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Nos acostumbramos a pensar de una manera… existiendo infinidad de posibilidades, algunas de las cuales pueden tener cabida en el pensamiento mas no en el lenguaje, porque éste último ha sido construido haciéndose copia fiel de la manera a la que nos hemos acostumbrado a pensar, y por lo tanto, para dar cabida a aquello de entre lo infinito que cabe en el pensamiento mas no en el lenguaje es preciso saber crear un nuevo lenguaje. Mas ese nuevo lenguaje no puede ser más que un lenguaje personal, por lo cual cada cual sólo puede crear su propio lenguaje. Wittgenstein sostiene que sólo así podríamos entendernos.


Kant solía hablar mucho de la cosa en sí, obedeciendo a los escépticos que sostienen que nada es cognoscible porque de las cosas sólo somos capaces de tomar lo que de ellas podemos conocer y sólo podemos conocer según nuestros patrones de conocimiento, por lo tanto, si algo se halla fuera de nuestros patrones de conocimiento se halla también fuera de nuestro conocimiento, pero también, si a algo lo podemos hacer hallar dentro de nuestros patrones de conocimiento no hacemos más que afirmar nuestros patrones de conocimiento desconociendo al algo que nos causó esa sensación. En fin: cada cual se halla solo en su propio universo y los escépticos intentan demostrar que no hay otra opción porque somos absolutamente incapaces de conocer lo que es alguna cosa en sí misma ya que las unicas herramientas que poseemos son nuestros patrones de conocimiento (nuestros, no los de aquello que deseamos conocer). Así que por lo tanto, obedeciendo a los escépticos, sólo pudo llegar a reconocer que existe la cosa en sí y que ésta no es cognoscible mediante nuestros patrones de conocimiento. ¿Pueden ser alterados nuestros patrones de conocimiento mediante la influencia de los patrones de conocimiento de alguna otra cosa en sí? Oh, indudablemente que sí, y, es por esto que las parejas se pelean tanto: cada miembro desea colocar al otro dentro de la esfera de sus patrones de conocimiento – caso contrario permanecería eternamente como ente desconocido (es más que normal temer esto) – “Saberte, tenerte conocido(a) ahí, en mí” y es por esto que las parejas pelean tanto (ante cualquier intento de unidireccionalidad). A veces puede ocurrir que uno termine por convencerse de que uno es lo que el otro piensa de uno. También puede ocurrir lo opuesto: que la otra persona se comporte y se convierta en tal y como yo creo que es según mis patrones de conocimiento dentro de la esfera de representaciones que yo tengo de todo aquello que cabe en el mundo – pero necesario es insistir mucho al respecto. Cuando esto se logra aparece la tranquilidad, ya no se pelea, aparece a cambio el aburrimiento: “Lo siento nena, perdí la oportunidad de conocerte tal como eres, perdí la oportunidad; ahora tan solo eres un ser que te me portas bien y me hallo infinitamente solo y aburrido. Te convencí… Haberme hecho caso ha sido tu más despiadada venganza”

- ¿Entonces para qué fueron tantos coñazos? – responde ella, pero ya es demasiado tarde.

Ah, pues. Ahora bien: la cosa en sí es energía pura ¡Ruega a que no te venda las apariencias que tanto y con tanto afán le mendigas! Quedarse en la apariencia es quedarse en la mediocridad y sólo es posible quedarse en la apariencia cuando se cree haber tomado al ser completo. El defecto consiste efectivamente en el tomar, en el pretender hacer del conocimiento una vía unidireccional y ello es vampirismo (tan llamado Amor). Únicamente cuando un ser se siente enteramente libre es que puede saberse amado por algo. Son dos fuerzas de direcciones opuestas desear y amar, se las pretende considerar como una sola y eso siempre ha llevado al más triste de los fracasos – (Cuando el desear se hace mutuo se mezcla, de la mezcla se crece, en el crecer se ama… es el amor entonces el que permite un despegue, una independencia y un gusto infinito por la existencia del otro).

Bueno, cierro: Kant nos habló de la cosa en sí, de su existencia, y de la imposibilidad de su conocimiento mediante nuestros patrones de conocimiento – lo tomo, voy más allá: siendo cada cosa en sí energía pura capaz de formar apariencias cuando sabe que desea ser tomada, subsiste la posibilidad de intercambio entre cada cosa en sí cuando se la ama en su libertad… cuando se la ama.
Wittgenstein fue aún mucho más allá: Cuando un ser es enteramente libre e independiente, solamente en ese estado, pertenece a ese sistema, y solamente en ese sistema pertenece.

Cada quien, cada ser, es una cosa en sí, y el lenguaje que usamos (que utilizamos) para hablar de las cosas, de los seres, no es más que pura interferencia, no es otra cosa más que negación (no por ello…).

Dudo mucho, también, de la utilidad de las palabras. Éstas sólo deberían servir para autodestruirse (y poder así ir más allá).


Texto agregado el 27-01-2007, y leído por 94 visitantes. (1 voto)


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