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LA VOZ DEL VOLCAN

El volcán amaneció enojado, temblando y vomitando ceniza como si estuviera indigesto. Casi todo el pueblo se fue donde "el tiempero": Don Facundo.

Le reclamaban que no les hubiera avisado, le preguntaban qué iba a pasar. Estaban asustados, los del gobierno habían venido en sus jeeps y en sus estúpidos uniformes y les habían dicho que tenían que evacuar, pero la mayoría no estaba dispuesta a dejar sus casas, sus milpas y sus animales si no era por aviso del mismísimo volcán.

-"Esta vez no me ha dicho nada", decía Don Facundo, confundido.
La divinidad del volcán-- aquella que le avisaba si habría lluvia o si tenía que estorbar el granizo, nada le había susurrado en sueños, el pavoroso temblor y la lluvia de ceniza lo habían sorprendido tanto como a los demás.

-"De verdad, créanme, no sé que pasa"- gritaba angustiado.

Entre la multitud, Doña Socorro se apretaba las manos, y consternada, se mordía las uñas. Era la esposa de Don Facundo y guardaba un terrible secreto, llevaba tres noches dándole de cenar a su esposo unos tamales hechos con carne de cerdo, res y pollo. A la masa de maíz y manteca se le echaba aparte frijoles y queso. Doña Socorro lloraba, estaba segura que su marido no había oído la voz del volcán debido a la indigestión causada por los tamalitos, pero no se atrevía a expresar sus sospechas.

La multitud se volvía cada vez mas violenta, Don Facundo maldecía en su interior, hablándole al volcán: -"Carajo, ¿porque no me has avisado de esto?, ¿no ves que me van a linchar? ¿ya no soy tu vocero? ¿me has desechado?, ¿quieres acaso que todos muramos?"

El volcán volvió a rugir y a temblar, la gente salió corriendo por sus cosas. Doña Socorro no aguantó mas y fue donde su marido y le confesó todo. Facundo comprendió y decidió no probar bocado hasta que pudiera volver a escuchar la voz que le había hablado en sueños desde que era un niño.

A la segunda noche de ayuno y oración, sucedió:

-Carajo Facundo, ya no cenes tanto.

Nada mas escuchar aquella voz, cascada por los siglos, sintió que le volvía el alma al cuerpo, no pudo evitar sonreír de felicidad y contestó:

- Te lo prometo

-Me desespera que no me escuches.

-Lo se, perdóname, no volverá a pasar. ¿Sabes?, la gente esta muy inquieta, ¿debemos preocuparnos?

-No, hombre, los espero como siempre en mi cumpleaños el 12 de Marzo. Llévenme mole, tequila y una guitarra.

-Asi se hará, ¿entonces, no hay peligro?

-No, sólo andaba enojado, no me escuchabas.

-No volverá a pasar. Lo juro

-Bien. Diles que no se preocupen, que todo igual que siempre, ¡ah! no se olviden de llevarme mi mole, y para ti, prohibidos los tamalitos......

Tigrilla.

Texto agregado el 13-02-2007, y leído por 627 visitantes. (14 votos)


Lectores Opinan
25-06-2007 Bueno yo tengo mi popocatepetl, pero mis Don facundos..se perdieron en el mar de la televisón, por tratar de salir en las noticias...perdieron la comunicación con el volcan. estupenda narración. simplemente me encanto..gracias por darme una deliciosa tarde de domingo. 5* lobomexiquense
20-04-2007 Inquietante no?... Saludos. nomecreona
25-02-2007 Pues es de las primeras veces que te leo y lo seguirá haciendo, tus escritos son muy buenos honestamente lo creo y te lo digo.***** gfdsa_elisa
24-02-2007 buen relato amiga.. prosa que se le clara y nos deja con el sabor del pueblo undia
18-02-2007 Fortaleza en el título, que acompaña una perfecta narrativa. En cambio D.Facundo no destacaba por su fortaleza, pasaba desapercibido. Es un texto suave y ameno, me gustó. 5* Claraluz
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