De pronto la espigada y milenaria mujer se entera que es libre, por fin vuelve a ser dueña de su alma y corazón, ante ella se abren cientos de puertas, ella elije la puerta que la ha de llevar al puente del pasado.
El antaño vino negro la hace volar y guiada por el perfume que la tuvo atada por meses decide sumergirse en el cambiante río rojo de pasiones y vivencias carnales, su cuerpo, alquilado por un hombre payo pero buen amante la hace flotar por años.
Mirando desde una higuera, frente en alto esta la realidad, quien sólo espera el mínimo parpadeo de la mujer para devolverle el ardiente grillete y recordarle que su sueño ha matado a un cadáver olvidado por dios.