Siento un nudo en la garganta, como una pequeña asfixia que no duele pero que molesta con su presencia. Quiero voltearme al otro lado y exhalar primavera, respirar inocencia; pero el morbo atrae mi mirada como un imán bipolar. Veo tu sonrisa triste y es hermoso. Hermoso encanto, hermoso amor, hermoso pequeño. Presiento como me ves y aunque tienes tanto que decir acudes al silencio por miedo, por complacencia, por inseguridad. Es tan sólo una máscara de sonrisa queriendo atención, un pedazo de cariño. Mendigando amor, este es el único consuelo que tenemos hoy en día.

Levántate cariño.

Te tiendo mi mano y te aferras a ella agradecido. Te ayudo a cruzar la calle y tú ya no volteas a ver los coches porque sientes una cálida y ciega confianza. Te pegas a mí como una sombra y así es, porque te veo y apareces disfrazado tan diminuto. Desapareces casi, queriendo amalgamarte a mí. Todavía no te quieres dar cuenta que eres uno, que eres sólo, que eres aquél… que eres otro. Mi mirada se torna gris nube. Yo tampoco quiero darme cuenta que eres otro. Alguna vez fuimos uno sólo y cuando nos miramos a los ojos sin decir nada, creo que ambos seguimos sabiéndolo; esa es nuestra conexión.
Perdí mucho contigo, pero gané tanto más.