a la camioneta ya han llegado “Ignacia” (Mª Cristina Felip – Cris) y Guido Pacheco (“gui”) en la Página. Cao, tal como llegó se marchó sin dar explicaciones ni despedirse.

En casa de Valen conocimos a Germán, su marido y a Andrés, su niñito de 4 años.
Nos metimos en la cocina con un buen vaso de vino para entretener el tiempo de hacer la cena. Valen y yo hicimos una tortilla española para ocho personas, panaché de verduras y algunos chorizos asados, no olvidaré nuestro trabajo en la cocina con Valentina, nos reímos de todo, nos sentimos cómplices, amigos. De postre helado, café y tertulia.
Charla de mucha intimidad y camaradería. Nos sentimos integrados con Cris, elegante y vital, de sonrisa contagiosa y franca. Con Guido, reservado y surrealista, amante de escuchar y del humor irónico, todo un caballero. Germán un buen anfitrión con el humor tan a punto como el buen apetito.
Anémona y Vacarey, en perfecta simbiosis, intercalan sus frases y sus risas aquí y allá, donde hacen falta para dar luz a la velada. Estas dos mujeres ya forman parte de nuestro cariño como hermanas por su saberse dar a pecho descubierto y su sensibilidad para el amor y la justicia.

La despedida llena de abrazos y alguna lágrima. También esto tan hermoso tiene fin, pero un fin temporal que esperamos un día reanudar con un nuevo encuentro.

Imposible olvidar nuestro paso por Chile.

El cariño que recibimos fue tan espectacular como su Cordillera y tan blanco como su nieve.





Dedicado a todos los amigos cuenteros chilenos que nos recibieron con los brazos abiertos.
Nuestro agradecimiento.






Texto agregado el 31-08-2007, y leído por 448 visitantes. (12 votos)


Lectores Opinan
03-10-2007 Guaaaa, estoy pero que emocionadísima, de que hayan sentido el cariño chilensis y a las queridísimas Arianna y Vale, pucha, súper lindo tu relato. Millones de cariños de esta tierra larga que tan bien describes. la-negra-chilena
23-09-2007 Veo las fotos ahora y releo tu relato... ¡Qué nostalgia, mi Juan, qué nostalgia! prudente
17-09-2007 Ya me emocioné cuando me contasteis vuestro esperado viaje y encuentro con los amigos de la página...Ya me emocioné y me llené de envidia sana,porque me hubiera encantado ser vuestra sombra,pero ahora,después de leer este bello recordatorio escrito de aquellos felices momentos,junto a los comentarios de algunos de los que disfrutaron en propia piel de ese bello encuentro,mi emoción ha sido mucho mayor.Solo pido porque esa apuesta que quedó en el aire se cumpla y pueda yo reir junto a Mª Isabel y junto a vosotros. Todas mis estrellas para el autor y para los que pudisteis saborear la amistad en estado puro.******** boira
13-09-2007 Excelente! yo estuve en el 2005 por allí y conocía aSergio, Arianna y Bosque de laureles, no así a Anemona y Vacarey, pero volveré. Un saludo y felicitaciones por vuestro viaje.***** josef
13-09-2007 Me alegro que te haya gustado mi patria, lindo escrito.5 Die_Dichterin
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