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Jaqueca estaba leyendo sola, un libro realmente aburrido que no le interesaba, tenía la cara seria, los ojos clavados en las pequeñas letras que no le decían nada, haciendo grandes esfuerzos por mantener una concentración que no tenía. Gracias a Dios ahorita no se acuerda de mí, que debo de estar distraído viendo un bicho o algo así; a veces es necesario comprender que hay cosas realmente importantes como trepar a la rama más alta o cargar tu casa sobre tus espaldas, otras veces no, es mejor arrastrarse poco a poco en paso lento pero seguro.

Lleva un traje oscuro como siempre y un peinado todo complicado que le hace ver la cara un poco más afilada que de costumbre, sin embargo no recuerdo haberla visto de colores más brillantes. El día de hoy está realmente aburrida (supongo que por eso no me hace caso) levanta la cara con intención de preguntar algo, pero recoge sus cosas a la carrera y se marcha, así sin mas, sin decir palabra como sino me conociera, debe haber visto pasar a Roberto con quien también suele pasar un buen rato. En fin ya regresara… mientras me voy a esconder detrás de un árbol no vaya a ser que me encuentre desprevenido.

En eso pasa una mariposa de alas blancas y se queda mirando pero no dice nada, está suspendida flotando en el aire como colgando de un hilo, tiene hambre se le nota a leguas, además de que de otra manera no estaría aquí, no deja de regresar desde aquella vez que le di un suspiro que tenía guardado para alguna situación especial, esa no lo era, pero igual se lo di. El día de hoy sólo tengo una florecita amarilla, un poco tímida, que parece muy poca cosa al lado del resplandor de sus grandes alas, por eso me deja la flor en las manos, que de todas formas me gusta más que ella.

Quisiera que Lejos pensara un poco en mi, yo se que de vez en cuando lo hace, es mejor así, pero no me gusta creerlo debe ser culpa de la tele y de sus historias pequeñas y flacas. La verdad es que tampoco pienso mucho en ella cuando me encuentro a mi mismo platicando contigo, rellenando la realidad con pequeñas mentiras o una que otra nota al pie que debería estar impresa por algún lado pero que eres tan distraída que de seguro nunca leerías; es más, tampoco espero que me hagas caso pues sabes mejor que yo, que desgraciadamente entiendo menos cosas que las que digo.

El rato de descanso ha terminado Jaqueca regresa agobiada cargando una enorme pila de libros, que ni siquiera el colorido parece hacerlos mas atractivos; se sienta frente a mi y me mira con sus ojos acuosos (que en ese momento han de ser reflejo de los míos). Está decidida a tomar las cosas con calma, lentamente vuelve a abrir en las mismas páginas sobre las que no avanza, nadando en una enorme sopa de letras que no es posible comer con cuchara, se lleva las manos a la barriga y saca la lengua con el ademán inconfundible del asco.

Sus muecas me despiertan del mundo que les cuento y le explico minuciosamente los lados obscuros, aunque guardo solemnes silencios frente a enormes abismos que parecen pequeños huecos, pero son capaces de perdernos en ellos, si no tenemos un mapa o de perdida una sencilla linterna. La mayor parte de las veces me ayudo con un poco de plastilina que va tomando forma con mis torpes manos y temo que pueda deshacerse con tu siguiente pregunta y me siento un poco culpable por algunas de las veces que me he rendido. Esta vez no ha sido el caso poco a poco se termina la hoja y nos regala un poco de claridad que nos lleva a la puerta que no quiero cruzar prefiero seguir ahí contigo.

Texto agregado el 27-07-2007, y leído por 64 visitantes. (1 voto)


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