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Érase una vez en un hermoso día, de frío o de calor, soleado o lluvioso, un día de tantos, a una hora cualquiera, en un mes indeterminado de un año que nadie recuerda, el nacimiento de una vida, el nacimiento de Vida.

Vida comenzó el recorrido de su largo Sendero, o al menos largo debía ser, entre los brazos de sus padres, con mucha gente a su alrededor, y con el siempre fascinante sentimiento de estar bajo la protección de todos ellos: le daban de comer, le arrullaban y le cantaban. Recibía educación y sabiduría para su camino de la mano de sus padres, aunque llegó un día en el que parte de estas enseñanzas fueron impartidas por alguien más, alguien que enseñaba a cómo andar por el Sendero de manera que nunca se saliera del mismo, aunque cierto es que no todas las pautas podían ser enseñadas, había muchas cosas que se debían aprender por uno mismo al tropezar y caer.

Vida continuaba su camino habiendo conocido a Felicidad, Cariño, Amor, Amistad…, el primero le había hecho sentir bien, el segundo y el tercero siempre estaban a su lado y el cuarto había hecho que conociera otras vidas que caminaban por su propio sendero.
Cierta noche, con el cansancio de tanto andar, se sentó a mirar las estrellas cuando, de repente, escuchó algo entre unos arbustos. Curiosidad, a quien había conocido una tarde en la que descubrió un nido de ave caído a un lado del Sendero y habían sido formalmente presentados por Papá y Mamá, le dijo al oído que mirase para ver quien era, y así lo hizo Vida, se apoyó sobre los dedos de los pies, flexionó ligeramente las rodillas y encorvó la espalda de manera casi cómica, sigilosamente se acercó pero…, una figura vestida de oscuro se adelantó a sus pensamientos y saltó desde la oscuridad hacia delante.
Se descubrió la cabeza y mirando fijamente a Vida sonrió:
- Buenas noches joven, mi nombre es Miedo. A partir de hoy te voy a acompañar, cada vez que algo te confunda de sobremanera, cuando no sepas manejar una situación o simplemente cuando se haga la oscuridad y estés en soledad allí estaré yo, susurrándote al oído que he salido de mi escondrijo y que te voy a atormentar.

Así fue cómo Vida conoció a Miedo, que se unió a su camino siempre escondido pero cerca, siempre provocando escalofríos en la espalda y susurrando al oído cada vez que no sabía como afrontar una situación, pero prosiguió camino adelante y en ocasiones incluso olvidaba que alguna vez lo había conocido.
Continuó andando sin parar, en ocasiones feliz, otras veces no tanto, pero seguía adelante tal y cómo había aprendido.

Iba un día en los que el sol brillaba con fuerza, sonriendo por nada en especial, recogiendo quizás alguna flor curiosa que se encontrara a los lados del Sendero, persiguiendo mariposas y saludando a otras vidas cuando se cruzaba con ellas cuando llegó a un punto en el que el camino se dividía en dos y alguien se entretenía con un librito apoyado en una roca, hasta que vio a Vida tras lo que cerró dicho libro y dio un respingo y se agachó haciendo una graciosa reverencia, también pudo observar cómo había otra figura que debía ser muy tímida porque no hacía más que esconderse detrás del simpático individuo.
- Felicidades – dijo – llevaba tiempo esperando tu llegada.
Aunque parecía inofensivo y casi gracioso Miedo comenzó a acariciar con sus fríos dedos la nuca de Vida recordando así su presencia.
- La situación es la siguiente: como bien puedes observar te has encontrado con dos caminos por los que podrías continuar, pero es necesario que elijas uno de los dos. ¡Cielos! ¡Que grosero soy!, si mi madre se enterara de mi comportamiento…, mil disculpas, espero que las acepte, mi nombre es Decisión, y mi tímido amigo se llama Duda, ahora mismo está dudando, evidentemente, si saludarte o no, pero no te preocupes, no es mala gente. ¿Y bien?, ¿te has decidido ya?
Miedo susurraba en su oído con cada vez más insistencia pero sentía que no sabía que hacer por lo que supuso que eso era la duda.
Miró hacia los dos caminos, uno ofrecía un bello paisaje de frondosos árboles entre cuyas ramas se colaban finos rayos de sol para acariciar con dulzura y calor todo lo que por allí pasaba. Se podía escuchar el gorjeo incesante de numerosas clases de pajarillos y también oía risas infantiles que era más que probable procedieran de otras vidas. Luego miro hacia el otro camino, que también era un bosque pero que no tenía comparación posible al anterior, este dejaba ver un camino oscuro a pesar de que también lucía el sol, las ramas de los árboles no tenían hojas, se veían sombras que cruzaban la vía, ligeras y veloces, corría una fría brisa que llegaba hasta donde Vida se encontraba, intentando decidir, era tan tétrico el aspecto que Miedo casi gritaba, por lo que decidió comenzar a dar titubeantes pasos hacia donde el sol brillaba afable, hasta que escuchó la débil voz de Duda:
- ¿Has pensado que no todo es como parece?, parece bello y confortable, pero puede que ese no sea el camino adecuado, aunque puede que sí, no lo sé.
Este comentario hizo para en seco a Vida, Miedo se reía mucho y Decisión observaba sin perder detalle, no sabía qué hacer, sus padres no estaban, esto era algo que debía hacer sin su ayuda, no había nadie a quién pedir consejo. Su corazón decía que fuera hacia el bello camino, pero podría ser cierto lo que Duda dijo, pensó en las enseñanzas recibidas tiempo atrás pero no conseguía encontrar nada útil, así pues sus tímidos pasos pusieron dirección al lúgubre pasaje.
- Claro, que puede ser que en esta ocasión las cosas sí sean tal y como parecen.
- Debes decidir pronto – dijo Decisión.
Vida dedicó unos instantes a observar algo más los aspectos de ambos caminos y decidió que en esta ocasión las cosas tendrían que ser como parecían ya que el camino lúgubre era terrorífico y quería bañarse con los rayos del sol que se colaban por el otro sendero.
Y se adentró decididamente en el verde y frondoso bosque.

Llevaba ya algún tiempo en su recorrido por ese agradable camino de la mano de Felicidad, de vez en cuando se acordaba de la situación en la que se había visto y se reía, se reía de las dudas y se reía de Duda. Además se sentía muy a gusto con la primera elección que había tenido que hacer en su vida.
De vez en cuando se encontraba con nuevos retos a superar, desde digerir nuevos ideales que Sabios le inculcaban hasta responsabilidades con las que nunca se había encontrado, por ejemplo, empezó a separarse un poco del Sendero de sus padres para formar así el suyo propio.

Un día el cielo se nubló, el calor se hizo frío y gotas de agua comenzaron a caer del cielo. A la derecha del camino, a lo lejos, comenzó a vislumbrar tres figuras, oscuras, tenebrosas. Se le vino a la cabeza que aquello se parecía mucho al camino que había decidido no tomar tiempo atrás.
Vida no se detuvo, aunque sí aminoró la velocidad de su marcha, y pensó “Aunque Miedo viaja conmigo y me está atormentando con su aliento tengo un par de pies con los que puedo andar, puedo seguir, cruzarme con este reto y no mirar atrás, tengo dos pies”.
Llegó donde las tres figuras descansaban.
- Hola – dijo una sonriendo de manera extraña - ¿Qué tal va tu camino?
Duda le cogió la mano derecha, mientras que Miedo apretaba la izquierda, Duda se acercó a su oído con sigilo y dijo:
- Puede que no debas contestar, aunque no es seguro al cien por cien, no sé.
Pero eso no era lo que Sabios, Papá y Mamá le habían enseñado, la educación debía ir por delante.
- Mi camino va bien, gracias – contestó.
- Me alegro por ti – dijo el que parecía el cabecilla del grupo – pero no puedo dejarte pasar por aquí si no pagas un precio antes.
“¿Precio?”, se preguntó Vida con sorpresa.
- ¿A qué se refiere usted? – preguntó con intriga.
- Mira, esto es muy sencillo, este camino es nuestro, por lo que debes pagar un pequeño peaje por caminar en él.
Las figuras que acompañaban a tan extraño personaje reían complacidos por la situación sin levantarse del suelo. Duda hacía muy bien su trabajo, crispaba sus nervios diciéndole al oído cosas como “Seguro que esto no habría pasado si hubiera elegido el otro camino” o “Quizás deberías correr, pero no lo se”.
Vida prefirió preguntar.
- ¿Qué pasaría si me negara?, además, ni tan siquiera me habéis dicho quienes sois, ¿cómo me voy a fiar de vosotros?
No debió gustarle la pregunta ya que cambio el gesto de su cara como si de magia se tratara, sus compañeros se miraron entre si con sorpresa.
- Eres un ser estúpido – dijo con odio – Si no pagas, el peaje se convertirá en multa y multa es sinónimo de muerte, ¿verdad que tú no quieres eso?
- Supongo que no. Pues decidme ya cual es el peaje.
- Así está mejor – sonrió – yo, Maldad, y mis amigos, Violencia y Envidia, tan solo queremos que nos des un pie.
- ¡Pero eso no puede ser!, yo necesito mis dos pies.
- Pues danos tu vida – dijo Envidia.
- ¿Puedo meditarlo?
- Por supuesto – contestó Maldad.
Vida no podía dar crédito a lo que oía, no podía ser cierto de ninguna de las maneras, ¡pero si necesitaba los pies para andar!, aunque la otra opción era peor, sin vida no iría a ninguna parte. Pensó en correr, pero Miedo tenía paralizadas sus piernas, ir hacia atrás no era una opción en ningún caso. Apenas podía pensar, la respiración se le entrecortaba y sentía ganas de llorar, de gritar, de correr…
- No hay opción, ¿no? – preguntó
- Claro que sí – sonrió Maldad – tienes la opción de elegir entre algo pequeño o algo grande.
- Bien, pues… pues acepto vuestro peaje, pero no me parece justo.
- Nadie te ha preguntado – respondió
Maldad hizo un gesto con la mano a Violencia y esta le quitó lo que para Vida era su más preciado bien, y allí se quedó, en el suelo, mirando a la nada, llorando con Tristeza cogiéndole la mano.
Tras un par de minutos, de entre las sombras se hizo una luz, brillante y hermosa luz que, con la voz más dulce que jamás pudo escuchar antes, le habló:
- Yo, Virtud, te concedo el don de la virtud para afrontar lo que te acaba de ocurrir, la virtud de no querer rendirte y que continúes tu camino a pesar de las adversidades presentes y futuras.
- Pero, Virtud, yo antes caminaba, por lo que podía afrontar mucho mejor las adversidades, ahora me falta el bien más preciado que jamás había tenido. ¿Qué voy a hacer?
- Te confundes Vida, eres muy joven y aún no sabes todo el potencial que se oculta en tu interior, por lo que te presento a Fuerza y a Voluntad, ellos te levantarán del suelo, te apoyaras en ellos y continuarás el Sendero de tu vida. Nadie, ¿me oyes bien?, NADIE podrá nunca frenar tu camino y yo te acompañaré para recordártelo.
Fuerza y Voluntad se adelantaron para levantar del suelo a Vida, sujetaron con firmeza su cuerpo y consiguieron que diera un paso, el cual fue realmente difícil y costoso, pero dio otro paso y solo fue difícil, dio un tercer paso y comenzó el nuevo aprendizaje de andar con su falta, pero con ayuda lo consiguió.

Vida siguió adelante, incluso su dificultad no fue un impedimento, porque Vida es cada uno de nosotros, somos dueños de nuestra vida, somos los que decidimos si hundirnos en el camino cuando se presentan las adversidades o sacar la fuerza de donde no creíamos que la tuviéramos y continuar adelante con la frente bien alta, superando lo insuperable.
Siempre tendremos una Fuerza y una Voluntad en la que apoyarnos, siempre tendremos algo que nos guiará.
Podrán tornar nuestros pasos en zancadillas, pero nunca deberemos dejar que exista nadie al que permitamos enjaular a nuestra propia libertad, no nos debemos dejar oprimir por los que se quieren hacer los fuertes porque descubrirás que los que se creen ser los más fuertes serán al final los más débiles.
Guía tu vida por el Sendero donde el sol se cuela entre las ramas de los árboles para acariciar a todo el que pasa por debajo, conoce a Amistad, Amor, Felicidad y todo lo bello que la vida te puede ofrecer.


Texto agregado el 12-01-2007, y leído por 78 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
12-01-2007 Me ha gustado mucho, lo haces muy bien. Bienvenida!! sergiom51
 
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