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Inicio / Cuenteros Locales / jjavier8 / Julia "La eternidad de un momento"

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“La eternidad de un momento”.
Existen momentos que son interminablemente largos, de una eternidad insoportable, que nos hacen sentirnos impotentes ante las cosas y personas que nos rodean en ese instante. Son momentos en los que uno puede pensar en infinidad de cosas, hacer infinidad de gestos, mirar a infinidad de lugares distintos y observar infinidad de miradas.
El andén de la estación de San Bernardo estaba lleno de gente, subiendo a ese maldito tren que nos llevaría a estar demasiado tiempo alejado de nuestra vida cotidiana en unos casos y a cambiarla por completo en otros. Los quintos, con el petate en la mano, nos despedíamos de nuestros familiares, amigos, novias y demás. Yo me despedí de mi padre, de mi madre y de mi hermana y por último me despedí de Julia con un beso frío y distante, como si nos avergonzara todo el ajetreo que existía a nuestro alrededor, y entonces fue cuando cometí un grave error que marcaría el desenlace de una situación que yo no deseaba. Subí a aquel maldito tren y me senté en el asiento de la ventanilla que daba al andén, justo delante de Julia y mi familia, sin poder hablar y sin poder dejar de mirarnos. Y aquel maldito tren que no terminaba de arrancar.
No sabría decir si el tren se retrasó en su salida, si embarqué demasiado pronto, si aquel momento solo duró un instante o si realmente fue la eternidad la que me estaba esperando en aquel diabólico asiento pegado a aquella estúpida ventanilla. Lo que sí sabría decir es que nunca se me ha hecho tan larga una espera. Aquel maldito tren que nunca terminaba de arrancar. Frente a la ventanilla podía ver a mi familia a través del cristal, apenas a cuatro metros delante de mí, y sola y separada a la izquierda, a un metro de mi familia estaba Julia sin dejar de mirarme, sin desviar la mirada, sin inmutar el gesto, con una mirada seria y pensativa que jamás olvidaré. Y aquel maldito tren que nunca terminaba de arrancar.
Mi relación con Julia había empezado apenas dos meses atrás, curiosamente también en una despedida en una parada de autobús, yo me había declarado de una forma espontánea, brusca, casi automática y su negativa, no por esperada fue menos frustrante. Ella desde el autobús pudo sentir mi tristeza, mi desolación, mientras me marchaba mirándome los pies en un gesto de abatimiento. Quizás por aquello me llamó al día siguiente para darme una respuesta afirmativa, en un acto de compasión que nos llevaría a aquel maldito tren que nunca terminaba de arrancar.
Julia tenía el pelo azabache y rizado, siempre suelto a media espalda y que mantenía una forma espontánea, coronando una fina silueta de una discreta elegancia que rayaba lo sublime. Su rostro tenía una hermosura infantil difícil de igualar, con una mirada sincera, una sonrisa especialmente cariñosa y unas pecas que adornaban su cara y que le daban al conjunto una belleza encantadoramente adorable. No me resultó extraño que me enamorase de ella nada más verla, era como esas muñecas de porcelana que todas las niñas quieren tener y que suelen conservar a través del tiempo porque se les coge un cariño especial por su belleza y fragilidad.
Las tardes con Julia se me antojaron un regalo improvisado, nos gustaba estar juntos, pasear juntos cogidos de la mano, y hablar, charlar y debatir… las conversaciones eran de una intensidad impropia de nuestra edad e intentaba día a día estar a la altura de tan extraordinaria mujer, aunque no siempre conseguía mi propósito. Ella nunca se enamoró de mí, aunque yo no cejaba en mi empeño para ello, día tras día rehusaba mis besos, lo que tras acabar la jornada me llenaba de desazón, lo que no impedía que al día siguiente, con renovado espíritu, lo intentase de nuevo, con la esperanza de conseguir lo que interiormente sabía que jamás conseguiría y que nos llevaría más tarde o mas temprano a aquel maldito tren que nunca terminaba de arrancar.
Sentado en aquel vagón, mirando a Julia, habría dado parte de mi alma por saber lo que estaba pensando ella en aquel momento, porque creo que los dos sabíamos que la partida de aquel tren era también el final de nuestra relación. Lamentablemente no me equivoqué, y como los finales están contenidos en los principios, me dejó apenas mes y medio más tarde de la partida de aquel maldito tren, y me dejó con la misma tristeza y compasión con la que meses atrás accedió a salir conmigo, por lo que siempre le he estado agradecido por ello.
De aquella relación aprendí que el amor no es un acto de voluntad, que no se puede amar por razones lógicas y que no se puede conseguir que te amen por más esfuerzos, cariños y empeños que pongamos en ello. El amor tiene duendes de colores que son imprevisibles, espontáneos, inesperados y totalmente aleatorios, que salen sin que nadie los llame, y que se esconden cuando más les necesitamos, unos duendes que nos hacen felices y desgraciados sin más motivo que sus propios caprichos. Y mis duendes, impacientes, anhelaban la partida de aquel maldito tren que nunca terminaba de arrancar.
Supongo que mi fobia a las despedidas se debe en gran medida a aquel momento de eternidad, a aquellas miradas cruzadas, a aquel tiempo de espera interminable, a aquél no saber dónde estar, qué sentir, qué decir, qué mirar. Se debe, en gran medida a aquel maldito tren que nunca terminaba de arrancar.

Texto agregado el 11-04-2007, y leído por 305 visitantes. (20 votos)


Lectores Opinan
25-09-2008 Yo sí creo que el amor es un acto de voluntad. Está bien que la voluntad de dos.Con tus palabras expresas, y muy bien, cuánto amor sentiste por esa muchacha, no puedes negar que la amaste. Algunos dicen que para amar no hacen falta dos, en este caso tú amaste. Me quedan mis serias dudas de que Julia no te amara. Es cierto que el amor no correspondido es una de las mayores desgracias que debe enfrentar un ser humano. Maravilloso tu cuento, plagado de sentimientos. 5* Susana compromiso
23-09-2008 "El amor tiene duendes de colores que son imprevisibles"...que bonita frase. silvanna
03-06-2007 sin palabras. Mis 5. Un saludo, bye bye! lorenipo
16-05-2007 nda x dcir impactada!5* solitary-girls
16-05-2007 Es una narración bastante llamativa, de palabras jugosas y frases bien estructuradas, enseña que muchas veces las personas se empeñan en lo que no les conviene, cegándose ante los verdaderos caminos. Felicidades malor
14-05-2007 Tienes razón cuando te refieres a los momentos. Como bien lo dices hay momentos pequeños, grandes y eternos, el momento que estuve pegado a tus vivencias me hizo cavilar en los míos, creo que todos tenemos "Julias y trenes" en nuestro lapso de tiempo terrenal, aparecen y reflotan en algunos “momentos” de alegría y tristezas. Muy buen texto, haces reflexionar. Saludos. Apoquindo
13-05-2007 Excelente tu texto. Gracias por invitarme.***** Sorgalim
13-05-2007 Me encanto este fabuloso texto. Eres directo y claro. Me encanto tu narración. Así es el amor, a veces te aman, a veces no te aman. *****Estrellas***** JhonnValentine
12-05-2007 Un relato bien llevado.M e dió la impresión de estar imaginando una película,con un protagonista central,que ocupaba toda la pantalla. La sirena del tren interminable,sitvio de marco a todas las escenas. Te felicito,JJavier8 Rosatenue
12-05-2007 Leyendo tu cuento se me ocurre decir que es mejor despojarnos de aquello que solamente anhelamos pero que no existe, precisamente el tren que no comienza a rodar, es ese permanecer con los recuerdos más dolorosos, habría que encontrar ese hilo conductor que nos haga superar las torturas del en vano, cuantas ocasiones no llamamos amor al desprecio, tú mismo nos das la respuesta: De aquella relación aprendí que el amor no es un acto de voluntad, que no se puede amar por razones lógicas y que no se puede conseguir que te amen por más esfuerzos, cariños y empeños que pongamos en ello. Precisamente por muy doloroso que sea una situación en la vida, el aprendizaje nos debe conducir a superar cualquier obstáculo. “Felicidades” Groon
12-05-2007 Creo que ese sentimiento no era amor. Ni siquiera fue atracción. La mujer le hacia sentir la culpa, o que el ,le haga una reverencia por haber estado con ella? /El maldito tren no partia nunca es verdad.Pero el personaje, se queda muy pegado a sentimientos que sabe de entrada no le aportarán nada constructivo a su vida.Y aunque ella se muestre atractiva, el amor es mucho mas que eso.El amor...como se puede explicar el amor,verdad? monica-escritora-erotica
12-05-2007 Fobia a las despedidas; historias de andenes y partidas... ¿Tendrás también miedo a los ventarrones? Interesante. No puedo decir que está bien escrito; lo noté inconsistente, sin embargo, el tema es maravilloso. Siento que debes pulir la conexión de tu "vena literaria" con el lenguaje. Sé que es (a veces) difícil escribir lo que sientes, pero es cuestión de práctica. Vas por buen camino. emilia_sauri
12-05-2007 Me olvidaba, esta frase es la que me llegó con más fuerza: "De aquella relación aprendí que el amor no es un acto de voluntad, que no se puede amar por razones lógicas". saludos.- angelo_caduto
12-05-2007 Huy, que espera, realmente una eternidad... cuántas veces soportaríamos tal espera? Es un poco cruel el argumento, pero real. Me encantó, no tiene desperdicios, ni una palabra sobra, ni una palabra de menos. Además las imagenes, esa de la mirada un espectáculo, parece la escena de una película, casi puede verse a través del monitor. Te felicito, un excelente trabajo, cariños.- angelo_caduto
12-05-2007 tu historia nos transmite esta sensación terrible de una espera eterna, una angustia que se refleja en la repetición de "el tren que nunca terminaba de arrancar"...es posible sentir la fobia que expresas. Me gustó también tu breve "ensayo" final sobre el amor. mis ******y gracias por invitarme nocheluz
12-05-2007 Es una historia interesante. Ella no debió comenzar una relación si no estaba preparada para ello y el protagonista no debió aceptar las evasivas de ella sin aclarar las cosas. Es un muy buen relato y contiene buenas reflexiones sobre que el amor no depende de la voluntad ni puede imponerse ni sustituirse por lástima. joaqledo1
12-05-2007 Me ha encantado tu relato! Has logrado mantener mi atención durante todo el relato, incluso en los momento en que me molestaba porque él seguía diciendo que el tren no arrancaba, y eso es una gran hazaña. Como sea, durante todo el relato hubo un cierto aire de "sicólogo", digo de sicólogo porque es como si el personaje se hubiera separado emocionalmente del problema para poder contarlo... y justo cuando pensé que no tenia más paciencia para leer a ese hombre que no soltaba todo, me sorprendiste. Eres un gran escritor y me convencí de ello cuando leí: "El amor tiene duendes de colores que son imprevisibles, espontáneos, inesperados y totalmente aleatorios, que salen sin que nadie los llame, y que se esconden cuando más les necesitamos, unos duendes que nos hacen felices y desgraciados sin más motivo que sus propios caprichos. Y mis duendes, impacientes, anhelaban la partida de aquel maldito tren que nunca terminaba de arrancar." Ese pre-final me dice que tus sentimientos como escritor son más profundos imaginativamente de lo que tu personaje deja ver... y por tanto, hace a tu personaje alguien a quien le pude regalar una sonrisa triste. Bravo! Ciao. NemesisAmante
12-05-2007 …sigue…Si eliminaras el primer párrafo, que no aporta nada, quedaría mejor. Además la reflexión que haces se debería desprender de la narración y de los hechos de los personajes. No digas 'están tristes', sino mejor muéstralos tristes. Te recomiendo revisar sólo por ocio la cantidad de veces que se repiten las palabras, y sus derivaciones, "Mirar" "Despedir" Para acabar, me agrada la imagen del amor como un costal de duendes de colores. Una disculpa por mi frialdad, pero tengo las neuronas retacadas por cubitos de hielo marca "Siete esquimales", quizá debido a mi obsesión con el ajedrez. Qhumo
12-05-2007 Me pediste mi comentario y aquí está: Creo que el cuento se debería trabajar más para corregir las repeticiones de palabras, labor que siempre lleva a realizar trucos con la sintaxis y a encontrar nuevas formas de expresión, y no se restringe a poner veinte mil sinónimos. Entiendo el carácter eufónico de la frase 'el maldito tren que no acababa de arrancar', pero de tanto repetirlo pierde su fuerza. Lo que más deberíamos hacer en la literatura sería bendecir con metáforas, juegos de palabras, estructuras, penetración psicológica. Te recomiendo no presentar infinitivos juntos, pues son molestos (poder hablar/ poder dejar de mirarnos) Continúa… Qhumo
12-05-2007 Muy bueno, es dificil amar a quien no corresponde nuestros sentimientos. Lo has expresado muy bien.***** tequendama
12-05-2007 meha gustado, auqnue me ha dejado gusto a poco, cuidate mis minúsculas 5* rene_parra
12-05-2007 me agrado... tiene partes que podria hacer mias...aunque la historia en si jamas se hara mia... saludos hate_sweet_hate
12-05-2007 Tu relato es ponderable. Tal vez debas separar mas las partes, para hacer mas pausas. Me agrada tu argumento. Poetacacho
05-05-2007 Ese maldito tren y esas interminables despedidas...parecen sensasiones compartidas. Buen relato antonio46
27-04-2007 el amor es esa cosa caprichosa y azarosa. pero luego es voluntad. si viviste un dolor similar, se disfruta leer esto. eso es lo bueno del amor, que todos los resentidos perdedores nos sentimos unicos, y ni en eso tenemos suerte. brindo por los afortunados. sobretodo
27-04-2007 Bello, escribes bello. Despiertas interés desde el principo, hasta el fin. Y lo más importante; tus historias siempre tienen un mensaje valioso. Excelente 5***** yetsenia123
14-04-2007 hola amigo me es digno saludarte , tus escritos son interesantes ya que proyectan ese misterio universal denominado "mujer",te recomiendo usar mas el misterio para que tu trabajo someta al lector en un viaje pasional de metaforas, tambien podrias basarte en la poesia erotica , de cierta manera vas por una buena senda . te invito a leer "thanatos de amor". hasta la vista amigo. prometeus
 
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