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"Esto se ha vuelto un vicio, un maldito vicio" -pensaba Manuel mientras se dirigía a su trabajo.

En un mundo donde los títulos nobiliarios de antaño como "conde", "duque", marqués" han sido sustituídos por "ingeniero", "doctor" o "licenciado", el título de Manuel sólo le alcanzaba para trabajar como guardia de seguridad en una galería de arte de la zona rosa. Siempre había trabajado en el ramo de la Seguridad, salvaguardando los bienes de otros, mientras a él le robaban todo, hasta a su mujer. -"Malditos turnos nocturnos, pinche vieja calenturienta".

Sin embargo, recordaba con añoranza la época en que siendo muy joven, había trabajado como guardaespaldas de una diva de los 50´s. -"Buena paga, buena comida, buena bebida y mucho sexo" pensaba mientras sonreía con la mirada nadando en los recuerdos. Los mejores ratos se los había regalado una maquillista, quien finalmente se volvería su esposa. Aunque después de casarse las cosas habían dejado ser divertidas.

Ahora, ya no pensaba en sexo, hacía tiempo que su miembro no era mas que un apéndice fofo y casi sin vida, sin mas oficio que el de soltar el chorro tibio de su orina diaria. Ni oyendo el Himno Nacional se paraba el desgraciado, asi que Manuel se había resignado a una absurda vida de celibato autoimpuesto. Afortunadamente había descubierto algo que lo traía loco, su nuevo "vicio", como él lo llamaba.

Había sucedido una noche como cualquiera. Mientras el daba su rondín por la galería, al entrar en una sala sintió un frío tremendo que lo hizo respingar. Maldijo a José, el chico que se encargaba del climatizado, pensando que había dejado muy baja la temperatura de esa sala en particular. Cambió de opinión cuando algo helado le golpeó en la cara,- "¿nieve? ¡que locura!" pero particulas heladas golpeaban su rostro como si estuviera en medio de una ventisca, luego se dió cuenta que el frío provenía de una pintura. Alumbró con su linterna y leyó "Paisaje Alpino", autor: Max Besnard. Sintió una mezcla de miedo y curiosidad que lo hizo acercarse. De repente tuvo la sensación que el cuadro cambiaba de tamaño, se agrandaba, pero luego cayó en la cuenta que el que se empequeñecía era él. Se sintió caer al vacío, hacia el suelo, pero reaccionó y alcanzó a duras penas a asirse del marco de la pintura. Logró sentarse a horcajadas sobre él, con una pierna en el "Paisaje Alpino" y otra en la galería, si se estiraba podía tocar la nieve, se dió cuenta que incluso podría meterse de lleno al cuadro, perderse en él, caminar en medio de aquella helada blancura y entrar en aquella casita típica que Besnard había pintado a lo lejos -"¿Quién viviría ahí?", tal vez tendrían cafe calientito, ¡vaya que lo necesitaba! el frío le estaba calando los huesos. Aunque estaba maravillado con lo que le había sucedido ahora se preocupaba por regresar. Intentar saltar desde el marco al piso era un suicidio, cerró los ojos tratando de pensar y de repente ya no se encontraba en el cuadro, sino de pie, con su estatura normal, empuñando su linterna a la pintura, no había frío, ni nieve y parecía que nada hubiera sucedido, estaba completamente desconcertado -"¿qué rayos había sido eso?, ¿una alucinación?" Mientras terminaba su turno se repetía a sí mismo que todo había sido una mala jugada de su mente, pero cuando llego a su casa y vio su reflejo en el espejo, supo que estaba equivocado, su cara estaba bastante lastimada por el frío, especialmente la naríz, tanto que al tocarla le dolía, además empezó a sentir los primeros síntomas de una gripe.

"Lo peor de vivir solo es cuando te enfermas y no hay quien se preocupe de que estés cobijado, o de que tengas suficiente medicina" - pensaba Manuel mientras guardaba cama. La dichosa gripe resultó ser bastante fuerte y lo obligó a faltar al trabajo. "Ni una llamada de nadie, ni siquiera un perro que me ladre, ni un caldo de pollo...nada". Tal vez si hubiera tenido hijos ahora no estaría tan solo, pero nunca fue niñero y en su juventud la idea de tener hijos le daba escalofríos.

A los dos días ya estaba de vuelta en su trabajo y recorrió la galería una y otra vez deteniéndose mas de lo normal en la sala donde se exhibía el "Paisaje Alpino". Tenía la esperanza de volver a vivir lo que había sucedido días atrás, pero...nada. Tuvo mas suerte otra noche, cuando casi había perdido ya las esperanzas. Esta vez había escuchado sonidos extraños: se escuchaba como choques metálicos mezclados con gritos de hombres y bestias, aguzó el oído pues la fuente del ruido al parecer quedaba lejos de donde él se encontraba. Una mezcla explosiva de temor y curiosidad lo impulso a caminar hasta una sala temática de "Grandes Batallas" y descubrió un cuadro titulado "Conquista de Jerusalén" de un tal Max Adler. Se quedó petrificado viendo como la imagen pintada en el cuadro cobraba vida, era una batalla entre fieros Caballeros Cruzados e indómitos Musulmanes. Tuvo miedo, pues la escena era terrible y brutal, había sangre por doquier, tanta que se podía oler el típico olor dulzón y se podía sentir en la boca el sabor a hierro de aquella sangre derramada. A pesar de que la obra irradiabla un calor sofocante, sintió escalofríos de imaginarse en medio de aquel campo de muerte. Sintió nuevamente aquella sensación de que el cuadro se agrandaba, tal y como había pasado con el anterior, pero en esta ocasión, al no desear meterse al cuadro logró de alguna manera, que se suspendiera aquel extraño fenómeno. El ruido cesó y el cuadro volvio a la normalidad. Suspiró aliviado.

Los días pasaron, y tuvo oportunidad de vivir experiencias parecidas con otras obras de la galería, logró controlar a voluntad el entrar o no en ellas. Eran mundos alternos, ventanas que se abrían y se le ofrecian, el decidía si quería ser parte de ellos. En una ocasión se asomó a un viñedo francés en el tiempo en que se recolectan las uvas y se había llenado la boca con su dulce sabor... caminó entre Molinos de Viento en tierras Manchegas siguiendo el rastro del Quijote y Sancho Panza... vió un naufragio desde una playa solitaria, el pintor no los había incluído de forma visible en el cuadro pero él había visto muchos muertos flotando en el agua cual pálidos fantasmas. Su favorito sin embargo, era el cuadro de un galeón pirata en medio de un mar tempestuoso. Disfrutaba mucho sentarse en el marco y mirar las olas pasar tan cerca de él que lo salpicaban de agua salada. A menudo podía observar las sombras de enormes animales marinos que nadaban cerca del galeón. De la nave le llegaba, atenuada por el rumor del mar, una fiera melodía que los piratas cantaban al calor del vino. Llegó a aprenderséla y a tarareala desde la seguridad del marco.

Estas experiencias resultaron ser lo mas gratificante que había sentido en mucho tiempo, y había llegado a depender de ellas tanto, que las consideraba un vicio. Así que el día que le dijeron que lo iban a despedir creyó enloquecer.
"Usted no es el mismo de antes" -le había dicho Mr. Carter el dueño, un gringo medio loco que poco sabía de arte pero al que le sobraba el dinero para tener su propia galería. "Mire Manuel, el personal de la mañana se ha encontrado algunas puertas abiertas, alarmas desactivadas, ropa y artículos extraños tirados en las salas. ¿Qué diablos hacía un remo a mitad de la sala de "Cubismo"?. Me parece que ha descuidado su trabajo y esto pone en riesgo mi negocio, el viernes será su último día aquí, mi secretaria le entregará el cheque con su liquidación".

Aquella noche, en la soledad de su departamento, abrió una caja con cosas de su mujer, recuerdos de su fallido matrimonio que se suponía él debía habérle mandado hacía tiempo pero nunca lo hizo, primero por rencor, luego por desidia. La caja contenía fotografías, ropa, libros y cuadros, desempacó con desesperación estos últimos. Había una acuarela de una naturaleza muerta, un óleo de la crucifixión de Cristo y una Ultima Cena. No se imaginaba entrando a ninguno de ellos. Recordó con nostalgia la canción de los piratas y lloró. Se sintió mejor después del llanto y pudo pensar con claridad, él tenía que conservar su trabajo de la galería, tenía que demostrarle a Mr. Carter que él era indispensable ahí. Aún le quedaban algunos días y no todo estaba perdido.

Miércoles por la noche....el rondín acostumbrado. -"Concéntrate Manuel, no te distraigas....no dejes que ningún cuadro te llame la atención, al menos no durante un tiempo...¡concéntrate!.....
¿pero.... que diablos fue eso?." Le había parecido ver una sombra escabulléndose por los pasillos, alguien estaba dentro de la galería. Sintió su corazón acelerarse, ¡era su oportunidad!, si se trataba de un robo sería perfecto, el atraparía al ladrón y conservaría su trabajo..apagó su linterna, y con sigilo fue recorriendo la galería. El denso silencio lo rompió el aullido de una alarma acompañado de un parpadeo de luces, todo volvió a estar a oscuras pero la alarma seguía sonando. Escuchó ruidos y se dirigió a la sala donde estaba colgado su amado cuadro de piratas, alumbró con su linterna, ¡el cuadro ya no estaba! su corazon se aceleró aun mas y como un poseído salio gritando ¡ladrón!, ¡devuélveme mi cuadro!, ¡desgraciado!. El frío de la noche lo sorprendió, se encontraba fuera de la galería, a lo lejos se escuchaban sirenas. Sintiéndose muy confundido,como despertando de un sueño loco, se metió en un callejón y con su linterna alumbró el duro bulto que sentía bajo el brazo, ¡era el cuadro de los piratas!,con su navaja suiza retiró con cuidado el marco de madera y enrolló el lienzo que escondió entre su ropa. Ya no regresó a su trabajo ni a su casa y nadie nunca supo de él.

El cuadro cuelga hoy en la sala de una familia cualquiera, el padre lo compró en un bazar de cosas usadas. Si alguien fuera lo suficientemente observador, vería algunas veces algo de movimiento en él. Y si esa persona pudiera hacerse pequeña tal vez podría nadar hacia el galéon y subir a la nave. Observaría entonces a aquellos hombres rudos, ebrios de vino cantando sus aventuras. Tal vez le llamaría la atención un pirata nuevo, sin mucha pinta de pirata pero eufórico, alzando su copa y cantando a coro, junto a todos los demás.

TIGRRILLA

Texto agregado el 14-05-2007, y leído por 370 visitantes. (14 votos)


Lectores Opinan
06-03-2008 Una imaginación que derrochas hasta por los poros, ése es el norte de este relato. ¡Qué belleza! Sofiama
10-06-2007 Admiro el despliegue de creatividad y fantasía de tu relato. 5*Susana compromiso
06-06-2007 Me encanta las historias de fantasía, esta es muuuy buena, besos azules***** sombra_azul
06-06-2007 laura, sigo pensando que el tema de lo fantastico es lo tuyo, cada uno es mejor que el anterior, esté, tioene de la vida real con sus problemas como la soledad y la Ausencia del trabajo, ¿sería la locuar por perderlo todo o que?***** curiche
31-05-2007 Es un recurso efectivo; lo has amoldado a tu historia a la perdección, Muy bien. Saludos. nomecreona
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