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Una risa, no, una carcajada se hace con tu boca, has mirado tus bragas y están llenas de sangre, rojo en la licra con encajes franceses. El diablo que se escurrió por tus piernas entre juegos, no ha conseguido lo que quería, ese hijo ha abandonado tu vientre, se ha deslizado hasta ir a parar a la no existencia; seguramente será mejor. Una noche y un mundo.

Has llegado a casa después de salir a ninguna parte, porque aunque estabas rodeada de gente, de amigos, todo era mentira. Te has quitado toda la pintura - maquillada como una talla de porcelana - con un poca de gel, nunca has necesitado más que algún tipo de jabón, a pesar de tus treinta y cuatro años, ni desmaquilladoras, ni cremas; quizás seas la única de tus amigas que aún conservas la piel como una niña de quince años. Quince años, ¿donde están esas primeras fiestas llenas de encantos, de cruces de miradas, de deseos escondidos, de ahora solo recuerdos? Tu sigues lavando la cara y sientes la necesidad de una ducha. Restriegas todo tu cuerpo con el guante de crin y el pelo lo engulles en espuma verde de champú. Terminas secándote con una áspera toalla, tonificándote a la vez con un agradable masaje. Vas a la cama.

"¿Quién te mandaría casarte con él? Si, mucha carrera, muchas relaciones sociales, mucho dinero...., mucho de todo, pero al fin y al cabo un hombre que te da las buenas noches con un beso y basta. Y esa noche, con tus amigas, en la última despedida de soltera, todas presumiendo de lo que no son o no tienen, mujeres felices, triunfadoras en su vida profesional y familiar. Mentira, todo mentira, una gran farsa, se ponen caretas que no saben llevar. Recuerdo mi propia despedida de soltera hace catorce años, fue la primera de todas, o eso creo recordar. Todo era diferente, bromas, deseos de una vida matrimonial excitante, llena de todo lo que supuestamente antes de ella está oculto a los ojos de los demás. ¡Si alguien me hubiera dicho que unos pocos años después iba a estar asqueada de todo esto! Y pensar que si nunca he trabajado, ni realicé ningún tipo de estudios fue por empezar una vida irreal junto al mejor postor que se presentó. Y ahora me río a carcajadas porque ni amo al señor con quien duermo cada noche, ni soy capaz de buscar a alguien a quien amar, ni siquiera a mi misma. Si me respetara, si fuera sincera conmigo misma y leal a los principios que una vez tuve dejaría todo esto y me iría junto a ese diablo que corrió entre mis piernas y cuyo hijo he visto esta noche que nunca llegará a nacer, si es que alguna vez fue.

Hace quince días que le conocí, que le amé. Me amé a mi misma, a mis deseos. Un beso y después todo vino seguido como si él fuera una continuidad de mí. Una vez me dijeron que cuando amas de verdad - amar y no querer -, ese ser al que amas es tu continuidad no solo física sino a un nivel más elevado. Como si solo hubiera un alma para dos cuerpos. En ese momento pensé que si yo compartía un alma, el otro cuerpo había muerto, ya no existía. Y hoy sé que ese otro cuerpo existe, o parece existir. No es este que está ahora a mi lado, es el diablo que conocí en aquella fiesta. Mejor dejar de llamarle diablo porque no lo es, es un hombre, mi otro yo, el padre de mi hijo muerto. Y pensar que todo lo dejé por mi no amado esposo, por mi sustento, por la seguridad de una vida cómoda aunque vacía. Yo, entonces, no lo creía así, lo fui encontrando mientras los días pasaban, mientras la vida se iba alargando junto a él. Y mi otro yo verdadero por ahí, buscándome y yo escondida con alguien a quien nunca debí conocer. Y todo por creer en la irrealidad de los cuentos. Bueno esta noche ya está bien de tantos pensamientos, voy a dormir y mañana veré que voy a hacer."

Y mañana esa mujer seguía junto a su muy no amado esposo.

"¿Dónde estará? He vuelto cada día desde hace dos semanas a este bar. Aquí nos besamos y después la playa cubrió nuestros cuerpos. Y nada más, ni un nombre, ni una dirección, ni un teléfono, ni un dato de su vida, nada, solo sé que ella era real y cuando abrí los ojos ya no estaba. Pero yo sé que existe, que no se convirtió en arena, ni en espuma de mar. Está en alguna parte donde yo no puedo llegar. Sueño y la veo, es una sirena. Iré a las profundidades del océano a buscarla. Alquilo una barca, no se manejarla, ella me guiará. Voy muy mar adentro hasta llegar a donde no veo tierra. Paro el motor, me pongo el traje de bucear y me tiro al mar. Nado muy hondo, hasta donde no llega la luz del sol, solo me ilumina la luz de una linterna y empiezo a llamarla: “Sirena, mi sirena, ¿donde estás? Ven junto a mí, sin ti no soy y no puedo ser."

Se emborracha con el gas de las bombonas, ha estado demasiado tiempo en la profundidad y no quiere subir. Cree verla junto a unos tritones y empieza a bailar con ellos. Su cuerpo revienta ante tanta presión. Días después un pequeño artículo anuncia que ha aparecido una barca a la deriva. Estaba vacía, solo una nota que decía que buscaba la espuma y la arena que una noche lo cubrió, que después huyó de su lado porque era una sirena buscando su amor. No se ha encontrado naufrago ni cuerpo alguno.

Lo que ella no sabe es que la sangre que ha visto en sus bragas de licra y encajes franceses no era su hijo, ese hijo nunca existió, era él, su otro yo, ese otro cuerpo que compartía su alma, que en ese momento moría por no poderla encontrar. Un adiós escrito con parte de su cuerpo, porque parte de ella también moría. Y a partir de ese momento quedaba totalmente sola.

Texto agregado el 16-03-2003, y leído por 743 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
16-03-2003 el giro del final me parece interesante, pero, creo que le falta técnica también, habrá que ponerle más atención a la cadencia del cuento y a la forma de contar las cosas... se me ocurre rithza
 
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