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Marko miraba por la ventana, pensativo; vivía en un quinto piso, al sur de una gran ciudad, y miraba por la ventana cuando no se sentía del todo bien. Las personitas abajo, en la calle, cruzaban intrépidamente de un lado a otro, arriesgando la vida por llegar al otro lado de la acera; los autos parecían dispuestos a atropellarlos. Luego, comenzó a llover, y una docena de paraguas se abrieron al instante.
Marko, como casa coacción en que miraba la ventana, no estaba muy feliz. Hacia medio año que su esposa había muerto asesinada por su amante. Tenían cinco años de casados, cuando una noche, Violeta nunca regresó, pasaron horas y horas de insomnio en la cama de Marko, y Violeta no respondía al celular. Los servicios de policía y emergencias decían que no podían hacer nada hasta cuatro días después de la desaparición de una persona. Al tercer día, llamaron para que Marko fuera a reconocer el cuerpo.
Marko estaba solo ahora, en un país al que no pertenecía y sin poder salir de el de forma sencilla, o por lo menos no hasta que atraparan al asesino y amante de Violeta.
Marko miraba su ventana, qua hora distorsionaba las luces distantes a través de las gotitas de agua que resbalaban por ella.
-¿Por qué estabas con él? –preguntó, y al poco tiempo, una voz femenina a su derecha, le contestó –no seas absurdo, bien sabes que lo nuestro no iba a durar mucho tiempo más –Marko miró a su esposa, bella como siempre, recargada contra el muro debajo de la ventana, sentada en l piso a su derecha –pero las cosas iban a cambiar poco a poco, nos pudimos haber dado solo un tiempo, yo nunca busqué a nadie. Y si hubiera tenido la intención de hacerlo, antes hubiera cerrado lo nuestro –Violeta lo miraba con una maliciosa sonrisa –tu, tu hubieras hecho eso, yo no soy tu,, y no sé por que razón siempre quisiste que yo fuera como tu. Si, quizás aprendí mucho sobre ti, pero no soy tu, entiéndelo de una buena vez. Yo no quería separarme de ti por el momento y tuve mis buenas razones para no hacerlo, pero no pienso contártelo todo –Marko continuó mirando por la ventana, abajo, los autos ahora estaban a vuelta de rueda, debido a la lluvia, y ya se empezaban a escuchar los pitidos de los conductores desesperados.
-Yo aún te amaba, yo aún te amo Violeta –dijo Marko apretando los puños –por eso es que vine aquí, por eso dejé mi país. Estoy aquí por ti, en un país miserable que no me respeta, en el cual suceden cosas como lo que te hicieron. –Violeta seguía con su sonrisa en el rostro –pues yo no te amo ya, no te amaba desde hacia mucho tiempo Marko, y lo peor es que eres tan estúpido que no te dabas cuenta, solo vivías en una falsa idea. No tuviste la capacidad de mirar un poco más allá y entender que hacia mucho tiempo que cuando decía que te amaba ya no te miraba a los ojos, en verdad Marko, eres muy tonto –Marko apoyó la cabeza en la ventana y la empujó hasta que se escuchó un “crack”.
-Eres cruel, eres una mujer muy cruel, bien te mereces lo que tuviste –le dijo Marko, y una lagrima cayó al suelo.-Violeta se puso de pie tranquilamente y se acercó al oído de Marko –Tu eres quién está sufriendo. Yo ya no siento nada, y viví feliz mis últimos minutos… Ni siquiera me di cuenta realmente en que momento morí, creo que fue una linda muerte –se alejó del oído de Marko y caminó hasta una de las esquinas del habitación. Donde se sentó de nuevo –De verdad, yo te amaba muchísimo, no tienes idea. Y es tan increíble mi odio en estos momentos que te mataría si no estuvieras muerta ya. Amor y odio no son una linda combinación – Entonces Marko se dio cuenta que podía llevarse a Violeta de ahí, de alejarla.
-Estas, pero puedo hacer que ya no estés. La única razón por que sigues aquí es que mi mente crea lazos con algo que creo, son universos paralelos. Ya te lo he dicho antes –Violeta dejó de sonreír –puede ser –dijo –me has contado de tus amiguitos imaginarios y de cómo supiste de cosas que sucederían antes de que sucedieran, pero, eso pueden ser coincidencias y lo anterior, así como yo en este momento, podemos ser solamente producto de tu intranquila imaginación. Podrías estar loco y ya. –Marko notó la preocupación en rostro de Violeta –no eres la primera persona que me dice eso, bueno, si es que puedo considerarte una persona –dijo Marko, quién ahora sonreía -¿Qué tan imaginaria te sientes? –Violeta vaciló un poco antes de contestar –pues, no sé –dijo. –Pues bueno, eres una ingrata, arrogante, egoísta malvada, perra, desgraciada y demás, pues bueno, se acabó tu miserable vida en esta realidad…-Marko dejó de pensar en Violeta.
Ahora estaba dispuesto a traer de vuelta a alguien a quien había conocido años atrás –¿Yve? – Yve estaba sentada ahora donde antes estaba Violeta, casi en la misma posición de descanso. Su cabello rojo caía hasta el piso sobre su cuerpo, llevaba un lindo sweater café y una falda verde. Era hermosa, pero tenía una apariencia translucida –Hace tanto tiempo –dijo, mientras sonreía y miraba a Marko –Si, hace mucho tiempo ¿estabas muy lejos? –le preguntó Marko a la joven, quién fuera su compañera durante casi toda su infancia y juventud –No lo sé, pero no estaba contigo, tenía que cuidar a mi padre y luego, ya no me llamaste, pensé que me habías olvidado –dijo Yve –No, no lo hice, pero había alguien más, hubieron dos mujeres –dijo Marko.
Yve se puso de pie y se acercó a Marko, lo abrazó y Marko sintió un escalofrío en el estomago que luego recorrió todo su cuerpo, luego una gran felicidad –No estas solo ya –le dijo Yve –Estaré contigo, ahora y siempre, y tu estarás conmigo –Marko la abrazó también, había olvidado que Yve era realmente la persona con quién más se había entendido en la vida. –Lamento haberte dejado tanto tiempo. Creí que me haría más feliz si vivía con alguien de mi realidad, como todos los demás hombres –Yve sonrió -¿Y cuando has conocido a un hombre que esté completamente feliz con lo de su propia realidad? La mayoría de los hombres y mujeres viven felices cuando tienen presentes cosa que no pertenecen a su realidad –Marko sonrió abrazó más fuerte a Yve, la miró a los ojos, era calido y reconfortante reencontrarlos –Aún puedo ver a través de ti –dijo Marko –Si, me siento extraña, dijo Yve –Pero no supongo que eso se arreglará con el tiempo –Marko la besó sonriendo luego en su infinita tristeza.

Texto agregado el 05-08-2007, y leído por 174 visitantes. (0 votos)


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