Quiero divagar por última vez en esqueletos que se atrapan en pensamientos. Quiero escribir sin pensar, decir lo primero que se me viene a la mente. Jamás pensar dos veces.
Tengo miedo. Miedo a encontrar en lo lejano del horizonte una voz, una voz de papel que me indique que tener que hacer. Que hacer con mis manos, con mis pies, que me enseñe a caminar. A lo mejor yo no quiero caminar con los pies, a lo mejor quiero caminar con las manos, o quiero volar. ¿Por qué no puedo volar? Jamás quiero volver a ese lugar que no se donde es. No se donde queda, no se a donde tengo que llegar. Son cuernos que recorren espejos que recorren universos paralelos q consumen felicidad. Yo entiendo la necesidad de ser alguien mas, de extenderse por sobre si mismo y explotar en millones de estrellas con cuernos. Pero los espejos se rompieron al verse reflejados tus ojos grises. ¿Quién sos? ¿Por qué no estas? Me acuerdo de las épocas en que te hablaba sin parar, en que me tiraba del balcón con sueños de paz y volaba, y volaba hasta llegar al horizonte donde una voz me explicaba como era caminar. Así fue que perdí mis alas, mi habilidad de volar. ¿Entonces que les puedo decir? Cuando llueve me entorpece el agua y me encuentro girando y girando, intentando volar con alas mojadas, putrefactas. Miedo a serme mía y de nadie mas, a autosatisfacerme y no querer mas el calor del cuerpo desnudo del hombre, ni el de la mujer. Ay como reiría ese día, como entraría a volar entre carcajadas distantes que llegarían hasta las estrellas para hacerlas reír, y de tanto reír caerían una x una provocando una lluvia de estrellas en el cielo ennegrecido. El tiempo no tiene sentido cuando uno esta sentado en la punta del abismo de la nada. En la punta de la nariz de un duende que cambia las cosas de lugar para enloquecer a una joven de ojos verdes. Hasta que la encierren en el manicomio, duende, ¡No te detengas! Y la gente que ya no escucha lo q uno tiene que decir. La gente que asume las preguntas que se les hacen y terminan contestando que trajeron comida para la noche. ¿Qué noche? ¿Qué comida? ¿Qué existencia puede haber con tan poco tiempo para volar? Los recuerdos de perros que lloran lágrimas de leche q atraen gatos para su cena. El ciclo de la naturaleza. La humanidad esta pérdida, no se encuentra en el ciclo. Porque el sexo ya no tiene el propósitos reproductor, ahora la gente se pone uno con tachas y es feliz. ¡Que vana felicidad! ¡Quedamos fuera del ciclo, somos estúpidamente inmortales! Y todo por el egoísmo, que ironía que presenta la vida. Somos quienes queremos ser hoy, al menos quienes quieren que seamos. Si querer ser quienes somos es lo mismo que ser lo que quieren que seamos, entonces respóndanme esto: ¿Donde quedo el libre albedrío? ¡Que vergüenza! Que vergüenza no decir lo que se piensa, no luchar por lo que se cree, que vergüenza seguir a la multitud, rezar por el enfermo, llorar en navidad. ¿Quién sonríe verdaderamente en una iglesia? ¡Nadie! Producen miedo y las ventanas no se rompen con la fría mirada del adiós. Nadie encuentra felicidad allí, solo quizás cuando el cura es joven y hermoso, cuando es viril y de repente te encontras en cuatro en el altar rezándole a Jesús fuerza para el cura, para que nunca se detenga. Que tonta la iglesia, que tonto los ignorantes. Que tonta que soy. A lo mejor algún día encuentre a mi cura, a lo mejor algún día pueda mirar al horizonte y sin que sea necesario llorar éste me devuelva mis alas y pueda volar, volar lejos de esta sociedad.