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Con los primeros relumbres del amanecer, abandonamos el culto lunar. Los precarios (carentes de todo alimento de vida), abandonamos las señas y el instinto, y volvimos a las palabras y el pensamiento. El peligro ya no asomaría hasta el momento de hacer su sorpresiva aparición.

‘Debo volver a casa’, pensé al instante en que recuperé mi conciencia. Pues Franco, mi hermano mayor, se encontraba rodeado de agua. La luz eléctrica había sido cortada por temor a las electrocuciones. No había salida ni comunicación posible con él. Debía pensar con rapidez. Necesitaba sentirme lúcido y seguro. De ello dependía el reencuentro de nuestra familia.
Cómodo, me acercaron hasta mi domicilio agradeciendo el haber pasado la noche junto a mi amigo.

- “Rápido, enciende el calefón. Debo bañarme para evitar contraer cualquier tipo de enfermedad o infección. El agua de la inundación está en muy mal estado. El olor se hacía insoportable por momentos.”
- “Bien, es cierto. Luego hablaremos con un doctor para saber si es necesario colocarte algún tipo de vacuna.”
- “Mientras me aseo, llama a Franco y dile que lo buscaremos. Que no importa si saquean sus cosas; que traeremos lo que se pueda y lo demás, después se repondrá; allí es peligroso y la vida de él es muy valiosa como para arriesgarla en cuidar lo que lo que tiene… Sabemos que lo logró con esfuerzo, pero la vida es primero.”
- “Es así como dices. Es mi hijo y los quiero a todos juntos acá. Tendremos que darnos una mano ahora.”


Luego de un rato de intentar reponer energías perdidas, llega Tordo, mi otro hermano, quien me había acercado el día anterior en auto.

- “Tordo, buscaré a Franco en el auto. El barrio dónde vive está rodeado por agua. Nadie sabe qué sucederá. Pero quedarse allí es peligroso. ¿Venís conmigo?”
- “Sin duda… Vamos en este instante.”


La ansiedad corría furibunda por mis venas. Solo deseaba volver a casa y estar con mis padres y hermanos.
Tomamos la avenida principal. Al acercarnos al barrio donde se encontraba Franco, comenzamos a ver el asfalto cubierto por el agua.

- “Vamos, entra igual. Veremos hasta dónde podemos llegar…”
- “Bien, si lo dices…”


Avanzamos siendo concientes del peligro que corríamos. El auto podría pararse y dejar de funcionar. El agua cubría toda la llanta y, más adelante, se encontraba el nivel más elevado.

De pronto, bajo las nubes amenazantes, nos encontramos sin notarlo si quieran, en un umbroso bosque. Fieras salvajes y habitantes de cavernas viciosas nos rodearon. Atacaron el vehículo con sus garras, pesuñas y alguna herramienta precaria y poco elaborada. Pues no pertenecíamos a su mundo corroído.
No podíamos correr, tampoco huir en ninguna dirección. Nos encontrábamos como una presa abatida en trampa mortal. Ese era el sentido que dictaba la sangre corriendo por nuestras venas. Fuimos pequeños en ese instante. Más que frágiles. Más que menesterosos.

En el monte hostil, solo se podía hacer una cosa. Sobrevivir. Instinto de auto-conservación. Si tienes hambre, busca una presa y devórala relamiéndote en su sufrimiento. Sacia tu furia de fiera salvaje. Comparte los restos con la carroña que te circunda y serás aceptado. Soporta el frío. Y no intentes dar calor.

Mi sangre estaba pesada. Y sentía el tenso hilo fatal atiesarse hasta casi ceder para dar paso al corte final. Pero en el más gélido y peligroso de los momentos, sentí una arteria oculta que comenzaba a recorrer mi pecho. Ésta fue extendiéndose y, al llegar a la altura de mi pelvis, se bifurcó. Sentía ahora, la vital arteria en mis piernas. Y continuó extendiéndose hasta que pude sentir su ramificación por todos mis dedos. Nuevamente percibí la posibilidad de sobrevivir en el mundo de la vida.

Parecerá extraño, pero todo movimiento se detuvo en aquel bosque. Todo era tenso reposo. Debajo nuestro, el agua pasaba haciendo olas. Y la arteria vital se hizo fuerte. Seguimos el camino sin lograr nuestro cometido. Pero algo nos mantuvo unidos. Nos hicimos fuertes y crecimos. Con el alma cansada, hablé con un amigo para decirle: ‘Esta puede ser una noche muy triste’.

Al día siguiente, los noticieros de la ciudad anunciaron los piquetes que realizaron los sandios furiosos y sufrientes que habitan el acuoso bosque.

Más nada se dijo sobre el peregrinaje que recorrieron propietarios y empleados de un geriátrico. El agua no les dio tiempo. Tuvieron que sacar, sin asistencia oficial, a sus viejitos flotando sobre tablas que improvisaron como camillas colocadas sobres botes. Algunos vecinos habían extendido sus manos. Muchos de ellos terminaron desparramados por distintos centros de ancianos y hospitales de la ciudad.

El silencio de los noticieros, coincidió con el inicio del tiempo electoral.

Las autoridades locales (ausentes en toda organización y reubicación de los anegados en centros de evacuados y despreocupados por conocer las necesidades de la gente) buscaron su reelección.

Los punteros se encargaron de repartir muchos colchones, alimentos, ropas y algo de dinero entre evacuados, desempleados, hambrientos, necesitados y analfabetos funcionales.

Muchos fueron los neófitos partidarios...

Mientras las nubes cubrieron el cielo un largo tiempo, pocos comprendían que el abismo es parte la montaña.

Texto agregado el 02-05-2007, y leído por 186 visitantes. (5 votos)


Lectores Opinan
11-05-2007 Ambas visiones acertadas de una realidad que nos ha tocado bien de cerca. El agua ha traido las miserias y bondades del ser humano.***** chaja
02-05-2007 Excelente, mi buen amigo, ¡excelente! La noche fué muy triste...y los días que le siguen hasta hoy...y parece que seguirán ... mientras El Político (no leyó nunca a Platón,.. se lo puede confundir con el diálogo del mismo nombre)Mayor dicta cátedra desde su atril ... y castiga ...castiga ....y premia a los que le siguen. Gracias, amigo, por poner la realidad en el tapete. Máximo islero
02-05-2007 Estas dos frases:"Nos encontrábamos como una presa abatida en trampa mortal" "Mientras las nubes cubrieron el cielo un largo tiempo, pocos comprendían que el abismo es parte la montaña." Me impactaron muy buenas!. Me atrapo la historia en sus dos partes. Excelente narración! Un abrazo! y mis 5***** bets
 
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