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La agonía se desplazaba sutilmente del borde de la tasa, atravesando su garganta, inundando su pecho y estomago desplazándose posteriormente a sus extremidades, se trataba de aquel sentimiento que precede a una larga mentira, estaba de a cuerdo con que esto le provocaría innumerables problemas pero aun así lo haría, lo había pensado largamente en el tiempo que le había costado llegar a ese insoportable lugar, desde que se levanto esta mañana no tenia otra determinación que lo que le diría en este justo momento en que se miraban a cada lado de la mesa sin poder romper aunque quisieran ese helado silencio que les aterraba, ambas con las manos a cada lado de la tasa, tratando de recoger el poco calor que emanaba de ese café barato. Los demás sonidos ajenos se obnubilaron para esos expectantes cuatro oídos, el jazz suave se desparramaba de la rockola del otro lado del lugar. Varias veces antes de pronunciar palabra emitió ese sonido que produce la lengua al separarse del paladar, sus pulmones exigían su aliento y le impedían a las cuerdas vocales configurar la armonía de una palabra, el frió empezaba a entrar en su organismo hasta llegar al corazón que repentinamente pulso con demencia, palideció ligeramente, por algunos instantes dudo de lo que estaba a punto de hacer, vio el numero corrido de sudor en su mano lo empuño y la determinación retorno a su ser, lo había hecho antes y de peores maneras, ¿por que le costaba tanto en este momento?. Percibía la misma y dolorosa agonía en los ojos de su acompañante.
-seremos felices- le dice la madre a la hija preocupada
-lo se- ella también sabia mentir
el fleco cubría neciamente la mitad del ojo derecho obligándola a hacerlo retroceder con sus delgadas manecitas, su piel clara dejaba notar ligeramente las marcas del desvelo anterior, sus labios levemente partidos variaban en su tono Rosado similar al suéter que cubría sus palmas, siempre había creído que su madre aria algo grande pero nunca creyó que fuese esto, había notado la agonía de su madre desde que sirvieron el café pero no lo había comprendido,
ambas sabían que tarde o temprano algo malo pasaría y lo tenían presente en su húmeda mirada
acababa de cambiar su vida, nunca supo si para bien o para mal, fue al baño en lo que llegaba el desayuno, fue tan repentino que no le dolió, lo supo en el momento en el que sucedió, justo cuando el agua helada tocaba sus delgados dedos, el estruendo atravesó su ser paralizando su mirada frente al espejo
nunca se había contemplado de esa manera, los ojos cristalinos, la cara limpia, ese dije que colgaba de su bello cuello que la aferraba a cada segundo a un recuerdo interminable y ese pecho infantil y sin malicia, se amaba, se abrasaba
un par de segundos después reacciono, lo vio huir amenazado por la escopeta, su madre tirada en el charco de sangre, muerta, el paso de la bala en el pecho dejo un hueco equiparable al de su alma se arrodillo a su lado , miro el numero en su mano, se grabo en su memoria como si fuera su propio nombre, tomo el arma, se puso de pie, la rockola paro, el silencio lo cubría todo...
Estaba sola..., no lloro

Texto agregado el 20-04-2007, y leído por 141 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
27-02-2008 tu poesia es mejor darkjmge
20-04-2007 a veces las imagenes nublan los ojos y no nos dejan emitir lágrimas,,,,°°°°° My_oscuridad
 
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