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Hum, curioso: existen dos maneras de comprender la esencia de la relación del ser humano con la realidad: la primera, superficial, consiste en que todo es tal cual lo entendemos. La segunda, compleja, consiste (escuchen bien) en la superstición, creencia o intuición (estos diferentes enfoques es lo que quería que fuese bien escuchado porque son distintos ángulos desde los cuales se crea una creencia en cuanto al modo de percibir un tema) o conocimiento de que la “realidad” es plástica y nosotros somos algo así como mecanismos interpretadores. Tal realidad plástica – con “plástico” me refiero a que posee infinidad de formas posibles, a que es maleable y que por tanto da paso a infinidad de modos de interpretación (uno de los cuales se consigue mediante el lenguaje) – posee un fondo, es todo aquello que está contenido entre el principio y el final del mundo. A todo aquello contenido de esa tal manera en la realidad se le conoce como “fuerzas”, otros lo llaman “Sustancia” otros “Arquetipos” otros “Dioses” otros “Daimones” otros “Eidos, Ideas” (si no me equivoco), es la idea contenida en el precepto de que la realidad, como la conocemos, de algo brota, y que entonces la realidad no es más que manifestaciones de lo Real, sólo que lo Real sólo puede manifestarse a través de procesos consecutivos en la realidad (como si estuviésemos viendo con una lupa la piel de un monstruo sin saber que aquello visto a través de la lupa (la realidad) pertenece a un monstruo (lo real)). Por lo tanto – según tal precepto – lo que conocemos como la realidad (calles, edificios, televisión, etc.) es un pedacito de lo Real.

La pregunta que se plantea entonces es si es posible un contacto con lo Real. Existe una tendencia del pensamiento que afirma que sí es posible, la encontramos en Kant, en Heidegger, en Jung, en Carlos Castaneda, en Vladimir Propp, algunos indicios en Freud, en el chamanismo, en la brujería, en la Biblia, en Anaxágoras, en Gilgamesh, en mitos, ritos, liturgias, etc. (existe la otra tendencia de pensamiento que niega todo esto, el escepticismo, ambas tendencias se correlacionan). Pero el problema para entrar en contacto con lo Real es precisamente la realidad, porque lo real funciona mediante otro lenguaje, el lenguaje de las imágenes, de las energías y de la intensidad, es un lenguaje de puertas hacia lo profundo, hacia lo subsistente en todos los cambios y no es un lenguaje de superficies; pero ese lenguaje de puertas hacia lo profundo (que no consiste en palabras, son más bien materializaciones de ideas que se aparecen – sincronía) se halla en la superficie (en la realidad) y por tanto en nuestro modo de verla. Un buen ejemplo de esto consiste en cuando ves una misma mirada y unos mismos ojos a través de dos personas distintas y llegas a considerar que hay algo, un “ente”, una “fuerza” tratando de comunicarse contigo (a esto me refiero con modos de interpretar la “realidad” y con el decir que la realidad es plástica porque genera, por su propia existencia, múltiples modos de interpretarla). Si se responde a esa mirada que nos sigue, que nos rodea, cuando así la sentimos (no hay error en ello), que danza o nada a nuestro alrededor, si se le responde, digo, enviándole una onda de pensamiento, un levísimo gesto de reconocimiento, veremos que la realidad entera se transforma en otra cosa porque la energía aumentará a nuestro alrededor y nuestro nivel de energía también aumentará permitiéndonos una percepción más clara de las fuerzas a nuestro rededor y por tanto se podrá entablar una relación de retroalimentación para con las mismas fuerzas (quizás es por esto que Anaxágoras dice – un filósofo presocrático – que todo está compuesto de Aire y de Éter, siendo el éter una sustancia finísima que se mueve en el aire (lo Real en la realidad)). Esto sólo se logra no creyendo en el lenguaje de la realidad y no permitiendo que este desbarate nuestras intuiciones de la infancia. Para que podamos tener la habilidad de Pablo de pasar del sueño a la vigilia como quien traspasa una puerta sin perder la conciencia, sólo debemos enfocarnos en percibir los puntos de mayor intensidad en la superficie (realidad) y concentrarnos en ellos y perder completamente la noción de la existencia de la gente, de los cuerpos sólidos, de las cosas, de los objetos como cosas existentes… porque créeme, si te digo que viviendo como Pablo, en el grado de interpretación en el que él está, la gente sencillamente no existe, o no existe como tal… son más bien como velas cuyas llamas apaga el viento de la muerte, y algunas pareciera que nunca se encienden.

Para toda esta gente, que Pablo logra interpretar de tal manera, pero que sin embargo le sirven como vehículo de comunicación para con cualquier clase de entes más reales, Pablo es un ser invisible para sus conciencias, un ser que bien podría no existir jamás.

Texto agregado el 09-03-2007, y leído por 87 visitantes. (0 votos)


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