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Pasan los días sin razones ni motivos, estaba ahí sentada, ahí atontada. Un mes se escurrió entre sus suspiros, sin saber como. Otro año se había ido y volvió a ese día de su oscuro pasado. Seguía ahí, postrada, conciente y aburrida de la existencia.

No sentía deseos de andar, estaba delgada pese a su inactividad, suspiraba y pensaba en el suicidio. Llevaba un año, meses y más pensando en ello. En su cajón estaba el arma, pero tenía pavor de ella. Todos los días imaginaban como se sentiría morir, lo que sería su muerte. En accesos desesperados la tomaba, cada tarde exactamente a las 3; limpiaba el arma y le susurraba esta noche a las diez te usaré.

Pasaba sus tardes viendo como cambiaban las sombras de las hojas, viendo como la brisa se colaba por la ventana, respirando y pensando en que esa noche de seguro se iba a suicidar. Pensaba infinitas cosas, o se imaginaba lejos viviendo una vida con alguien más y de otro modo. Recordaba viejos nombres amigos y los imaginaba como novios ardientes; despertaba con ilusiones todos los dormidos deseos y se figuraba en romances de película. Se alternaba los nombres, las horas o los actos, imaginaba que todo era posible y siempre a uno le tocaba lidiar con su muerte. Llegaba a creer cierta la pena del otro, llegaba a sentirse muerta y se disgustaba al no sentir un llamado. Hace más de un año que nadie le habla, hace más de un año que esta ahí encerrada pensando. Medita todas las mañanas en su muerte, sueña y fantasea por las tardes, a las ocho come alguna fruta. Llegan las diez y se dispone a suicidarse, escribe una nueva carta y se acerca el arma, llora infinitas lágrimas y cae presa del más negro miedo.”¿No puedo o no quiero?” se pregunta mientras vuelve a guardar el arma. Ya son las doce y cambia el día.

En la misma cama, postrada, sufre los ataques de su insomnio. Despierta hasta el alba, soporta sus culpas y se critica por cobarde. Pasa sus horas como santa masoquista, llorando y profiriéndose más daño mental; en ese mismo cajón tiene variados e inútiles objetos.

Colecciona las pastillas que no quiere tomar durante los días, están el bisturí robado de la enfermería, esta una soga y alguna otra basura fatal. Es tan triste, pasa postrada pensando en morir y no se atreve. Esta en un clínica, esta ahí desde hace casi tres años, desde hace uno no se levanta. Esta ahí meditabunda, postrada, pálida y medio cansada. Lo cómico es la razón por la cual tiene todos esos objetos en el cajón, cuando llego había intentado morir sin éxito. Ahí le arrebataron todo y ella cayo en mutismo imperturbable, solo escribía estúpidas poesías baratas. Un día cierta enfermera leyó aquello y se espanto; no por el mensaje o lo mala que podía ser, se espanto por la reacción de la joven que casi le rompe la nariz. Exigió, por piedad a las curiosas, que le pusieran candado al cajón. Argumentó la idea diciendo que era lo único que tenía en su poder y que la forma más simple de evitarse malos ratos todos era esa. Así comenzó su ridícula colección; ridícula porque no tenía ninguna razón de ser.

Todos los días eran casi iguales, variaba la fruta o el ángulo de las hojas y el sol. Ya no escribía, tras un año de intensa escritura lo dejo. Sus escritos eran simples, poemas dichos entre la locura y la cordura. Paso otro año leyendo, cada día un libro nuevo y este, cada día pensando algo distinto.

Se le escurrían los minutos mientras divagaba, mientras jugaba con confusas ideas pasionales. Hoy otra vez eran las diez, estaba en su trabajo de la carta con el arma junto a ella. La carta decía:

A todos, lo siento, a Ud. olvídeme, a dios púdrase, al infierno ahí voy. A mi madre, esto es su culpa, a mi padre quien eres, a los hermanastros jodanse. Al doctor gané la linda apuesta.
Bea.

La dobló, como siempre, le puso una flor, como siempre y la puso en la mesa. Esta mesa tenía la caja donde dejaba el resto de las cartas, luego de ver frustrado su intento. Cada nota era parecida, pero diferente; habían largas y cortas, tristes y simples, crueles y rencorosas, dulces y tímidas.

Comenzó a mirar el arma, con cariño y recelo. La introdujo en su boca, apunto al cielo y jugo con el gatillo. Al ver paralizado su dedo, sacó el cañón y cerró los labios. Mil lágrimas comenzaron a caer y quedó ahí, sin nada. Se enojó consigo misma, odió al mundo y sobre todo a su dedo. Tan delgado y traicionero, tan injusto y miedoso, repetía. Jugueteó otro poco con el arma y miró las rejas de la ventana.
Tenía el revolver en su mano y lloraba de impotencia, golpeaba con sus puños la cama y se reía nerviosa de si misma. Se tenía lástima y odio, quería disparar y solo conseguía suspirar. Al final, frustrada se disponía a guardar el arma cuando entro una enfermera, de improvisto y por primera vez.

En un colapso nervioso, de miedo por su plan y el cajón abierto le disparó. Al ver como brotaba la sangre le entro un subliminal terror. En un acto logro vencer su miedo a la muerte, con este nuevo sentir angustioso. Iba a introducirse el cañón del arma cuando llego el doctor. La detuvo y retuvo el disparo.

Tras unos días sedada la joven despertó y se vio atrapada en otra habitación, sin los privilegios anteriores y con la culpa de estar conciente de haber matado a alguien. Después de esto la rutina de sus días no varió mucho, seguía insomne y soñadora, postrada y monomaniaca. Pensaba en su muerte y la pasión que su joven cuerpo aún desconocía. Ahí tendida en la cama dejaba que se le escurrieran los días, mientras pensaba en otro mundo. Paso años pensando en este mundo alterno, sin abrir sus pálidos labios. Tiempo muda, años sin hablar, hasta que cierto día su corazón dejó de palpitar

Texto agregado el 02-02-2007, y leído por 238 visitantes. (6 votos)


Lectores Opinan
16-03-2007 1* Necrosis
13-03-2007 Uuuuu. Muy buenas imágenes, lamento decir que en ciertos párrafos me recordaste a una ex novia y amiga, ex amiga porque no supe más de ella pese a que nos conocimos durante muchos años, al menos le guardo mucho cariño. La muerte en ciertas ocasiones es bienvenida, espero nunca me suceda, solo que llegue cuando tenga que venir, no porque la llamé. Saludos. andes
16-02-2007 Excelente historia, y muy bien contada. Se logra crear perfectamente el ambiente de eterna tensión. Felicitaciones. Taconvino
03-02-2007 Tantan. rodolfo_gc_pitti
03-02-2007 excelente texto .me parece de gran calidad el mirar externamente y pasionalmente la cobardia y cierta esperanza del ser humano al tratar de perder la vida aferrandose hasta el ultimo gramo aunque no tenga sentido seguir aqui ... hermoso mis estrellas para usted cariños judith13
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