Las primeras veces que los vi consiguieron sobresaltarme; no es bocado de gusto pasar todos los días ante un espejo y ver a diez o doce personas mirándote.

Sus caras me eran familiares y se escondían al sentirse descubiertos, entonces miraba detrás de mi....nadie. Como siempre la explicación mas lógica: el stress ese; la sobrecarga de trabajo; los problemas familiares...

Algún tiempo después, al convencerme de su existencia, busqué el significado de esta especie de don; por qué me ocurre a mi? Yo los veo y mi mujer no....he intentado que mi hijo los viese, se los he señalado con el dedo sobre el espejo, pero me miran con cara de asombro y apenada incomprensión...

Si salgo a la calle es igual; evito mirar a los espejos de los escaparates porque están ahí; los percibo asomarse a los espejos pequeños; apoyados en el quicio de los grandes, observando a la gente; los veía correr hacia los lados, para esconderse tras el borde.

Empiezo a preguntarme si ellos son más reales que yo; los veo por el espejo retrovisor; conduciendo mi coche y sentados en el asiento de atrás. Se colocan en mi mesa del comedor, los atisbo con el rabillo del ojo en el gran espejo del aparador esperando para comer, no les gusta el pollo, comen con la izquierda...supongo que ellos pensarán lo mismo de mi.

También estan en mi despacho, en los cristales que dan a la calle; espían mis papeles; usan el reflejo de mi ordenador, o mi ordenador es un reflejo del suyo?

Ahora son descarados, no se esconden, discuten delante de mi; además he visto gente conocida ahí...en los espejos, vi a mi abuelo; al marido de doña Pilar, la farmacéutica viuda; a don Fernando, mi antiguo maestro...usando mi ducha, o el reflejo de mi ducha...abriendo mi frigorífico y bebiéndose el reflejo de mis latas de Cocacola.

Ya no tengo espejos en mi vida, en esta sala acolchada, me voy consumiendo día a día, sabiéndome el único hombre sobre la tierra conocedor del secreto de a donde van los muertos...