Gritos Internos (III)


Consumo el aire de gigantesca casta
con la misma mirada que siempre no basta;
para calmar el ímpetu del legionario “Marino”
y de los que sucumbimos en azul de lino.

Acerco mis ojos sucios hacia el ventanal de Dios,
se que El me espera con sus pétalos torcidos
para impulsar la vida que me da en adiós
sin cancelar la cuenta de los vencidos.

Tengo mocos en la nariz,
contigua al estaño podrido que:
En el odioso sur aprendí.
Todos del otro lado de la perdiz
con la llave ingenua de un: ¿Por qué?

Consumo el aire de mis enemigos
quiero mas abarcar.
El negro y azul es casi igual que aquel rojo y rojo
de los hombres que conocí en la ciudad
del puerto de entrada
que fue mi partida hacia la libertad.

Sigo con un torozón en la garganta
sin poder llorar mis dos odios
xenofobia,
revolución.

Cuento de dos en dos las medidas
que a diario he de completar.
La vieja española me da lidas
y empatados estamos sin la juntura
que casi es un “complementar”
del sexo y el derecho a vivir.

Lloro con la mujer que se esconde.

Me acuesto sin tener un amanecer.

Grito las verdades de un tercio nacido
en el mes de Febrero.
Sin escudriñar la Vía Apia que yo perdí.

Cuéntame del Boaco que perdí
del mismo pueblo que he de morir.
Sin tus ojos que me odian
cuando tu nombre es Ada
y te conocí como si fueras flaca.

Me descanso en mi propia mano,
la misma que ha de matar el llanto
sonoro y agudo, de mi vieja juventud.
Leonor me castigo con el nombre.
Leda con las notas
Cruz con las mismas manos que le ame.

El grito me ha llegado, me doblo de rodillas
me canso de sol.
Me muero al verte y en mis lagrimas
me constan: que todo es verdad.



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