Tengo muy remisamente sobre mi espalda,
el dolor negro de no ostentarte más,
lloro, no en afonía; pero en soledad,
el derecho de disiparte hoy y mañana.
Cubro mi catadura con aquella falda,
inédita, que por cierto nunca tramas,
sin echar de ver mí joven edad
y mimarme la mano, quizás lejana.
¿Ya mi balance de amor esta salda?
¿Supero las cuentas cuando me calmas?
¿Inhabilito mi amor sobre tu identidad?
¿Ya mi organismo es una vaga alma llana?
Me cuentas tu penas, talvez algo cansada;
diserto en viejos temas, pero no hay lamas:
húmedas, desiertas, sofocantes: que griten: verdad
Catalogo todo; tengo una larga vida, creo, sana.
Me encimas cinco largas partidas,
llorando de ramalazo, soledades, aromas.
¿Interfiere una pequeña verdad?
Te he disipado, sollozo en mi arana.
|