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Aquellas manos se cruzaron, en silencio, él pasó los dedos suavemente en los cabellos de ella, ella deseando más y más, le buscaba los labios, el tiempo parecía derretirse en los labios de aquellos amantes que la luz parecía un estorbo en aquel callejón. Los niños corrían desesperados, la hora matutina de ingresar a clases había llegado, parecía fortuitas las horas, el silencio ocupaba el espacio de esa calle sin salida, de esa calle de los recuerdos, los ancianos atravezaban la calle, observando cual mudos testigos aquel momento que para Susana y Carlos parecía detenerse en sus labios, en aquellas palabras indolentes de ambos, tantos reproches, tantas escenas recordadas en el horizonte de la vida y nunca dichas quizás a tiempo...Carlos, "mi vida, enciendes mi amor, te deseo, te amo con toda la locura de mi corazón..." las palabras de aquella mujer parecían suplicantes sin término para él, casi sin contenerse, la asió por la cintura y la empezó a besar como quien besa una roca, sin siquiera poder sentir más que una honda preocupación en un instante...ella lo sintió y quizo no sentir eso..pero le vencía ese deseo que tantas y tantas veces los había poseído a los dos, "¡¡calla, calla por favor, no me digas nada, ya ni mis besos conquistan ese amor que siento por tí, no me digas nada...es otra mujer verdad?", él apartandola suavemente de su cuerpo le susurró al oído: "si fueras otra mujer, quizás te lo diría, pero sé lo celosa e injusta que siempre eres conmigo...", pero no te detengas!! prosigue, ¿qué sucede entonces, le decía Susana creyéndose víctima cruel de aquel amor tan enfermizo...No Susana, no es nada que tú puedas solucionar, acepto que es otra mujer, pero no lo que tú puedas suponer o sentir, a ella le debo la vida, la misma sangre, mi porvenir..."Espera!! le gritó ella con desesperación, calla!! no me digas más, no quiero saber su nombre, ni siquiera que me digas como la conociste, ni como se llama o como...¡por favor, es suficiente!...Carlos tomándola del cuello suavemente le besó largamente enjugando con aquel beso las lágrimas que su mujer derramaba en ese momento...!Por Dios, suéltame!!! le gritó ella y le dió una bofetada, no me interesa saber más, vete y olvidame...
Carlos con una gran tristeza en su corazón, la vió marcharse, el silencio de su alma, fué como si penetrara en él una arma cortante y punzante que destrozaba todo su interior y remataba el corazón estilando sangre, sangre viva y pura...ese era el dolor que aquel hombre sintió, los celos de ella eran mayores que la comprensión y el resentimiento mayor que la vida misma, aquellos años de amor estaban desfilando ante sus ojos. Ella, sin voltear a verlo con un orgullo que denotaba insensibilidad a los ojos de él, parecía no darse cuenta que aquel callejón del silencio era el testigo fiel y perpetuo del término de aquel amor que sin palabras había surgido un día...Él sin ánimos de discusión se sentó en una grada, se frotó el bigote, tocó sus cabellos ondulados que parecían brillar más con la luz de los rayos del sol, "si tan sóloella pudiera entender que mi madre es la mujer a la que me debo, la que me dió la vida y que ahora necesitaba decirle que se casara conmigo, para que en sus últimos días de vida pueda darle yo la felicidad de verme hecho todo un esposo, unido por la ley y por los sacramentos de Dios...si tan sólo...
Aquella tarde, Susana con una sonrisa y unas lágrimas en sus ojos, volvió al callejón, con los celos que atravezaban su graganta y explotaban en lo más hondo del alma, se decía "¿porqué no lo escuché?, ¿porque no averigué el nombre de la otra...porque?, ¡porque ahora siento más rabia y más dolor?... Y soñando y preguntándose cada día lo mismo, la vida de la madre de Carlos se esfumaba en un hospital, cerraba sus ojos con la tristeza de no haber conocido jamás a la mujer que conquistó el corazón de su hijo, pero más porque su hijo era infeliz, su rostro lo decía. Los años como crueles guerreros pasaron por la vida de Susana, nunca supo que el tormento del corazón que tuvo siempre, fueron los celos que destruyeron el sentimiento más hermoso y los segundos más intensos de felicidad que jamás había experimentado junto a ningún hombre como en Carlos...Los celos arrebataron su vida, destruyeron todo...el callejón permanecía como siempre, los niños jugueteando, la gente caminaba, reía, extrañaba el amor y los besos que un día aquellos amantes se daban allí...sentados en una grada, ahora era el callejón del silencio, porque el amor había terminado, quizás era fuego convertido en cenizas, quizás una lumbre pequeñita se esfumaba, una vela que se apagaba, la vida continuaba, pero ahora era el callejón del silencio. La vida seguía igual pero jamás para Carlos, aquel hombre endureció su corazón, no era ni sería el mismo jamás.
"Los celos destruyen relaciones, desequilibran el mundo, los amantes se aniquilan, el amor se entierra en el olvido de un corazón que llora, que se agota y que muere"...golondrina del cielo

Texto agregado el 09-06-2007, y leído por 126 visitantes. (0 votos)


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