Se confirma todo, la noche cae y el cielo se cubre de niebla. El rocío aguarda el momento preciso para cubrir el campo con su frágil brillo, el brillo de una lágrima que tarde o temprano tendrá que secarse.
Mi corazón está tranquilo, la noche no me asusta, pero la soledad me acecha, me perturba a ratos, pero ellos me ayudan a alejarla, me acompañan, me resguardan y me cuidan.
Aun no amanece, espero que termine esta larga noche y así poder comenzar un nuevo día.
El cochero se la lleva. Espero que no tengan problemas en el viaje. Me apena la partida, no podré volver a verlos hasta que mi rumbo se separe completamente y tal vez así volver a encontrarnos entonces con otros ojos.




Escrito el Lunes 25 de Noviembre del 2002 a las 2:09 AM.