Tengo un reloj que únicamente me pongo cuando estoy enamorado o solo. Tiene la peculiaridad de que la mujer que vive dentro de él, (a mi juicio, porque el relojero al que lo llevé la primera vez que reparé en el fenómeno no supo decidirse), la mujer del tiempo digo, debió de perder un zapatito.
De esta forma, en su caminar por el círculo, solo se oye el golpeo de un tacón, y nada más que un ligero roce. Tic….., Tic…… (eso si estoy solo)…..Tac…, Tac….(cuando estoy enamorado).
Y en esas ocasiones, que procuro frecuentar, el tiempo pasa,…deliciosamente despacio.