¿Descubriste el color de la noche?

Esa pregunta le merodeaba por la cabeza… ¿Descubrir el color de la noche? ¿Cómo? No es fácil descubrir los colores que no se buscan. Para él la noche es noche y el día es día. Cuentan los viejos que en la oscuridad se ocultan seres malignos para comerse a los curiosos que buscan descubrir el color que sólo las estrellas y la luna conocen. Quizás el secreto a guardar es descubrir que no existe un color, que todo es una invención de dioses aburridos y una naturaleza desorganizada. Escucha sus pasos en el pasto fresco, frío, húmedo. Los grillos cantan… ¿Cuál es el color de la noche? ¿Existe alguno? Anda en busca de la respuesta, desnudo… sin saber cómo sintió el peso de lo desconocido. Eso se acercaba a él, veloz, rapaz… Miguel intentó escapar. El secreto de la noche ya no le importaba, tampoco responder esa pregunta idiota. No tuvo tiempo de reaccionar. Fue alcanzado por la amenaza. Sintió la presión caliente y el filo que lo desgarraba…

Abrió los ojos. Sólo abrió la sensación de los ojos; los párpados seguían cerrados. Sentía su cuerpo acostado en la cama, tieso, autónomo. Quiso moverlo. No pudo. Sabía que estaba en la vigilia, que había escapado de un horrible sueño. Forzó un grito mudo. Su esposa, durmiendo al lado, no lo escuchó. Por eso ella no percibió la mancha que lentamente engulló el cuerpo de su marido. Tuvo suerte. Haber visto el rictus desesperado de Miguel la hubiese traumado de por vida.

Ella piensa, hasta hoy en día, que su esposo la abandonó por otra, sin el valor de despedirse. Miguel cree que ha descubierto el color de la noche.